Inquirir: viejas y nuevas formas. Sobre la globalidad de la salud.

Si el mundo es o no una totalidad es algo difícil de discernir. El tema que nos congrega hoy aquí tiene nombres y campos de trabajo complicados de definir, delimitar y hasta reconocer en no pocas ocasiones. Nombres como “salud global”, por ejemplo, cumplen estar características: ¿De qué globalidad hablamos? ¿De qué salud? ¿Salud Global es una corriente teórica… o es un nuevo plan de desarrollo de la OMS? ¿Esta supuesta “salud global” cómo se refleja en los espacios locales? ¿O hemos de espera que por fin se realice el sueño de Tofler sobre la “glocalidad”? ¿Los medios cuáles son? Y más importante aún ¿Cuáles son los fines? Y es que, esta última pregunta es maliciosa: las consecuencias y los fines son cosas diferentes, y en no pocas ocasiones hasta contradictorias, más aun en lides políticas.

El año pasado, al momento de abordar la cuestión de la “Salud Global” lo hicimos  preguntándonos ¿Qué tiene que ofrecer la salud global al estudio de consumos de cannbis prolongados? La respuesta fue que al Salud Global ofrecía poco al momento de hablar de drogadicciones, lo cual no implica que no se preocupe por otros consumos como el Alcohol o los alimentos, igual que el “consumo de medicamentos” es una preocupación primordial –muy noble quiero destacar de forma particular, si bien muy paradita sea dicho-. En este ensayo nos alejaremos de una proposición tan concreta y nos dirigiremos más bien a un estudio general y amplio de la cuestión.

Primeramente nos queremos preguntar: ¿Qué es la “Impelementation research” y su relación con la Salud Global? Las publicaciones son centralizadas, eso es indudable. Pero el refinamiento metodológico es tal que en muchas ocasiones largas listas alteran sutiles órdenes de elementos, o el número de los mismos: ahí donde alguien ve 3 pasos, otro ve 4 o 6. Ahí donde uno habla de “pacientes” la mayoría habla de “stakeholders”, mientras que en otros directamente se omiten los enfermos de las enumeraciones de agentes o actores. Por otro lado existen después métodos o “modelos” muy reglados u organizados académicamente –es decir, que son comunes en varios estudios publicados y apoyados por varios académicos con la agencia propia sus respectivas instituciones-. Finalmente, las traducciones al español suelen ser pobres, y en recuerdo del español de América que calca la gramática inglesa y la replica al español.

Seguidamente querremos enfocarnos en un contexto determinado: el hispano. Todo el ámbito hispano fue uno de los primeros en entrar en lo que propiamente llamaríamos “globalización” –el anterior que me parece más próximo sería el otomano, si bien su ausencia de relaciones transoceánicas abiertas es problemático en relación al caso hispano y, en última instancia, con las globalizaciones actuales-. Los primeros sistemas de salud en América no vienen de EEUU, cosa que olvidan muchos críticos de los “estándares occidentales” y de la occidentalización. Tampoco las primeras publicaciones, ni las primeras facultades universitarias. Por otro lado, el caso peninsular abre la puerta a las primeras reformas modernas sobre sistemas de salud. Pero también la ordenación policía y jurídica de esos territorios ofrece casos de gran interés. Aquí, nuestra principal preocupación, es mostrar dos caos: por un lado, que no es todo nuevo por llevar una etiqueta diferente. Muchos fenómeno contemporáneos son muy viejos,  llevan replicándose desde tiempo ah, y es lógico si se piensa desde una concepción  no progresista de la historia[1] –progreso este que se comparte desde la Ilustración como muy bien señalaron ya célebre Horkheimer y  Adorno, aunque sin el más mínimo efecto fuera de los “estudios literarios” tal y como podremos ver-. Pero a su vez todo el bloque hispano se ha ido introduciendo, ahora sí, en lo que se llama “Global health” mediante fundaciones, tratos entre gobiernos por el desarrollo y la promoción económica, mediante expulsiones clericales y financiamiento de otras –piense en el evangelismo americano o el Opus Dei en la España fascista-.

Finalmente, más que en una “región” querremos centranos en un “área de intervención” de la salud. Es ahí donde se verán varias tensiones emergentes, pero ante todo esa supuesta “globalidad” quedará quebrada en un sentido espacial, en contraste con el quiebre temporal que proponemos en el apartado anterior. La salud mental, de por su rótulo extraño en muchos frentes, es uno de los campos más importantes de intervención sanitaria desde hace, directamente, siglos. Se formalizó tal y como lo conocemos en el largo silgo XIX –el contraste entre un Pinel y un Freud-. Y se desarrolló de modo riquísimo en el primer tercio del pasado siglo hasta que en la década de los 60 aparecieron nuevos paradigmas –entre ellos el supuestamente revolucionario “antipsiquiátrico” que algunos en la URV sostienen  en base a fantasmas de hace más de 50 años… es escandaloso el poder de la fantasía frente al “desencantamiento”, nos gustaría poder decir-. Pero, no cabe pensar eran que las ciencias evolucionan “globalmente” al unísono. No; más bien se configuran de modos muy particulares, que van reuniéndose de modoso diversos y no siempre armónicos –Gestalt vs Psicoanálisis o Evolucionista vs Behaviourista por ejemplo -.

Finalmente, plantearemos algunas conclusiones. Si bien, como en otros trabajos, no nos gusta dejar ex proceso unas conclusiones que niegan una reconstrucción elaborada y expuesta de forma extensiva en los sucesivos folios: un artículo, por definición, es la versión sintética de un estudio que puede extenderse hasta un libro. La otra opción son los estudios exploratorios que deben dejar sintéticamente los resultados de un estudio determinado: lo más interesate es que estos estudios rara vez ponen “toda la carne en el asador” de las conclusiones: directamente ponen un apartado de “findings” o “relevant cocnlussions”.

Definición e indefinición:

Lo primero es lo evidente: ¿Desde cuándo existe esta articulación entre conocimiento y desarrollo? La implementation research se define en el ToolKit de la OMS (2014: 2)[2] como:

This form of research addresses implementation bottlenecks, identifies optimal approaches for a particular setting, and promotes the uptake of research findings: ultimately, it leads to improved health care and its delivery.

Es decir, es una forma de investigación que se centra en los problemas de aplicación del conocimiento, de proyectos y políticas, en la producción, distribución y consumo de la salud. Más allá de los evidentes problemas –por ejemplo que al salud sea un producto, o la verticalidad de muchas de estos programas en su propia “implementación” estructural[3]-, nos queremos centrara ahora más bien en su “novedad”.

