Lectura a Scheper Hughes: La muerte sin llanto.

 Ara be, el registre és sempre la clau. Hom re-

gistra el que pot no el que vol. En aquest «poder

 registrar» unes coses i no unes altres resideix la

personalitat. Per què Ignasi de Gispert no refle-

xiona sobre tendències polítiques i artístiques

del seu  temps, com fa Circi Pellicer a Temps

 Barrat o no parla de les experiències sexuals i

 afectives com, fa Carles Barral a Años de Peni-

tencia?

Maragall i Noble, en un prólogo a las memorias de un neurólogo.


 

Introducción: dos católicos y Latinoamérica (Resumen y contextualización):

Después de la segunda guerra mundial, un nuevo mundo geopolítico se abría a los ojos de unos cuantos –la mayoría de las gentes, no nos engañemos, aun vivían en campos y no verían más que largas colas de migrantes procurando integrarse como buenamente pudieran en las  nuevas urbes[1]-. Este nuevo mundo era uno donde el destino manifiesto de EEUU se podría realizar, al amparo de las  modernas instituciones democráticas: partidos políticos, parlamentos, empresas, medios de opinión pública, escuelas, etc.

Figura 1: American Progress. Obra de Johns Gast (1872). Wikimedia Commons.

El espíritu que había llevado a  Franklin a decir que América sería un refugio para quienes aman la libertad, hubo de sostenerse para cuando los hermanos Friedman pudieran decir en la década de los 80:

Desde el primer asentamiento europeo en América del Norte –en Jamestown en 1607 y en Plymouth en 1620-, los Estados Unidos se convirtieron en un imán para las personas que iban en busca de aventura, huían de la tiranía o, simplemente, intentaban conseguir una vida mejor para sí y para sus hijos.

(Friedman y Friedman; 1980: 15)

Así, como ya señaló Pereyra (1916), no cabe pensar que estos procesos son exclusivos, momentos estelares sin más. La hegemonía a la que EEUU se lanzó durante[2] y después de la II Guerra Mundial pudo conectar con antecedentes históricos clave como, la doctrina Monroe, Tocqueville, el «área de libertad» de Johnson o la «América Latina» que acuñara Michel Chevalier.

Así llegamos a los años 60, donde ha sido elegido recientemente un presidente católico, factor este que será profusamente empleado contra Kennedy, llegando a plantear la gran disyuntiva real que incomoda a todos los liberales: la distinción entre poder y autoridad, el poder es del rey, pero la autoridad es papal[3]: «¿A quién obedecería el sr. Kennedy?» preguntaban con sorna. Sin lugar a dudas Kennedy fue fundamental para la proyección global de EEUU: poniendo en marcha una nueva forma de liderazgo político, comprometiéndose a ganar la carrera espacial, visitando el Berlín dividido, y continuando con las intervenciones en Hispanoamérica. Su conflicto con el Che es bien conocido. Y según algunos investigadores como Ceceña (2017)[4], este es el actor clave para comprender un programa que constituiría lo que conocemos como América Latina: Alianza para el progreso. Sería con este movimiento como se fundarán los Cuerpos de Paz, aquellos con los que Nancy Scheper-Hughes fue a Brasil.

Como veremos más adelante, este contexto no ha sido ajeno jamás en la obra de la antropóloga católica; sencillamente baste con recordar cuantos de su artículos se inician recordando la distancia que hubo entre esas primeras intervenciones como misionera en contraste con las que hiciera, cumpliendo con lo establecido por Freeubach (ver König, 1960), como antropóloga.

La tesis principal de la obra nos la plantea la autora en las primeras páginas:

Si el amor materno es, como algunos bioevolucionistas y psicólogos desarrollistas así como algunas feministas culturales creen, un guion «natural» de las mujeres, o al menos uno predecible, ¿Qué significa para las mujeres que han visto cómo la escasez y la muerte hacían de ese amor algo desquiciado?

Scheper Hughes; 1997: 26

Esta presentación me parece clave, pues resuelve una de nuestras grandes intrigas al momento de abordar este libro: ¿Dónde está la muerte? En buena mediad no es tanto un libro sobre muerte, cuanto sobre vidas que gestionan (oikonomia) la muerte.

Los dos primeros capítulos se dedican a la explicación del dónde sucede la etnografía. Por un lado se expone una pequeña genealogía del pueblo, de sus condiciones sociodemográficas –en tanto que productores de caña de azúcar- de la gran transición entre la Casa Grande –abierta al mundo como un palacio- y la Rua –donde las casas se encierran al mundo-. También aprovechará para ponerse en consonancia con los teóricos más relevantes hasta la fecha sobre la antropología Brasileña, en especial Freyre a quien acusa de haber constituido un mito de la democracia racial –el cual va retomando durante todo el libro (ídem.; 49, 52, 113). En el 2º capitulo la autora se pregunta por los problemas de acceso en el Bom Jesus, empleando como hilo conductor el grave problema del agua –contaminada o secada-. Este problema distributivo se soluciona con lo que al autora denomina un “anarquismo anómico” (ídem.: 98), que hace que la reciprocidad entre señores y mandados, entre aquellos que trabajan por obligación y aquellos que si lo hacen es por placer, sea a cambio de un costo altísimo de vidas, compromisos políticos e institucionales para la explotación y, en última instancia, lo que seca las cuencas de las madres que entierran a sus hijos en cajas de zapatos. Esta reciprocidad es la que aborda en el 3r capitulo.

Los problemas alimenticios son el principal problema de Bom Jesus, la competición por los recursos es dura, pero la autora se centra en cómo es percibido socialmente y en base a ello abordado. La fome es un tabú, pero a su vez es una forma profundamente encarnada de vivir en el Bom Jesus; asi aprovecha para aplicar su teoría del “Mindful Body” a través del estigma de la pobreza. Así la autora analiza dos modos de referirse a este fenómeno por parte de los habitantes nordesinos; el delirio de fome que fue reconocido y aun es empelado, y los “nervos” o el estado nervoso que se soluciona, más que con alimentos, con medicamentos. En el 6º capítulo se alcanza el cenit de esta aplicación del “mindful body”, preguntándose por lo que Despret (2014) llama «muertes útiles», pero si el francés se pregunta por las circulaciones metafísica, Scheper Hughes lo hace con respecto a la constitución de hegemonías cuotidianas, entre espacios, instituciones y personas. Los cuerpos pesan más que las almas.

Una vez abordada el hambre, y sus modulaciones, toca abordar cómo se percibe este fenómeno en correlación con el acto final y culminante: la muerte. La indiferencia, la anomia que mencionábamos, es parte y producto de indiferencias superiores, institucionales: la indiferencia es estatal, eclesiástica y, finalmente, familiar. Así, en el siguiente capítulo, el protagonista será el gran ausente: el «amor materno».

Los dos penúltimos capítulos se dedican a recuperar la agencia, a preguntarse cómo se sobrevive, es decir, cómo se vive por encima de los niños ángeles, de las campanas que repican por ellos pero que no ofrecen mayor consuelo –menos aun después del Concilio Vaticano II-, del hambre y la miseria organizada entre la rua y la casa. El 10º capítulo se dedica  a extractar ampliamente las biografías de algunos de sus informantes.

Finalmente, el capítulo 11 y 12 se dedican por un lado al carnaval, donde por desgracia no se menciona al grandísimo Caro Baroja, y la articulación teológico-política de la teología de la liberación –tan atacada por Juan Pablo II (la riña pública a Ernesto Cardenal) y más tardía y eruditamente Ratzinger (1986) -.

 

Progresus y regresus desde Scheper Hughes

El principal aporte al campo de la salud es su aporte epidemiológico, lo que ella en una artículo posterior definirá como “demografía sin números”, retomado de la célebre monografía de Almeida Filho. En esta misma monografía, el demógrafo brasileño, reconoce su deuda para con varios miembros de la Universidad de Carolina del Norte, entre los cuales está Nancy (de Almeida, 1992: XIII).

Otro aporte importante, vinculado siempre a la cuestión de la salud, es su noción de cuerpo[5]. En este sentido, su aporte es anterior a la monografía, como ella misma reconoce al citar su artículo junto a Lock (sine loc. [1987]). Lo más importante de su planteamiento es cómo piensa las «emociones» como síntesis del “cuerpo pensante”[6]midnful body-. Esta síntesis le permite elaborar una ya clásica critica al amor materno, en línea con otras críticas anteriores (Cfr. Landgolm, 2001) y que también ha recibido críticas posteriores (Nations y Rebhun, 1988) si bien ha sido de utilidad en estudios sobre el mismo objeto en contextos distintos (por ej. Durham, 2002).

Estas dos críticas han hecho de Scheper Hughes una autora interesante para las perspectivas feministas (Gil, 2006). Por un lado su noción de cuerpo ha podido ser puesta de relieve por Mari Luz Esteban (2013), tanto para un uso clasificatorio de otras corrientes teóricas[7] (ídem., 24) como para el uso aplicado de su concepto de “mindful body” (idem.: 26 y 47). No obstante, ello no la convierte en una autora hegemónica, ni Lourdes Méndez (2008) ni ninguno de los artículos editados por Beltran y Maquieira (2001) se la menciona. Otras autoras más internacionales, como Ángela Davis –con al cual ha trabajado como podemos ver en el currículo de Scheper Hughes-[8], tampoco la menciona pese a la proximidad de conclusiones[9] al momento de abordar desigualdad y reproducción. Finalmente, Moore (1998: 27) en su clásico solo hace alusión al artículo sobre el cuerpo, dejando de lado las cuestiones expuestas en la célebre etnografía.

Creo que no es baladí apuntar un aporte como a los estudios de la muerte. Estos son muy amplios en antropología[10] –y arqueología[11]-. La obra de síntesis y referencia al respecto es la de L. V. Thomas (1983), publicada originalmente en el año 1975 aborda la cuestión entre representación de esta y lo que se busca representar propiamente: justamente el abordaje se inicia con una exploración demográfica (ídem.; Cap. V). Thomas, debido a que apenas había publicado su primera monografía y un par de artículo, no cita a nuestra protagonista; no obstante es una obra sintomática.

Finalmente, podemos conectar el amplio campo de la «muerte» con la llamada “muerte de la antropología”. Scheper Hughes es sujeto de la «transición institucional» que sufre la antropología después de la Guerra; y plantea cuestiones éticas que ya se habían dado de forma previa –pese a que muchos se olviden de esos debates para refundar la antropología en los años 60-, pero con un vuelco que ha demostrado ir tomando fuerza. Mas allá de ellos, suscitó debates interesantes y de primer orden que se vieron reflejados en las monografías de autores como Marvin Harris (2004, 62 y ss.) o J. Gledhill (2000, 338 y ss.).

Más un desarrollo critico que un análisis:

Los cinco elementos previos están profundamente imbricados, interrelacionados o codeterminadas. Empezaremos por explorar el surgimiento de una epidemiologia/demografía[12] “cultural”, para tras esta exposición problematizar cómo Scheper Hughes concibe su trabajo etnográfico.

Los inicios de la epidemiología ya quedan lejos. Se han contado cadáveres desde las crónicas bélicas que nos legaron los antiguos, bien las historias de epidemias o las hambrunas. También es cierto que es un problema político desde tiempos muy recientes. Menéndez Pelayo (1877: 623) nos recuerda para el caso español:

A fines del siglo XVII podía notarse un espantoso descenso de población con respecto al tiempo de los reyes Católicos, descenso producido no por una causa, sino por muchas, casi todas inevitables: [expone varias]; quinta, el excesivo número de religiosos de ambos sexos. Contra este exceso […] clamaron repetidamente nuestros economistas y clamó el Consejo de Castilla en su célebre Consulta.