En este plano, el de la definición, nos encontramos con una función de saberes. Es decir, no se está analizando, por ejemplo el “Conocimiento académico”, o las “Técnicas tradicionales” en contraste de alguna profesión. Se está describiendo un conocimiento, y la manera de producirlo y el porqué de su utilidad –más allá de que se está manejando “útiles” diversos de dichas intervenciones, mucho más allá de los “Toolkits” que se planteen-. Así pues, nos es necesario salir un poco: ¿Este tipo de conexión entre desarrollo, salud y conocimiento es un desarrollo reciente?

Lo evidente, es que no. Podríamos volver a retomar el célebre discurso de Truman que tantas infamias ha producido –algunas justificadas, otras envueltas de una leyenda negra antiyanque-, pero justamente las raíces irán mucho más atrás. Ahora mismo, solo por coger un ejemplo, podríamos pensar en la Poiltics and Economic Planing (PEP). Esta organización se fundó en 1931 –el periodo de entreguerras- como una fundación benéfica para desarrollar estudios económicos para la intervención política. Tuvo expertos propios, pero también externos –especialistas y no especialistas-. De igual modo sus publicaciones fueron un medio fundamental de difusión del conocimiento generado. (Ritschel, 1997)[4]

No son pocos los que en la actualidad cuando han de pensar en las relaciones entre Medicina y Política pública hecha la mirada aun más atrás. Cuando Martínez Hernández (2011)[5] ha de felicitar a la revista Saude & Transformaçao Social, lo hace iniciando sus líneas buscando la continuidad de esta publicación con un “compromiso” anterior, histórico, si se quiere canónico: el de Virchow y al publicación Die Medizinische Reform. El espíritu que busca recuperar, o más bien sostener Martínez es el de asumir que:

la salud es un tema de interés político y general y que los factores económicos y sociales deben ser indagados como causas y condiciones de las enfermedades humanas.

(ídem: i)

Así, algunos han querido ver en Virchow un reclamo por la salud democrática, o cuanto menos popular. Virchow nos ha legado la descripción clásica sobre las fiebres tifoideas (Osterhammel, 2015: 284)[6]. Y es que Virchow es reconocido por aportes muy diversos: en especial en el ámbito clínico, sus aportes al estudio celular. Pero también fue un hombre de su época, como lo somos todos. Su polémica en relación a la evolución darwiniana es una buena muestra, defensor de que el neandertal era un ejemplar individual deforme y no tanto un “eslabón perdido” a explicar –lo cual, además, es lógico en correlación con su oposición a  ciertas teorías eugenésicas de la época heredadas de la ilustración-. En este sentido, muchos de los saberes de  mediados del XIX ya estaban articulándose en esquemas que nosotros también hemos heredado.

Hacia mediados del siglo XIX, los científicos compartían un concepto de ciencia que renunciaba a la vieja «aspiración a la estricta generalidad, necesidad incondicional y verdad absoluta» y pasaba a hacer hincapié en el carácter reflexivo del saber, su validez condicional, intersubjetiva y autonomía en el seno de un sistema social específico de las ciencias.[7] La vieja comunidad imaginaria de los eruditos[8] […] dio paso a[l] […] científico [que] se veía como un «profesional», especialista de un campo netamente delimitado, un tipo distinto del «intelectual» que, con mucho talento expresivo, se dirige a una opinión pública más amplia y está más comprometido políticamente. Se había abierto camino hacia las «dos culturas«, y solo unos pocos naturalistas como Alexander Von Humboldt, Rudolf Virchow o Thomas H. Huxley hablaron y encontraron audiencia para sus ideas sobre las cuestiones extracientíficas. Hacia finales del silgo XIX, los gobiernos empezaron a interesarse mas que nunca por la ciencia; la policía científica se desarrolló como un nuevo sector de la actividad estatal sistemática.

(Ídem.: 1094-1095)

Es decir Virchow es una muestra más de una serie de preocupaciones contextuales, y que en realidad pese a las desinformaciones de Osterhammel, son previas y se articulan de modos muy prolongados desde  -aproximadamente- el siglo XV en adelante. Es interesante, no obstante, como pese a este paradigma de relación entre el poder y el saber, Foucault no habló ni de Virchow ni de Humbolt ni de Huxley en su Le naissance de la clinique. Sin lugar a dudas, el hecho de que este sea un manual para muchos, explica la ausencia de cierta revisión “crítica” generalizada.

Hay quien podría afirmar que Virchow es el antecedente de la Medicina basada en la Evidencia. Sin lugar a dudas, eso sería mucho decir. Por esa regla cualquier negador de la astrología o al fisiognómica premoderna estaría avanzando la medicina moderna. Y eso no es así. No obstante, sí que puede decirse que algo tiene que ver. A parte de los propios del trabajo de Virchow –ver nota 7-, podemos también fijarnos en la evolución propia de al “Medicina basada en la evidencia” –antesala de la Implementation Research-.

Evidence based medicine is the process of systematically finding, appraising, and using contemporaneous research findings as the basis for clinical decisions. For decades people have been aware of the gaps between research evidence and clinical practice, and the consequences in terms of expensive, ineffective, or even harmful decision making. […]

Most readers will recognise that the ideas underlying evidence based medicine are not new.

(Rosenberg y Donald; 1995)[9]

Rangachari (1997)[10] en un artículo relativamente popular, recuperaba a Pierre Charles Alexandre Louis como uno de los antecedentes de la Medicina Basada en la Evidencia, por su contribución a formular la Medicine d'observation. Si bien esta asociación la hace el autor con cierta malicia –el exponente por antonomasia de la época sobre estadística y medicina es Quetelet, al cual ni cita-, hay ciertos elementos de cómo funcionó que sí son indicativos. Por un lado, y principal, es una autor que atrae por su propia periferia en el sistema médico francés la atención de estudiantes y expertos estadounidenses, los cuales migraban en masa a Paris para estudiar medicina. Su claridad y capacidad de convicción no eran menos –lo cual no quita que ya hubiera suspicacias como las del doctor James Jakson Sr.-. Estos mismos estudiantes facilitarían al traducción de sus doctrinas y su difusión. Finalmente la institucionalización más clásica llegó:

Henry Bowditch, organized the Boston Society of Medical Observation for discussing cases seen at the Massachusetts General Hospital and in the city. This was similar to one that had been created in Geneva called the Société Médicale d'Observation (with Louis as perpetual president), which functioned as a critical appraisal journal club.