No obstante esta muestra, que negaría otros orígenes más fantasiosos (de Almeida, 1992: 3) a la sombra de Foucault, la historia de los estudios de la población es una cosa muy distinta a las enfermedades que asolan esta misma. La epidemiología reconocida institucionalmente –académicamente- nace en el XIX en todos los frentes:

El término "Epidemiología” […] había sido acuñado por Juan de Villalba en 1802, pero en el sentido de una crónica histórica de las epidemias españolas. En 1850, se organiza en Inglaterra la London Epidemiological Society, fundada por jóvenes médicos simpatizantes de las ideas médico-sociales. Sin embargo, e1 notable trabajo de William Farr, que en 1839 creara un registro anual de mortalidad y morbilidad para Inglaterra y el País de Gales, marca la institucionalización de la estadística médica […].

(Ídem.: 5)

Tom Frikce (2022) al hablar en la Encyclopedia of Population sobre la interacción entre cultura y población dice:

Acknowledgment of a cultural dimension in population studies has an intellectual genealogy that includes those nineteenth-and early-twentieth-century British bureaucrats who administered an empire by pivoting their data collection strategies along observed markers of ethnic and other identities. It took a more sustained scholarly turn from this administrative past with the post-World War II debates over development programs and the rationality of widely differing fertility regimes across societies.

Esta división es importante, si bien también puede establecer buena parte de los mitos actuales de la disciplina: existe una continuidad operatoria radical, lo que se trasforma de un modo crítico son las instituciones desde y para las cuales dichos trabajos se ejecutan. Las preocupaciones por las poblaciones que perecen ya eran bien conocidas a finales del XIX:

Les anthropologistes s'occupent fréquemment des peuplades océaniennes; ils cherchent à entrevoir leur avenir, et, dans ce but, éludient les conditions sociales au milieu desquelles elles vivent, se développent ou plutôt s'étiolent. La diminution de la population dans les archipels du Pacifique, tels que les îles Salomon, les Nouvelles-Hébrides, les îles Fidji et les îles de la Société, a donc depuis longtemps attiré l'attention de tous ceux qui font de l'homme leur principale étude.

(A. Hagen; 1893: 1)

Estas preocupaciones son una mera continuación de las expediciones científicas del XVI, pero a su vez esas son continuación de las encuestas a distancia y, más tarde, presenciales del XVII. Este proceso aún queda por describir a la mayoría de historias de la antropología –el “desencantamiento del mundo” Weberiano no parece llegar nunca-. Como fuera, el rompimiento no es tanto de lo moderno con lo medieval, cuanto de lo actual con procesos y prácticas que se sostendrían hasta la contemporaneidad más inmediata:

Emphasis on the gathering of basic demographic data, even if only in a rudimentary census, was standard practice for most ethnographers until perhaps the 1980s, when the interests of social and cultural anthropology turned from empirical to interpretivist approaches

(Hammel, 2022)

Por otro lado, es también importante llamar la atención sobre otro punto de atracción en estos debates: la arqueología[13]. Esta nace entre los estudios artísticos del s. XVIII; a lo largo del s. XIX pasará de asociarse al estudio de los “clásicos” pre-bíblicos –egipcios, israelíes, persas, griegos, etc.- a una doble vertiente, por un lado una mayor diversidad étnica de prehistorias y por otro un horizonte temporal recién ensanchado, en parte, gracias a las tesis del geólogo Charles Liell. Ya en el XX el sujeto prehistórico ha pasado de ser un pseudohumano a un sujeto sensible –los descubrimientos de Altamira-. Así se irá haciendo más exigible pasar a una arqueología más orientada a reinterpretar contextos complejos:

It is safe to say that, because our concertxs in archeology turn more and more toward reconstructing social systems, we shall have to devise methods of obtaining better demographic data.

(Hole y Heizer; 1969: 306 en Pettersen, 1975: 227)

En este mismo artículo de Petersen vemos que se pregunta sobre varias cuestiones clásicas de esta ciencia pero desde la posibilidad de ayudar a construir una mirada retrospectiva del desenvolvimiento humano: natural increas, mortality, depopulation, migration, etc. Todos estos campos se han ido desenvolviendo (Wood, 2022), ofreciendo respuestas cada vez más complejas y actualistas[14]. Así, aquello que estaba “en los márgenes de la historia” ya podía ser de interés desde diversas ciencias académicas a la vez.

Esos “márgenes” transicionarían desde la categoría de subdesarrollados, barbaros, nativos u otros a una “mismedad” occidental. Son tres las transiciones que marcarán el trabajo de Scheper Hughes, más bien su propia existencia. La primer y fundamental es la transición demográfica presentada por Warren Thompson (1929) poco después de la guerra, si bien no sería recuperada hasta años después; aunque recibirá críticas clave por parte de Mackenbach (1994), no dejaría de ser retomada previamente por autores como Cowgil –quien en buena medida la desmitifica[15]-. Omran (1971)[16] presentaría la teoría de la transición epidemiológica, basada en el hecho de que si cambian las estructuras organizativas de los sujetos –vectores- debe cambiar su transmisión epidemiológica. Obviando debates relevantes, llegamos finalmente a la transición nutricional propuesta por Popkin en un artículo de 1993, si bien en este y en otros artículos no deja de citar un importante antecedente mexicano, el trabajo del Dr. Vargas (1990).[17]


Figura 2: Stages of health, nutritional, and demographic change. Fuente: Popkin, B. M. (1994: 286)

Así es como llegamos a una coyuntura donde, por caminos muy distintos:

Stein was a leader in analyzing the relationship between maternal age and birth defects, as well as an important early proponent of developing methods women could use to prevent HIV infection (Stein 1985, 1990).

(Tróstle, 2005: 30)

No es gratuito este estudio del SIDA[18] y que a su vez ello coincidó con nuevas epidemias de droga –como el crack en los 80- o la de la obesidad.[19] Como muestra excelentemente Trostel, si emergieron este tipo de obras se deben a experiencias “globalizadas” como el proyecto Pholela en África, junto a tantos otros estudios “de comunidad”, que tiempo después aún resonarían como marco operatorio idóneo de la interacción demografía-antropología (Fricke, 1997). Cómo podríamos olvidarnos de que el propio Gobierno de EEUU puso la cultura en primera línea tras la II Guerra Mundial en lo que Stonor (2001) rotuló célebremente como «Guerra fría cultural». Es también al amparo de estos nuevos proyectos donde la epidemilogía se irá especializando en toda una pluralidad de campos –ecología, genética, nutricional, etc. (Rothman, Greenland y Lash; 2012); y es también donde surge la conocida como “epidemiología social” (Berkman y Kawachi; 2014).

Autores como Mervyn Susser son fundamentales en el nuevo pensamiento epidemiológico –Filho comenta por extenso sus aportaciones (en especial 1993: 91 y ss.)- expandiendo las experiencias adquiridas en el África colonial previo a la guerra y aun de la de la década de los 40. De igual modo, un autor tan próximo a John Cassel como Benjamin Paul deja su impronta en el pensamiento de Scheper Hughes.

Lo que hemos descrito es un desarrollo crítico para con el campo que han tensionado a posteriori de un modo tan rico la antropología de la salud: la llamada “Epidemiologia cultural” o “Etnoepidemiología”.[20]

Scheper Hughes es antropóloga, si bien no en su primera incursión en el campo, lo ha sido hasta el presente. Así, su abordaje por fuerza ha de ser distante al de Filho, pero a su vez está profundamente interrelacionado. Ello queda claro con el artículo que publicaría comentando la obra del brasileiro en 1997. Este artículo sería editado por Andreu Viola (2000) con el nombre de “Demografía sin números. El contexto económico y cultural de la mortalidad infantil en Brasil”. Ella misma pone de relieve la crítica sobre “la posición dominante de la causalidad y del riesgo tal como operan en las investigaciones convencionales en epidemiologia” (Scheper-Hughes, 2000: 268), ello no sería de importancia si no fuera que “la demografía en particular ha adquirido un enorme poder e influencia en la confección de políticas y programas sociales y gubernamentales en Brasil, México[21], India y cualquier otro lugar del llamado mundo «en vais de desarrollo»” (ídem: 293). No obstante, el horizonte no es tan negruzco, pues “su influencia se ha atrofiado a finales del siglo XX[22], la investigación interpretativa ha introducido los derechos humanos y las preocupaciones éticas en el seno de diversos programas y agendas de investigación científica” (ídem: 294).

Finalmente podemos regresar a la etnografía y algunas referencias más. Creemos haber demostrado con creces que buena parte del compromiso con «el campo» no es autorrevelado, más bien se fue alineando de este modo durante un largo proceso institucional, académico, económico-político y en síntesis histórico. Al empezar su etnografía Scheper Hughes asevera que “se aparta obviamente de la etnografía tradicional o clásica en varios sentidos” (1997: 33). La obra está excelentemente escrita, sin lugar a dudas. No obstante, la mayor participación de la Antropología no es para nada un aspecto novedoso: más bien es en qué circuitos opera, como criticó D’Andrade (2000). Esta misma idea la comparte con otras autoras inclusive posteriores y críticas como Di Giacomo (2013). La crítica “etnográfica” se basa en dos dimensiones, por un lado en un “realismo” criticado por Marcus, por otro lado en la indiferencia del etnógrafo. Analizaremos estos dos planos brevemente antes de concluir.

Al revisar el artículo de Marcus y Cushman (2008), de un volumen editado por el ácido Carlos Reynoso, lo primero que me sorprende es que los autores pasan de titular “realismo etnográfico” a hablar de “etnografía realista” sin rasgarse las vestiduras. Cualquiera puede llegar a pensar en las consecuencias de la inversión de orden de los términos, donde a diferencia de las verdades matemáticas, “el orden de los factores sí altera el producto”. En el fondo, y como emerge de forma constante, los autores a lo que se oponen es a la idea de la “etnografía total”. ¿De qué “totalidad” hablamos? Wagner también aspiraba a la opera como “obra de arte total” – Gesamtkunstwerk-[23] e incidía en su capacidad revolucionaria (Wagner, 1849). Aquí más bien se invierten los papeles, es revolucionaria la etnografía fragmentada, quebrada, que no aspira a construir una totalidad –falsa, pues el campo esté infinitamente fragmentando- que solo hace que imponer un correlato, como sucede con la historia según Foucault (2015: 60) pues “La historia continua es un correlato de la conciencia”. Foucault propuso una arqueología, los antropólogos posmodernos han propuesto substituir la antropología por una infinidad de etnografías únicas e irrepetibles, como criticara Llobera (1999).

Por otro lado, no es cierto que antes de la posmodernidad no hubiera preocupaciones por el otro. La idea de que esta se inicia con Montaigne es falsa, la historia natural del padre Acosta ya es más que rica en observaciones, inclusive recociendo no barbarie solo en el indio, sino también en el español del S. XVI. En cuanto a una noción individual ya existe a lo largo de toda la tradición occidental –está desde los diálogos de Platón hasta los cuentos pedagógicos bajomedievales como las obras de Don Juan Manuel[24] y aun en las memorias de Leonor López de Córdoba-. En cuanto a  la idea colectiva solo todos los diccionarios escritos por franciscanos y otros grupos religiosos en el Nuevo Mundo (Suarez Roca, 1992) demuestran por mucho que ya existía ese interés, igual que la preocupación por la lengua tampoco es algo especialmente “post-algo”. Aun serian más interesantes las experiencias de autores como Bernardino de Saghun, nunca recuperado desde las academias catalanas, pero más aun los textos de Pérez de Ayala –cambien “idolatría” por “opresión” y ya lo tienen- o las acciones del padre De Landa quien estudiara tan en profundidad a los mayas para después quemar infaustamente su literatura, su historia y su teología: ¿A caso no acusa de algo parecido S. Reyna (1998) a Geerz en relación al régimen indonesio? La pregunta es ¿A quién sirven los derechos humanos? Estos son muy manejables, e infinidad de filósofos y juristas se han pronunciado, pero desde luego no hizo falta esperar a los exégetas para que los antropólogos se posicionaran, ¿Quién puede olvidar las líneas de Levi Strauss sobre los «derechos del hombre» y sobre el concepto de «leyes naturales»? (ver Ferry y Renaut, 1988). ¿Todo el mundo quiere formar parte del espacio público que ofrece la globalización hegemónica?