(Ídem.: 282)

En esto es importante reiterar: El caso de Louis no es representativo de la Medicina Basada en la Evidencia. Es sintomático de los fenómenos que la envuelven, no obstante: relaciones académicas internacionales, interdisciplinariedad, positivismo, inversión estatal en el desarrollo de al salud pública, desarrollo de los medios de comunicación y transporte, etc. Como fuere, las dos guerras mundiales traerían grandes aportes al desarrollo de la medicina. Y nos situamos a mediados del siglo XX con una gran relevancia de la epidemiologia clínica –se desarrollaría algo más tarde la llamada “epidemiología crítica”-. Agustín Bratfor Hill, profesor de estadística en Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, demostraría en la década de los 50 la correlación entre cáncer y consumo de tabaco.[11] Y es que los desarrollos en epidemiología son fundamentales. Pensemos por ejemplo en la importancia de las experiencias africanas para el desarrollo de la nueva epidemiología en los 80, asentado en experiencias previas como el Poryecto Pholelea, fundando el Pholela Health Center en 1940.[12] Como Advierte Frikce (2022)[13]: “the post-World War II debates over development programs and the rationality of widely differing fertility regimes across societies”. Pero también se desarrollarían otras disciplinas, como la psicología; igual que surgirán nuevas como la etología. La medicina crítica también se desarrollará en estas décadas –posteriores a la II Guerra Mundial-, con especial impulso de tecnologías como la Reanimación Cardiopulmonar, la estimulación eléctrica del corazón mediante desfibrilador, la nutrición parentelar ya en los 70, respiradores y muchos otros. Ellos marcarían la transición que Gómez Rubí (2002: 31 y ss.)[14] sintetiza como que la “vigilancia electrónica de los parámetros fisiológicos (monitorizada) comienza a sustituir a la clínica”. Así pues, no podemos acusar  al “medicina basada en evidencia” de ser una superflua mezcla de “old french wine with a new Canadian label” como escribiera Rangachari. Hay viejos vinos, pero también los hay nuevos: Archibald Cochrane –alumno, por cierto, de Bradford Hill (Hortiales et al., 2017)[15]-, y la fundación homónima, son vectores muy recientes de un fenómeno que lleva desplegándose muy lentamente.

Esta medicina no es nueva. La que es nuevo es la evidencia sobre al cual se sustenta. Y la medicina propiamente no es nueva, es que ya no es “meramente medicina”. La medicina parece cada vez ser menos un arte, una técnica, y parce convertirse más en una ingeniería, sea individual bien sea social. Los ejemplos van desde los retoques estéticos, hasta la eugenesia y la transexualidad[16] o los debates entorno al aborto y la eutanasia –núcleo mismo de la emergencia de la bioética-.

Cuando toca desarrollar, o mejor dicho, desplegar proyectos de salud todo este imbricado campo de ciencias, métodos, disciplinas, academias e instituciones, filosofías y teorías toca vertebrarlo y concretarlo. En este sentido, la medicina Basada en al Evidencia es acuñada en al década de los 80 y es estabilizada y propagada durante la década de los 90: es del 97 la traducción al español de Medican basada en la evidencia. Cómo ejerce y enseñar la MBE[17] de Sackett. A penas en el 2006 se abrió una revista para la “Implementation research”: Implementation Science. Tanto para autores extranjeros (Lobb y Colditz, 2013 o Theobald et al; 2018) como hispanos (Suarez Obando, Gómez Restrepo y Castr-Diaz; 2018) [18] es innegable la relación entre “Impelmnattion research” y “Medicina basada en la Evidencia”. No obstante, sí queremos hacer notar que la OMS ha procurado disimular estas relaciones. En su ToolKit (OMS, 2014) para la Investigación de Implementación a penas menciona la “Medicina basada en la evidencia” (Evidence based medicine), intercalando la noción de “based” con otros elementos dejando de dar así primacía al concepto “evidence” y abriéndose a una supuesta pluralidad de fenómenos –pese a que los protocolos están estructurados en un campo mucho menos plural, igual que las noción que se manejan de riesgo, salud u otras; como exige un mínimo de coherencia por otro lado (Bueno, 1987)[19]-.

En parte, junto a lo que iremos mostrando en los dos siguientes apartados, debe mostrar no obstante algo crítico: estas supuestas exploraciones emergen de un espacio hegemónico occidental. No salen de todo el “norte global”, pues no todo el Norte es igual. El Espacio colonial inglés[20], igual que sus instituciones estatales han sido la clave para estos planteamientos. Esto hace que la “tradición” científica y política a las cuales se acogen sean de un corte muy malo. Por así decirlo: se necesita justificar que todo esto se reduce a problema del XIX en adelante. Que lo más clásico es la física social de Comte o alguna tontería por el estilo –como hablar de Louis pero no de Quetelet-.

Contextos: el caso hispano.

El ministerio de sanidad publicó en 2015 una guía sobre la Implementación. El documento se centra en la “calidad de vida”, antes que la duración de al misma, ya que España es uno de los países con mayor esperanza de vida pero no necesariamente de alta calidad. Fenómenos como la transición demográfica o la transición epidemiológica son centrales. Todo ello en el marco de la intervención sobre factores sociales. La ausencia de la ecología podría sorprender a algunos, más por al ausencia de un dogma bien arraigado en las políticas globales norte-sur, en especial vinculación con los recursos energéticos- Esto se debe a que parte de la “evidencia” muestra que “los factores que más influyen en la salud son los sociales, frente a factores genéticos o biológicos que influyen menos y además no son modificables” (Mins. San., 2015: 53)[21]. En España esta preocupación por los determinantes sociales de la salud ya es vieja, pero no en el sentido que se da comúnmente. En función al panorama descrito en el apartado anterior, se ajustan las publicaciones del llamado Informe Navarro (Navarro y Beneach, 1996)[22] y el más reciente Avanzando hacia la equidad (Min. San; 2010)[23]. Estos se unen con la Encuesta Europea de Salud en España –en línea con el “European Health Interview Survey”-. Como muestra riquísimamente Javier Segura (2014)[24] en un estudio excelente –si bien plenamente Etic.-; los antecedentes de estos estudios son el Informe Blak británico, o las investigaciones de la OMS. También están de fondo (ídem. 49) varios desarrollos epidemiológicos como los de Mervin Susser, Nancy Krieger o Almeida Filho –ya mencionados en estas páginas, y desarrollados en notas-.