Algunos informantes reaccionaron al estudio de Scheper-Hughes sobre un pueblo irlandés, Saints, Scholars and Schizophrenics, quejándose de que había sido escrito de manera que era accesible para ellos: «Por qué no pudiste dejarlo en una polvorienta disertación que nadie leyera, perdida encima del estante de una biblioteca, 0 en un libro académico que solo los “expertos" fueran a leer?»

(Hammersley y Atkinson; 1994: 288)

Si ha existido una tradición deleznable al amparo de la profesionalización[25] de la antropología, esa ha sido la de substituir las «leyes naturales» por las «leyes culturales», donde el Antropólogo es una surte de demiurgo:

El médico y el psicólogo tienen un modelo de normalidad; el antropólogo conoce el modelo de humanidad, conoce la identidad cultural de los pueblos y puede aplicar estos modelos (…) a todo diseño de trasformación y cambio social

(Aguirre Baztán, 1983 en Ronzón, 1999: 82 nota)

Este mito de la cultura, circunscrito al campo antropológico, vino reforzado por las perspectivas de Claudi Esteva Fabregat (2010: 45), así es comprensible que alumnos suyos como Terradas (2009: 63)[26] o como Martínez Hernández (1998) hayan sostenido tesis similares –lo cual no quita otros autores con posturas idénticas o similares en el panorama internacional como Good (2003, en esp. cap. 3) o Frankenberg (2003)-.[27] Scheper Hughes está muy cierta al negarse a ella y sus lectores la historia política-institucional de la antropología y el desarrollo, al igual que haciendo lo mismo para con la epidemiologia social. El brillante análisis de Gustavo Bueno (2016) sobre el «mito de la cultura» se imbrica lo suficiente en problemas teóricos y prácticos como para que nosotros no tengamos que añadir gran cosa.

Nuestra perspectiva crítica no ha pretendido cubrir una dimensión interna del trabajo de Scheper Hughes, cuanto problematizar el contexto donde emergió, se realizó y se ha reproducido.


 

Bibliografía:


BELTRAN, Elena; MAQUIEIRA, Virginia (eds.)(2001). Feminismos. Debates teóricos contemporáneos. Madrid: Alianza.

BERKMAN y KAWACHI (2014). “A historical framework for social epidemiology”. En: Berkman, Kawachi y Glymour (eds.). Social epidemiology. Oxford: Oxford University Press. Pp.: 1-16.

BINFORD, L. (2011 [1970]). “Las practicas funerarias: su estudio y su potencial”. En: PYRENAE. Núm. 42. Vol. 1. Pp. 11-47.

BOIXAREU, R. Mª (2008). De la antropología filosófica a la antropología de la salud. Barcelona: Herder.

BUENO, G. (2016). El mito de la cultura. Oviedo: Pentalfa

CECEÑA, A. E. (2017). “Alianza para el Progreso”. En: Enciclopedia Latinoamericana. Recurso en línea. Disponible en: <<http://latinoamericana.wiki.br/es/entradas/a/alianza-para-el-progresso>> [Consultado: 20 de marzo de 2022]

CORONADO SUZAN, G. (1987). “El final de una historia inconclusa (1976-1986)”. En: García Mora (coord.). La antropología en México. Panorama histórico. Vol. 2. Los hechos y los dichos (1880-1986). México: INAH. Pp.: 443-522.

COWGILL (1963). “Transition Theory as General Population Theory”. En: Social Forces. Vol. 41, No. 3. Pp.: 270-274.

DAVIS, A. (2016). Mujeres, raza y clase. Madrid: Akal.

D’ANDRADE (2000). “The sad story of anthropology 1950-1999”. En: Cross-Cultural research. Vol. 34, Nº 3. Pp.: 219-232.

DE ALMEIDA FILHO, N. (1992). Epidemiología sin números. Una introducción a la ciencia epidemiológica. Serie PLATEX para ejecutores de programas de salud Nº 28. Washington: OPS y OMS.

(2020) “Etnoepidemiología y salud mental: perspectivas desde América Latina”. En: Salud Colectiva. Nº 16. Disponible en Dialnet: <<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7581995>> [Consultado: 3 de junio de 2022]

DI GIACOMO (2013). “La metáfora como enfermedad: dilemas posmodernos entorno a la representación del cuerpo, la mente y el padecimiento”. En: Martínez Hernández y Di Giacomo (eds.). Evidencias y narrativas en la atención sanitaria. Tarragona: URV edicions. Pp.: 35-81.

DON JUAN MANUEL (2007 [1330]). “Libro de los estados”. En: Obras completas. Madrid: Biblioteca Castro. Pp.: 441-706.

DUMONT, René (1989). En favor de África yo acuso. Diario de un agrónomo en el Sahel en vías de destrucción. España: Júcar Universidad.

DURHAM, D. (2002). “Love and jealousy in the space of death”. En: Ethnos. Vol. 67, Nº 2. Pp.: 155-180.

ESTEBAN, M. L. (2013). Antropología del cuerpo. Género, itinerarios corporales, identidades y cambio. 2ª ed. Barcelona: bellaterra edicions.

ESTEVA, C. (2010). Formas expresivas en antropología. México: UNAM, IIA y El colegio de Jalisco.

FERRY y RENAUT (1988). “El fundamento universal de los derechos del hombre”. En: Todorov (comp.). Cruce de culturas y mestizaje cultural. Oviedo: Jucar Universidad. Pp.: 37-70.

FOUCAULT (2015). Saber, historia y discurso. Argentina: Prometeo libros.

FRANKENBERG, R. (2003). “Unidas por la diferencia, divididas por la semejanza: la alegremente dolorosa posibilidad de la colaboración entre medicina y antropología”. En: Cuadernos de Antropología Social. Nº 17. Pp.: 11-27.

FRIEDMAN, Milton y Rose (1983). Libertad de elegir. Biblioteca de economía. España: Orbis.

FRIKCE (1997). “The Uses of Culture in Demographic Research: A Continuing Place for Community Studies”. En: Population council. Vol. 234, Nº 4. Pp.: 825-832.

(2022). "Culture and Population". En: Encyclopedia of Population. Retrieved June 03, 2022 from Encyclopedia.com: <<https://www.encyclopedia.com/social-sciences/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/culture-and-population>>

GIL, Carmen G. (2006). “Contribuciones feministas a problemas epistemológicos de la disciplina antropológica: representación y relaciones de poder”. En: AIBR. V. 1, Nº 1. Pp.: 22-38.

GLEDGIL, John (2000). El poder y sus disfraces. España: edicions bellaterra.

GOOD, B (2003). Medicina, racionalidad y experiencia. Una perspectiva antropológica. Conferencias del Foro Lewis Henry Morgan pronunciadas durante el mes de marzo de 1990 en la Universidad de Rochester. Barcelona: Bellaterra Edicions

HAGEN, A. (1893). “Les indigènes del iles Salomon”. En: L’anthropologie. T.4, Nº 6. Pp.: 1-10.

HAMMEL (2022) "Anthropological Demography”. En: Encyclopedia of Population. Retrieved June 02, 2022 from Encyclopedia.com: <<https://www.encyclopedia.com/social-sciences/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/anthropological-demography>>

HAMMEL y HOWELL (1978). “Research in Population and culture: a evolutironary framework”. Incluye comentarios y respuesta. En: Current Anthropology. V. 23, Nº 2. Pp.: 141-160.

HAMMERSLEY y ATKINSON (1994). Etnografía. Métodos de investigación. 2ª ed. Barcelona: Paidós.

HARRIS, M. (2004). Teorías sobre la cultura en la era posmoderna. Barcelona: Crítica.

HERNADEZ Sandioca, Elena (1995). Los caminos de la historia. Cuestiones de historiografía y método. Madrid: editorial síntesis

HILLS, Catherine (2008). “arqueología histórica y textual”. En: Renfiew y Bahn (eds.). Arqueología, conceptos clave. Madrid: Akal. Pp.: 100-105

KÖNIG, F. (1960). “El hombre y la religión”. En: Franz König (dir.). Cristo y las religiones de la tierra. Manual de historia de la religión. Traducción de Valdés del Toro. Madrid: BAC. Pp.: 11-76.

LANDGOLM, C. (2001). “Amor romántico”. En: Barfield (ed.). Diccionario de antropología. Barcelona: bellaterra edicions. Pp.: 36-38.

LARREA, FRANCO y BARRETO (2013). “Epidemiologist working together with anthropologists: lessons from a study to evaluate the epidemiological impact of a city-wide sanitation program”. En: Cad. Saúde Publica. V. 29, Nº 3. Pp.: 461-472.

LLOBERA; Josep R. (1999). La identidad de la antropología. Barcelona: Anagrama.

MACKENBACH, J.P. (1994). “The epidemiologic transition theory”. En: J Epidemiol Community Health. Nº 48. Pp.: 329-331.

MARCUS, George E.; CUSHMAN; Dick E. (1982). “Las etnografías como textos”. En: Carlos Reynoso (ed.) (2008). El surgimiento de la antropología posmoderna. España: gedisa. Pp. 171-213

MARSILACH, J. (1878). Ricardo Wagner, Ensayo biográfico-crítico. Reimpresión de la Assocaicó Wagneriana de Barcelona. Barcelona: Texidó y Parera.

MARTINEZ HERNANDEZ (1998). “Antropología versus psiquiatría: el síntoma y sus interpretaciones”. En: Rev. Asoc. Esp. Nesuropsiq. Vol. XVIII, Nº 68. Pp.: 645-659.

(2008). Antropología médica. Teorías sobre la cultura, el poder y la enfermedad. Barcelona: Anthropos.

MEAD, Margaret (2019 [1970]). Cultura y compromiso. Estudios sobre la ruptura generacional. España: gedisa.

MÉNDEZ, Lourdes (2009). Antropología feminista. España: síntesis.

MENÉNDEZ PELAYO (2007 [1877]). “La España del siglo XVII”. En: J. Mª Sánchez de Muniáin (ed.). Antología General de Menéndez Pelayo. Madrid: BAC. V. PP.: 622-629

MENÉNDEZ Spina, L. E. (2008). “Epidemiología sociocultural: propuestas y posibilidades”. En: Región y sociedad. Vol. XX, Nº 2. Pp.: 5-50.

MOORE, Henrietta L. (1996). Antropología y feminismo. España: Catedra, Universitat de València e Instituto de la Mujer.

NATIONS Y REBHUN (1988). “Angels with wet wings can’t fly: maternal sentiment in Brazil and the image of neglect”. En: Culture, Medicine and Psychiatry. Nº 112. Pp.: 141-200.

OMRAN, A. (1971). “The epidemiologic transition: a theory of the epidemiology of population change”. Milbank Mem Fund. Nº 49. Pp.: 509-38.

PEREYRA, Carlos (1916). El mito de Monroe. Madrid: Editorial América.

PETERSEN, W (1975). “A Demographer’s View of Prehistoric Demography”. With Comments and Replies. En: Current Anthropology. V. 16, Nº 2. Pp.: 227-245.