Si bien esta suerte de sociología es importantísima al momento de determinar una intervención actual, la historia siempre nos ayuda a tomar una perspectiva con respecto a nuestras propias acciones: descubrir mediterráneos como hacen algunos. No abordaremos el contexto franquista, pero sí que podemos dar un salto a eso que Huber (2006)[25] llamo “the unfication fo the globe by desease”. En los sucesivos acuerdos de salud alcanzando a  nivel internacional durante el siglo XIX, España no se había quedado atrás. Suscribió muchos de ellos, y parte de su legislación reflejó dicha actualidad. No obstante, como señala Rodríguez Ocaña (1994: 14)[26] estas reformas no supusieron un cambio real de la estructura interna del sistema sanitario, sólo “la reforma de la Sanidad marítima y de fronteras (lo que competía a Sanidad Exterior en España) estuvo en primer plano de actualidad en torno a comienzos de siglo”. Ello sucedería en varios frentes y en momentos futuros, así la “Instrucción [General de Sanidad] es el texto más largo y minucioso en la legislación internacional comparada”. Así, bajo el gobierno del general Primo de Rivera, y por consejo de Ramón y Cajal, en 1923 España entra en contacto con la  International Health Board, una división de la Rockefeller Foundation. Rodríguez Ocaña (2000: 33)[27] le reconoce a estas intervenciones durante varios años 4 aportes esenciales para la salud pública española:

[1] La exigencia de una formación especializada, para lo que se creó la Escuela Nacional de Sanidad, [2] el establecimiento del servicio de Estadística como columna vertebral de la D.G.S., [3] la organización sanitaria interior según el modelo sectorizado de centros de Higiene rural ensayado en Cáceresy sancionado por la Conferencia internacional de 1931 [4] así como la inspiración de un régimen de incompatibilidades en el ejercicio de cargos públicos fueron consecuencias directas de la presencia de la Fundación Rockefeller.

El artículo de Ocaña es un estudio bien informado en los archivos de la Rockefeller, y nos permite internarnos tanto en la perspectiva estatal como, ante todo, por la de la administración de la fundación norteamericana. Se reiteran los mensajes de corrupción sea desde al jerarquía o bien desde los propios trabajadores, se denuncia la falta de recurso económicos e infraestructurales, se denuncia la autoridad dogmática de los altos cargos, la falta de interés por parte de los jefes por las novedades y proyectos, así como los problemas genéricos del régimen político de turno –fuera la República fuera la Dictablanda o la Dictadura-. Todos ellos, son comentarios que se recogen de las experiencias en la “Implementation Research” (véase Theobald et al, 2018 y Rifkin, 2009)[28]. Como sabe identificar muy bien Rodríguez Ocaña (2000: 28), el interés de la fundación no era el mero amor libre –hasta amor y libertad son realidades y conceptos polisémicos-. Por un lado [ciertos sectores de] España se interesa por la fundación por algunos éxitos ya prestados, en especial en América; de igual modo y desde la Fundación:

Sólo la inmanente tentación imperial de la I.H.B., tal vez subrayada por el antiguo papel hispano de metrópoli respecto de las Américas, explicaría el último porque de los acuerdos entre la Fundación Rockefeller y España.

Los antropólogos españoles conocemos muy bien esta realidad, ni que sea por puro conocimiento doxográfico, por los trabajos de Foster en la península Ibérica, donde tuvo como colaborador más preciado al eterno maestro Julio Caro Baroja. No obstante, estos estudios no se limitan a Foster. El interés por lo hispano por parte de EEUU ha de ir por fuerza más allá, a fin de cuenta la mitad sur del territorio es de cultura hispana, igual que algunos territorios de ultramar como Puerto Rico –ya todos conocemos la triste historia de Filipinas[29]-. Un buen ejemplo es el Hispanic Health Council, donde colaboran autores de gran prestigio como Merril Singer (2003)[30].  E incluso la célebre etnografía de Scheper Hurgues se encuadra en el contexto de la intervención de Kennedy para reorientar las relaciones con los países latinoamericanos: “La Alianza para el Progreso”. Según Green et al (2009: 159)[31], la intervención de Kennedy y Johnson son claves para el impulso de un conocimiento y su estructura a nivel global desde las coordenadas hegemónicas de Estados Unidos. Singer (2003; 2 y 3) habla de la “anthropolgoical difference”, una expresión acuñada en los 80 para hablar del apoyo dado por la antropología a la implementación, a la práctica. No obstante, no hacía falta irse tan adelante. Ruth Benedict, Margared Mead, Murdok y muchísimos otros colaboraron con su gobierno en planes de gran y pequeña escala. Es lo que se ha llamado largamente en al antropología americana “antropología aplicada”[32]. Cuando Beals y Hoijer (1972: 730 y ss.)[33] dedican su último capítulo a la antropología aplicada, cogen dos ejemplos muy interesantes. El segundo es sobre las pruebas atómicas en la isla Bikini, y que obligó a reubicar a poblaciones nativas con cambios inconmensurados en un principio. Pero el primer ejemplo que toma es el de la conquista de Méjico por parte de los Españoles. En España se produjo la primera reorganización moderna de hospitales en Europa bajo el auspicio de los reyes católicos, unificándolos y centralizando funciones (López Piñero, 1989)[34]. El primer libro de Medicina de América se publicó en imprenta de Méjico. E inclusive, el primer proyecto universal de vacunación salió también del imperio. No pienso defender que España fuera una santa: España no existía entonces, era otra cosa. Lo que si que voy a defender es que, como España fue un imperio hegemónico, lo es ahora Estados Unidos y la Common Wealth –en esa transición/degeneración que tarda tantísimo en realizarse, pero que probablemente se acelere ante la muerte de Isabel II de autoridad religiosa-.

Pese a la invasión de la salud intercultural (Campos-Navarro, 2004)[35], la epidemiología cultural (Menéndez, 2008)[36] o la Etnoepidemiología (Almeida Filho, 2020)[37] parece que no se produce el desencantamiento del mundo. Las supuestas técnicas cualitativas que debían revolucionar la producción de conocimientos son cada vez más degeneradas (Ramírez Hita, 2013)[38]. Las grandes narrativas de postdesarrollo junto a las teorías posestructuralistas hacen otro tanto, por mucho que sus representantes tiren balones fuera por mantener el sillón (Escobar y Viola, 1999)[39].

Ciencias: la psicología.

Finalmente, queremos dar muestra de otro contraejemplo. La salud Global se presenta como un paradigma unívoco en muchas ocasiones. Lo cual no implica que no se reconozca heterogeneidad interna. No obstante, parece existir una matriz común: Weber, Berger y Luckman, R. Merton o Foucault (Hanna y Kleinman, 2013)[40]. Es notorio que todos estos autores no son anteriores a la segunda mitad del siglo XIX, es decir que se está manejando un rango de teoría brevísimo en el tiempo, y más pobre aun en cuanto a riqueza de materiales analizados y teorías elaboradas: tiene más de una escalera con muchos escalones que de un arcoíris con infinidad de matices de color.

Cuando Kirimayer y Swartz (2019)[41] escriben sobre “cultura” y “salud mental global” no piensa en un aspecto esencial: ¿Hay algo global fuera de su rango de operaciones? Es decir ¿Al hablar de “global” estamos dando por sentado que una única forma de hacer algo “global” o se es consciente de esa pluralidad de globalizaciones que imperan sobre el mundo (Bueno, 2002)[42]? Esta tensión sobre las tradiciones locales es un elemento crítico con diferencia. Si bien es cierto que cierta universalización de conocimientos no tiene por qué ser conflictiva, e inclusive la erradicación de saberes previos perjudiciales puede ser considerada un éxito, ello no niega que cuando no se da esa desigualdad de partes puede ser que se den respuestas de tipo reaccionario.

En España esta historia es ya larga. Méndez Pelayo es uno de los mejores ejemplos al respecto, junto al ilustre Padre Feijoo primer contestatario que alza acusaciones ilustradas. Caro Baroja igual que Joan B. Llinares fue otro autor que aspiró a defender y levantar estandartes en defensa de la tradición española de antropología –e incluso europea al recordar que es Kant el fundamento de la antropología contemporánea y ningún abogado de despacho inglés o estadounidense-. Gustavo Bueno hizo lo propio con la filosofía, cosa que como pudimos ver en mi lectura a Fricker (Llinares, 2023)[43] es aun necesario; desempolvando viejos escolásticos y sacerdotes más modernos que los ilustrados, recordando el latín y el alemán frente al inglés o desarrollando él mismo un  “sistema” y una academia –que algunos llaman secta… es curioso porque ese nombre podría aplicarse a muchos grupos de pensamiento… ¿Think Tanks los llamaban no?-. Pues con la psicología ha pasado algo parecido en Francia.

Como es bien sabido Francia fue uno de los países cuyos aportes para el desarrollo de la ciencia contemporánea fueron más relevantes, y mucho más en el ámbito de la salud y la salud mental –en cuántas novelas de época los sanatorios están más allá de los Alpes-. Si bien la Declaración de Hawái (1977) tubo relevancia, y además puso en el centro un debate que aún es doloroso de recordar a día de hoy –los abusos sobre internados[44]-, también dio paso a la asunción de una ética médica muy concreta, donde el individuo por ser tal tenía toda una serie de derechos inalienables –cosa irónica, pues Estados Unidos ha sido un país que ha violados derechos como si no hubiera un mañana (y lo digo explícitamente señalando a la noción de apocalipsis y mesianismo)-. Esa noción ante ciertos autores franceses implica la importación de una ética individualista a la yanquie. Tiago Pires (2017)[45], un historiador portugués de al psicología algo heterodoxo, ha estudiado recientemente estos debates con detalle. Autores como Horassius advertían que los internamientos se reducían, pero a la vez se hacían más frecuentes; a parte de que se percibía un falta de estigmatización que se transformaba en naturalización de la patología psicológica. Jean Pierre Vidal señalaba que la noción individualista de la salud había también dejado desprotegidos a muchos enfermos mentales, los cuales eran internados de forma inmediata para evitarles daños inmediatos y autolesivos; pero la verdad era que esa gente no tiene familia ni para asegurar la entrada en el centro ni para hacerse cargo a la salida del mismo. Aspectos como la “multiculturalidad” han traído también problemas en su inserción en el diagnóstico y en la gestión de la persona –debates como los que ha sostenido Fassin por ejemplo-: ¿Si todos somos ciudadanos a qué viene reconocer ninguna particularidad?

¿De qué nos sirve este caso?

the construction of this opposition as part of a historical process, specifically the globalization of models of mental health care, the legal codification of bioethics and the onset of sanitary democracy.

(ídem.: 338)

Es decir, no vivimos en un mero continuum de debates teóricos y prácticos fácilmente implementables por el hecho de considerarlos así: lo que es implementable o no, y lo que es “evidente” –objetivo- no depende de debates puros entre Kleinman y Good, o Menéndez y Almeida. Las críticas de Henrich (2022)[46] a lo que él ha llamado “psicología WEIRD” son un muestra riquísima no tanto de soluciones, las cuales nos parecen escasas e irrelevantes, sino de los problemas en la producción misma del concomito, de la evidencia. Un conocimiento que, además, lleva mucho operando y constituyéndose en “tradición” canónica.

Conclusiones:

Naciones Unidas, y sus principales financiadores como Estados Unidos y varias de sus fundaciones, empresas y fondos hacen una ingente labor en el mundo por mejorar las condiciones de vida de millones de individuos sobre la faz de la tierra. En ocasiones ello implica castraciones forzosas, en otras enseñar a las mujeres a usar preservativos. En unas ocasiones implica experimentar con al propia población con materiales radioactivos, en otro luchar por que ciertas vacunas y tratamientos lleguen a los hogares más pobres de los Andes. En unas ocasiones intervienen en países desarrollados para dar apoyo a políticas propias, en otras se orquestan varios países desde la propia OMS como el caso de la pandemia de al COVID-19 –por mucho que todos sepamos que no hubo una coordinación real, eso no quita que sí hubieran campañas, estudios y aplicaciones exitosas-.