POPKIN, B. M. (1993). “Nutritional Patterns and Transitions”. En: Population and Development Review. V. 19 Nº1. Pp.: 138–157.

(1994). “The Nutrition Transition in Low-Income Countries: An Emerging Crisis”. En: Nutrition Reviews. Vol. 52, No. 9. Pp.: 285-298.

RAMIREZ HITA, S. (2013). “Usos y desusos del método etnográfico. Las limitaciones de las narrativas en el campo de la salud”. En: Romaní (ed.). Etnografía, técnicas cualitativas e investigación en salud. Tarragona: URV edicions. Pp.: 43-63.

RATZINGER (1986). Instrucciones sobre la Teología de la liberación. Madrid: BAC. Disponible en: << https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19840806_theology-liberation_sp.html#top >> [Consultado: 3 de febrero de 2022]

REYNA, S. (1998). “Right and might: Of approximate truths and moral judgements”. En: Identities. V.  4, Nº 3-4. Pp.: 431-466.

RONZON (1991). Antropología y antropologías. Ideas para una historia crítica de la antropología española. El siglo XIX. Oviedo: Pentalfa

ROTHMAN, GREENLAND & LASH (2008). Modern epidemiology. 3rd ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins.

SCHEPER-HUGHES, Nancy (1997). La muerte sin llanto. Violencia y vida cotidiana en Brasil. Barcelona: Ariel.

(2000). “Demografía sin números. El contexto económico y cultural de la mortalidad en Brasil”. En: Andreu Viola (comp). Antropología del desarrollo. Barcelona: paidos. Pp.: 267-299.

(2004). “Parts Unknown. Undercover ethnography of the organs-trafficking underworld”. En: Ethnography. Vol. 5, Nº 1. Pp.: 29-73.

(2005). “El comercio infame: capitalismo milenarista, valores humanos y justicia global en el tráfico de órganos”. En: Revista de Antropología social. Nº 14. Pp.: 195-236.

SCHEPER-HUGHES y LOCK (sine loc. [1987]). El cuerpo “mindful” (pensante): prolegómenos hacia el trabajo futuro en la Antropología médica. Material para el seminario de Antropología médica FFyL, UBA. Traducción de Miranda González Martin. Argentina: UBA. Disponible en línea: <<https://docplayer.es/87149766-El-cuerpo-mindful-pensante-prolegomenos-hacia-el-futuro-trabajo-futuro-en-la-antropologia-medica.html>> [Consultado: 30 de marzo de 2020]

STONOR Saunders, Frances (1999). La cia y la guerra fría cultural. Madrid: Debate.

STRAEHLE, E. (2021). “Authoritas, non veritas, facit legem: en torno al surgimiento del moderno concepto de soberanía”. En: Cortes et al. (coords.). Ciencia, técnica y tecnología en la hesitara. Salamanca: Universidad de Salamanca. Pp.: 165-180.

SUAREZ ROCA (1992). Lingüística misionera española. Oviedo: Pentalfa.

TERRADAS (1995). Réquiem Toda. Ensayo de comprensión de las costumbres históricas de los Toda ante la muerte. Barcelona: UB.

(2004). “La contradicción entre identidad vivida e identificación jurídico-política”. En: Quaderns de l'Institut Català d'Antropologia. Nº 20. Pp.: 63-79.

THOMAS, L. V. (1983). Antropología de la muerte. México: FCE.

Thompson, W.S. (1929). “Population”. En: The American Journal of Sociology. Nº 34. Pp.: 959-975.

TROSTLE, J. A. (2005). “Anthropology and epidemiology in the twentieth century: a selective history of collaborative projects and theoretical affinities, 1920 to 1970”. En: James, Satall y Clifford (eds.). Epidemiology and Culture. Cambridge: Cambridge University press. Pp.: 59-94.

VARGAS, L. A. (1990). "Old and new transitions and nutrition in Mexico". En: A. C. Swedlund y  G. J. Armelagos (eds.). Disease in Populations in Transition. Westport, Conn.: Green Wood. Pp.: 145-160.

VENEGAS, A. (2020). Pasado interactivo. Memoria e historia en el videojuego. España: Sans Soleil Ediciones.

VIGARELLO (2006). Lo sano y lo malsano. Historia de las prácticas de la salud desde la Edad Media hasta nuestros días. Madrid: Abada.

VIOLA, Andreu (2000) (coomp.). Antropología del desarrollo. Teorías y estudios etnográficos en América Latina. Barcelona: Paidós.

WAGNER, R. (1849). “Arte y revolución”. En: Wolfgan Erger (comp.). Arte y revolución. Barcelona: Casimiro. Pp.: 21-62.

WOOD (2022). "Paleodemography". En: Encyclopedia of Population. Retrieved June 03, 2022 from Encyclopedia.com: <<https://www.encyclopedia.com/social-sciences/encyclopedias-almanacs-transcripts-and-maps/paleodemography>>

WULF, C. (2008). Antropología. Historia, cultura, filosofía. Barcelona: Anthropos. México: UAM.


 


Anexo 1: Comunicación personal entre Vargas y Llinares:



[1] A René Dumont (1989: 11), un campesino congoleño le advertía, ya en 1961, que “la independencia solo existe para la ciudad”.

[2] Las tardías intervenciones de EEUU tanto durante la Primera como durante la Segunda Guerra Mundial nunca se recuerdan lo suficiente, por ni hablar de cómo buena parte de la industria de los videojuegos han garantizado el soterramiento de hechos clave en las memorias colectivas (Venegas, 2020).

[3] Véase el ilustrativo y reciente artículo de Edgar Straehle (2021).