No obstante hemos querido remarcar dos dimensiones problemáticas cuando el discurso cae por vez primera en nuestras manos. Por un lado, como antropólogo español me pregunto por cómo afecta esto a mi país. Veo que España está en la OMS y tiene una buena salud, aunque también veo que los problemas económicos se cronifican. Veo que los jóvenes tienen nuevos problemas de salud que se han descontrolado en relación a generaciones previas. También veo que América, esos que acogieron a mi familia con los brazos abiertos después de la guerra civil, hacen cada vez colas más largas como Venezuela o se endeudan aun más como Argentina y Chile –un modelo de capitalismo a la Japonesa, subrogado pero que nunca se ha apropiado-. Pienso en que los grandes nombres de estas teorías raramente son hispanos, y si lo son es porque ya no recuerdan sus tradiciones locales. Estepais, que decía Larra con una ironía macabra, creo que se hunde. La implantación de la antropología de la salud es pobre. Yo mismo busco trabajo, junto a tantos compañeros, y no sabemos exactamente qué será de nosotros. Nadie quiere un antropólogo… pero ciertamente ¿Lo necesitan? La salud Global me dice que sí. Yo me acuerdo de lo que contestaron unos receptores de planes de desarrollo: “Estamos aprendiendo algo nuevo; todo está bueno, solo nos falta dinero” (Galicia y Balán, 1967: en Menéndez; 2018: 483)[47].

Como todos sabemos los “objetivos del milenio” no se cumplieron. Pero la agenda sigue adelante, y la agenda 2030 es más larga y abstracta que la anterior. ¿Cuál ha sido nuestra respuesta ante los fracaso? Creo, que poner el carro delante de los caballos. Las agendas de la OMS parecen cada vez más cuestión política que está dispuesta a deconstruir –y no en un sentido positivo a la derridiana, sino en un sentido peyorativo como va adquiriendo la palabra- la conducta del hombre como la mejor sociología de la conducta y política de la conducta americana han hecho (por ej. Merton, 1936 y véase Sánchez Agesta, 1962)[48]. Yo no me pondré a discernir estos límites, ya lo han hecho otros mejor que yo (Nuño, 2016)[49]. Pero sí que puedo dar muestras fehacientes de que más allá de las preocupaciones individuales, personales y en última instancia biográficas, hay elementos exógenos que nos reclaman fácilmente. Que la salud no es un concepto abstracto, que los medios son tan importantes como los fines, la historicidad de todo fenómeno humano, los cambios inevitables de las hegemonías, etc.

Bertsein (2005)[50] al analizar la cuestión de la Salud reproductiva llega a una conclusión: no ha habido consenso alguno. La moral choca por doquier. Berstein habla de una moral a la anglosajona, al modo de Hume. Donde al final Moral y Ética son relativos: la moral no tiene autoridad, porque es imaginada como toda tradición, es como creer en un cuento que nos explican nuestros padres; y por otro lado la ética es política en tanto que la ética se encargaría de los quehaceres públicos. Pero “Moral” tiene otro significado en nuestras más diversa tradiciones –las hispanas y las italianas-. La moral es la costumbre, el “habito”. Y justamente son esas “conductas” habituales –no otras rituales, extraordinarias, cuotidianas[51], etc.- las que no están alineadas de forma previa a formulación de dichas políticas. Muchas políticas no reflejan necesidades reales de la población: ¿Cómo pueden estar aplicándose políticas de género en países donde literalmente tiene guerras abiertas, grupos armados miliares o paramilitares totalmente ácratas, donde la corrupción impide cruzar una porción del país sin tener que pagar un infinidad de sobornos? Esta crítica, por cierto, no es de un neurótico, justamente se las escuché a L. E. Menéndez casi desesperado después de treinta años dedicados a los alcohólicos de ciudad de México.

Pero es que, en un nivel más profundo, era inevitable esa constatación fáctica a causa de la inexistencia de una comunidad moral previa que pudiera servir de fundamento a un derecho verdaderamente supranacional surgido de un auténtico gobierno mundial.

(M. Ayuso, 2018: 254)[52]



[1] Un excelente ejemplo de esto es la arqueología: está en realidad no ha sido un invento del XIX. Primero de todo tiene varias pulsiones desde el siglo XVI, pero es que aparte es muy probable que ya civilizaciones anteriores hicieran pesquisas arqueológicas en sus entornos. En el caso occidental, el más relevante y accesible es el de la madre del emperador Constantino, Santa Elena. Véase en general: RUMF, Andreas (1962). Arqueología. V. 1 de 2. México: Unión Tipográfica Hispano Americana.

[2] WHO (2014). Implementation Research Toolkit. Workbook. Ginebra: Wolrd Health organization.

[3] Estos problemas emergente de al asunción implícita entre Third Way y programas de globalización por la Salud Pública. Véase: Muntaner, Lynch y Davey (2001). “Social capital, disorganized communities, and the third way: understanding the retreat from structural inequalities in epidemiology and public health”. En: International Journal of Health Services. V. 31, Nº 2. Pp.: 213-237.

[4] Ritschel, Daniel (1997). “Political and Economic Planning: The PEP Group”. En: The Politics of Planning: The Debate on Economic Planning in Britain in the 1930s. Oxofrod: Oxford Historical Monographs. Pp.: 144–182.

[5] MARTINEZ HERANDANEZ (2011). “Mantener el asombro”. En: Saude & Trasnforamçao Socail. V. 2, Nº 1. Pp.: i-iii.

[6] OSTERHAMMEL, Jürgen (2015). La transformación del mundo; Una historia global del siglo XIX. Barcelona: Editorial Planeta.

[7] No obstante dice Virchow: “En el transcurso de estas lecciones se verá que es casi imposible tener ideas más mecanicistas que la que yo profeso cuando se trata de interpretar lo que pasa en las formas elementales del organismo”. VIRCHOW, Rudolf (1998 [1879]). “La concepción celular del organismo”. En: López Piñero (Comp.) Antología de clásicos médicos. Madrid: Triacastela. Pp.: 265-268.

[8] Osterhammel es profundamente continuista de muchos de estos estatutos que está planteando, lo que en muchos sentidos lo es sin saberlo. En este caso esta es una distinción Kantiana [Pastor & Erudito], es decir algo previa al contexto que está describiendo; pero en su texto no se hace explícita esta distinción. No la naturaliza históricamente, pues ello podría hacerse mediante argumentación. Sencillamente pasa acríticamente –ni naturalista ni culturalista-.

[9] Rosenberg W, Donald A. (1995). “Evidence based medicine: an approach to clinical problem solving”. En: BMJ. Nº 310. P.: 1122

[10] RANGACHARI (1997). “Evidence-based medicine: old French wine with a new Canadian label?”. En: JOURNAL OF THE ROYAL SOCIETY OF MEDICINE. Volume 90. Pp.: 280-284.

[11] Es notorio que le dediquen un capítulo en: DOLL y WAGSATFF (2006). ““Science Will Always Win in the End”: The Epidemiologist Who Proved that Smoking Causes Cancer”. En: Brown y Closser (eds.) Foundations of Global health and Interdisciplinary reader. Pp.: 40-45. En general esta obra es muy rica en  muestras de lo que hemos procurado ir describiendo en este ensayo.

[12] Véase el sitio web del centro: << http://www.kznhealth.gov.za/pholela/history.htm >>

[13] FRIKCE (1997). “The Uses of Culture in Demographic Research: A Continuing Place for Community Studies”. En: Population council. Vol. 234, Nº 4. Pp.: 825-832. El año pasado, al amparo de la lectura de Scheper Hughes hice una breve investigación sobre el desarrollo de la epidemiología cultural. Véase en LLINARES, Artur (2023) “Lectura a Scheper Hughes: La muerte sin llanto”. Blog autoeditado. Disponible en: << https://arturllp.blogspot.com/2023/01/lectura-scheper-hughes-la-muerte-sin.html >>

[14] GOMEZ RUBI (2002). Ética en medicina crítica. Madrid: triacastela.

[15] HORTIALES, GOMEZ, BARAJA et al (2017). “Archibald Cochrane: evidencia, efectividad y toma de decisiones en salud”. En: Bol. Med. Del Hosp. Inf. De México. V. 74, Nº 5. Pp.: 319-323.

[16] Si bien por lo general no se han reconocido estos vínculos, son evidentes desde los propios experimentos de John Money. Pero, para evitar acusaciones de excéntricos aludiremos al libro recientemente traducido de Gill-Peterson (2022). Historia de la infancia trans. Barcelona: bellaterra edicions. Creo que no es casualidad que en estas décadas –el Hopkins abre en el 66 su espacio de transexualidad- García Bacca escribiera desde Caracas pensando en el espacio de la casa, el laboratorio y el mercado.

[17] Nótese que la editorial se llama Churchill-Livingstone… sin lugar a dudas es irónico que algunos proclamen la necesidad de una descolonización de la salud global, cuando de facto el colonialismo –virtual o actualmente- es fundamento de todo esto. Pensamos en Affun-Adegbulu C, Adegbulu O. (2020). “Decolonising global (public) health: from Western universalism to Global pluriversalities”. En: BMJ Global health. V. 5, Nº 8. Pp: 1-3. Publicación en línea: <<https://gh.bmj.com/content/5/8/e002947.long>>

[18] LOBB y COLDITZ (2013). “Implementation Science and Its Application to Population health”. En: Annu. Rev. Public Health. V. 3. Pp.: 235-251. THEOBALD, BRANDES, GYAPONG et al (2018). “Implementation research: new imperatives and opportunities in global health”. En: Health Policy. V. 392. Pp.: 2214-2228. SUAREZ OBANDO, GOMEZ y CASTRO (2018). “Ciencias de la implementación: de la evidencia a la práctica”. En: Acta Médica Colombiana. Vol. 43, Nº 3. Pp.: 207-216.

[19] BUENO, Gustavo (1987). “El concepto de “etnocentrismo” y sus límites como concepto crítico”. En: Etnología y utopía. Respuesta a la pregunta ¿Qué es la etnología?. Oviedo: Júcar Universidad. Pp.: 36-46.

[20] Y no solo Ingles. África fue un campo de experimentación, en el más estricto, triste y bizarro sentido de la palabra para muchos países –solo hace falta recordar que los campos de exterminio sistemático de los nazis lo desarrollaron ingleses y franceses en las colonias africanas para reubicar poblaciones enteras*-. Un contribuidor muy importante, en especial por el peso de las academias Prusianas y Vienesas en la contemporaneidad –s. XVIII al primer tercio del XX-, son los aportes germanos: mucho más dentro del marco tanto de la Medicina como de la Antropología. Ver: BRUCHHAUSEN, W.; ROELCKE, Volker (2000). “Categorising «African medicine». The German discourse on East African healing practices, 1885–1918”. En: Waltraud Ernst (ed.). Plural medicine. London: Routledge. Pp.: 76-94.

*Dichos campos de concentración los heredaron después los gobiernos liberales de América Latina –si no es que ya los habían aplicado en la caza de indígenas y en la retirada de los derechos de las comunidades. Es ejemplar el caso de Bolivia. Bautista Huanca, Zenón Ferrer (2006). Violencia estatal en Bolivia durante el régimen del Movimiento nacionalista Revolucionario MNR 1952-1964. Tesis de Licenciatura. Disponible en: <<https://repositorio.umsa.bo/browse>>

[21] Min. San., SS SS e Igu. (2015). Guia para la implementación local de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el SNS. Madrid: Min. San., SS SS e Igu.

[22] NAVARRO y BENACH (1996). “Desigualdades sociales de salud en España. Informe de la Comisión Científica de estudios de las desigualdades sociales de Salud en España”. En: Revista Española de Salud Pública. Nº 70. Pp.: 505-636.

[23] MINISTERIO DE SANIDAD Y POLÍTICA SOCIAL (2010). Avanzando hacia la equidad. Propuesta de políticas e intervenciones para reducir las desigualdades sociales en salud en España. Madrid: Dirección General de Salud Pública y Sanidad Exterior, Ministerio de Sanidad y Política Social.

[24] SEGURA, J. (2014). “Las desigualdades sociales en salud: un reto para las políticas públicas”. En: Revista de Servicios Sociales. Nº 55.m Pp.: 47-63.

[25] HUBER, V. (2006). “The unification of the globe by disease? The international sanitary conferences on cholera, 1851-1894”. En: The Historical Journal. N. 42, V: 2. Pp.: 453-476.

[26] RODRIGUEZ OCAÑA (1994). “España en el contexto europeo, 1890-1925”. En: Rev San Hig Publica. Nº 68. Pp.: 11-27.

[27] RODRIGUEZ OCAÑA (2000). “La intervención de la Fundación Rockefeller en la creación de la sanidad contemporánea en España”. En: Rev San Hig Publica. Nº 74. Pp.: 27-34.

[28] RIFKIN. S. B. (2009). “Lessons from community participation in health programmes: a review of the post Alma-Ata experience”. En: Science Direct. V. 1. Pp.: 31-36.

[29] Recientemente se ha publicado el extenso y rico artículo de GÓMEZ RIVERA, Guillermo (22022). “Estadística: la destrucción del idioma español en Filipinas”. En: AA.VV. Crónica de la lengua española. 20221. Madrid: RAE y AALE. Pp.: 233-264.

[30] SINGER, M. (2003). “The Hispanic Health Council: an experiment in applied anthropology”. En: Practicing Anthropology. V. 25, Nº 3. Pp.: 2-7.