[4] El Che no olvidaría estos acontecimientos en su discurso ante Naciones Unidas de 1964 << https://www.youtube.com/watch?v=UgADsWjSxQo >>

[5] Es interesante el sentido que le da Wulf a este aspecto, comentando en general el desarrollo de la antropología: “Si el cuerpo se halla en el centro de la antropología, entonces también su temporalidad y finitud son cuestiones esenciales” (Wulf; 2008: 283). Lo cual se refirma desde el cuerpo total y la fenomenología que planea, hasta el tráfico de órganos que Scheper-Hughes aborda tanto en la monografía (1997: 229), como ha abordado en otros artículos posteriores (2004; 2005). Es incluso la fundadora de Organs Watch. Por otro lado la popperiana fundación del magnate George Soros Open Fundation financió el trabajo de campo de los dos artículos citados (ídem: 195, nota).

[6] Esta es la traducción por la que apostó Miranda González Martin, si bien no con mucho ímpetu pues decide desechar dicha traducción más allá del título, y optando en otros casos por agregar prefijos sin ton ni son. Aun con sus exigibles mejoras, es de agradecer este trabajo.

[7] No obstante, como señala Martínez Hernández (2008: 118-119):

[…] el problema del artículo es que parece existir una perenne confusión entre lo que pueden ser tres dimensiones del cuerpo (individual, social y política) y tres teorías y epistemologías sobre el cuerpo (fenomenología, estructuralismo y posestructuralismo). En realidad, cualquiera de las teorías o epistemologías sobre el cuerpo no parecen negar los otros niveles corporales.

[9] Davis (2016: 225): “Cuando un número tan elevado de mujeres negras y latinas recurre al aborto, lo que expresan no es tanto su deseo de liberarse de su maternidad, sino por el contrario de las miserables condiciones sociales que las disuaden de traer nuevas vidas al mundo”.

[10] Boixareu (2008: 285-342) cuando aborda, parcialmente junto a Nello, al cuestión de la muerte da muestras muy ricas.

[11] Estudios como el de Binford (2011 [1970]) son de obligada lectura tanto en antropología como en arqueología. Otros como los de Maríja Gimbutas o Yuri Knorozov deberían serlo.

[12] Como veremos, la propia Scheper Hughes no hace distinciones muy finas entre ambos conceptos. Ver este documento citas en la P. 9.

[13] Son infinitos los aportes, desde la arqueología social, la procesual o la feminista. Pero nos interesa destacar el surgimiento de la “arqueología histórica o textual” (Hills, 2008); esto a su vez nos lleva a no olvidar los desarrollos en historiografía desde los 60 –social interesada en las reconstrucciones demográficas y los contextos económicos- hasta la más reciente –como al cultural, más interesada en la noción de “testimonio”, oralidad y discurso-; puede verse la excelente monografía de Hernández Sandioca (1995).

[14] En tanto que se reconoce que la «actualdiad» no es patrimonio exclusivo del presente.

[15] Cowgill (1960: 274): “The modern transition is merely a special case in the dynamics of population change, but from it we may extract certain principles which have a considerable degree of generality

[16] Un año antes, en relación con la transición demográfica, Mead (2019 [1970]) publicaría su Culture and commitment.  A study of the Generation Gap.

[17] Estamos en conversaciones con el profesor Vargas para conseguir una copia del artículo, al igual que para aclarar su papel en el acuñe de este concepto y también para saber cómo recibió la obra de Scheper Hughes. (Ver anexo 1).

[18] El SIDA tiene también sus reveladoras zonas oscuras (Vigarello, 2006: 374):

no ha sido posible […] determinar el origen de la seropositividad descubierta en 1981, el confuso papel de la industrialización de la salud que ha permitido el mantenimiento de sangre contaminada en el mercado de la trasfusión o que ha podido favorecer cierta negligencia en los test por razones de los costos. El sida es una epidemia original por el tipo de mal que representa, porque como ninguna otra, mezcla la sangre, el sexo y la muerte y también por todo lo que nos enseña sobre nuestras sociedades.

[19] Es también elementos profundamente vinculados a la noción de “consumo”. Así no es extraño que en un artículo -que analizaremos más adelante- Nancy (2000: 293) cite a Appadurai.

[20] Quede para una exploración futura, si las circunstancias lo permiten, una comparación crítica entre las propuesta de Filho (2020) con las de E. Menéndez (2008).

[21] Recordemos una vez más el pionero trabajo de Vargas (1990).

[22] Redemos la cita de Hammel (2022) que indicaría más bien otros procesos. Es también interesante, ene sete contexto de contraste de pareceres, cómo Marvin Harris respondió a Hammel (y Howell, 1987: 152) en una artículo que debía conocer mejor los trabajaos de Scheper Hughes a la hora de proponer síntesis entre estudio poblacional y cultural.

[23] En cierto modo es un buen ejemplo que me recuerda a la tesis doctoral de Arturo Álvarez sobre el surgimiento de la etnografía «moderna» en Malinowski. Escribió uno de los más inteligentes comentaristas españoles de Wagner: “el día en que el poeta no quede oscurecido por el músico, lo grandes literatos no se desdeñaran de prestar su talento a un compositor […] pero como ese día no ha llegado todavía, a Wagner no le quedó otro recurso que escribir él mismo los libros para sus óperas” (Marsilach; 1878: 59-60).

[24] “[…] et las cosas que tañen al omne, non las entienden tan bien él mismo como otro a qui non tañen tanto, porque la voluntad embarga mucho en los fechos que mucho tañen al omne, et por ende non lo puede tan bien entender” (Don Juan Manuel (2007 [1330] Pp. 473-474).

[25] Véase para el caso mexicano Coronado (1987). Sobre los problemas del “método etnográfico” en esta fase ver Ramírez Hita (2013).

[26] Terradas (1995) también dedicó un breve estudio la cuestión de la muerte entre los Toda.

[27] Como contraparte podemos pensar en Larrea, Franco y Barreto (2013).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Inquirir: viejas y nuevas formas. Sobre la globalidad de la salud.

Religión en el estructural-funcionalismo,

Nota a Barbie: una película triste.