[31] Green LW, Ottoson JM, Garcia C, Hiatt RA. (2009). “Diffusion theory and knowledge dissemination, utilization, and integration in public health”. En: Annu. Rev. Public Health. V. 30. Pp.: 151–74. Este artículo lo conocimos por Lobb y Coldiz (2013: 236) quienes lo introducen nada más iniciar su artículo sobre Investigación de Implementación.

[32] Marvin Harris (1998: 613) incluía directamente a la Antropología médica como una subcategoría de la Antropología Aplicada. Harris, M (1998). Introducción a  la antropología general. Madrid: Alianza.

[33] BEALS y HEIJER (1972). Introducción a la antropología. Madrid: Aguilar.

[34] LOPEZ PIÑERO (1989). “Introducción”. En: Los orígenes en España de los estudios sobre la salud pública. Madrid: Min. de San. y Consu. Pp.: 9-55.

[35] CAMPOS NAVARRO (2004). “Salud intercultural en América Latina”. En: Sine Loc. Pp.: 36-43.

[36] MENEDEZ, E. (2008). “Epidemiologia sociocultural: propuestas y posibilidades”. En: Región y Sociedad. V. XX. Nº 2. Pp.: 5-50.

[37] ALMEIDA FILHO (2020). “Etnoepidemiología y salud mental: perspectivas desde América Latina”. En: Salud Colectiva. Nº 16. Pp.: 1-25.

[38] RAMÍREZ HITA, S. (2013). “Usos y desusos del método etnográfico. Las limitaciones de las narrativas en el campo de la salud”. En: Oriol Romaní (ed.). Etnografía, técnicas cualitativas e investigación en salud. Tarragona: URV. Pp.: 43-63.

[39] VIOLA, Andreu (1999). “Antropología, desarrollo y post-estructuralismo. Entrevista con Arturo Escobar”. En: Quaderns de l'Institut Català d'Antropologia. Nº 13-14. Pp.: 145-160.

[40] HANNA y KLEINMAN (2013). “Unpacking Global Health. Theory and Critique”. En: Farmer, Yong, Kleinman y Basilico (Eds.). Reimagining Global Health. An introduction. Los Angeles: University of California Press. Pp.: 15-32.

[41] KIRIMAYER y SWATZ (2019). “Culture and Global Mental Health”. En: Vikram Pael, Harry Minas, Alex Coehn y Martin J. Prince (Eds.). Global mental health. Principles and Practice. Oxford: Oxford University Press. Pp.: 41-62.

[42] BUENO, Gustavo (2002). “Mundialización y globalización”. En: El Catoblepas. Nº 3. P. 2.

[43] LLINARES, Artuir (2023). “”. Blog autoeditado. <<https://arturllp.blogspot.com/2023/01/lectura-fricker-epistemologia-injustica.html>>

[44] En general se articula a partir del llamado “discurso antipsiquiátrico” que se mezclan con muchos movimientos entorno al estado del bienestar y los cambios de configuración posteriores a los 70. No obstante, estas denuncias se llevaban a cabo desde hacía ya muchos años; igual que las denuncias de abusos de poder. Nelly Bly fue una periodista anglosajona que lo denunció en el s. XIX; pero en ese mismo siglo también se recuperaron varias figuras de clásica “locura” a la luz de una óptica romanticista sobre la edad media –cuando Menéndez Pelayo empieza sus “Heterodoxos” lo hace agradeciendo el paso de un siglo que tergiversó de un modo tremendo la “edad media”. No es menor la evidencia de que el siglo XIX se inicia justamente con grandes historiadores, pero también tergiversadores de al misma como Michelet con sus estudios sobre la mujer [que han determinado un canon para el feminismo posmoderno, como es el caso del anticlericalismo y la defensa de la bruja pagana], o J. N. Thierry quien se propuso unir la épica clásica, con la sencillez de los cronistas y la razón de su tiempo, coas que le valió el nombre de “Homero de la Historia”-. Tiago Pires, autor que hemos citado, tiene varios trabajos en este terreno. Dos ejemplos canónicos de “recuperación de locos” son los estudios sobre el Quijote en Alemania y la recuperación popular de “Juana la Loca”; igual que las inventivas sobre Carlos II “el hechizado”.

[45] PIRES, T. (2017). “Global mental health, autonomy and medical paternalism: reconstructing the “French ethical tradition” in psychiatry”. En: History of Psycyhiatry. V. 28, Nº 3. Pp.: 326-343.

[46] HENRICH, J. (2022). Las personas más ras del mundo. Cómo occidente llegó a ser psicológicamente peculiar y particularmente próspero. Madrid: Capitán Swing. Y es que el desarrollo de estos métodos de estudios esta directamente relacionado con la “implementación social” de la ciencia. “En 1904 se fundó la Société Libre Pour l'étude Psychologique de l'Enfant que bajo la dirección de Binet reunía en su seno psicólogos prácticos en las escuelas.", en WOLF, W (1953). Introducción a la Psicología. México: FCE. P: 220.

[47] MENÉNDEZ, L. E. (2018). Poder, estratificación social y salud. Tarragona: URV.

[48] MERTON, Robert K. (1936). “The Unanticipated Consequences of Purposive Social Action”. En: American Sociological Review. V. 1, no. 6. Pp.: 894– 904.

SANCEHZ AGESTA, Luis (1964). “La política como proceso de comportamiento humano”. En: Revista de Estudios Políticos. Nº 137. Pp.: 157-169.

[49] NUÑO, Laura (2013). “Puede ser la vida objeto de ingeniería”. En: Viento Sur. Nº 131. Pp.: 42-51.

[50] BERNSTEIN, S. (2005). “The changing discourse on Population and Development: Toward a New Political Demography”. En: Studies in Family Planning. V. 36, Nº 2. Pp.: 127-132.

[51] En especial por el engaño ontológico del que buena parte de la sociología del conocimiento saca provecho de modo desenfrenado desde el célebre ensayo de Berger y Luckman. Ver REYNOSOS, Carlos (20’11). “Las antropologías fenomenológicas: del empirismo trascendental a la cotidianeidad”. En: Corrientes teóricas en Antropología. Perspectivas desde el silgo XXI. Buenos Aires: sb Editores. Pp.: 217-308

[52] AYUSO, Miguel (2018). “Las aporías de la «Autoridad Mundial»”. En: Verbo. Nº 563-564. Pp.: 251-255.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Religión en el estructural-funcionalismo,

Nota a Barbie: una película triste.