Nota 14: vigilancia y prevención, alguans notaciones al Prof. Benavides y el Dr. Ramada.
Entregable del día 29 de enero del año 2024.
En la UPC, en el máster de PRL.
1. 4. ¿Qué información derivada de la vigilancia de
la salud de un trabajador se puede poner a disposición del empresario y de las
personas con responsabilidades sobre la prevención de riesgos laborales? ¿Se
puede informar de las patologías detectadas para que la información sea
completa? Razona tu respuesta.
La deontología
contemporánea, sobre todo a partir de la 2ª guerra mundial y pactos como la
Declaración de Hawai (1977) que dejaron al descubierto la decrepitut moral -que
no solo ética- de las instituciones psiquiátricas, por ejemplo, ha dado lugar a
una serie de conceptos calve para los profesionales: consentimiento informado, confidencialidad,
derecho a la intimidad -que no privacidad-, etc.
Dentro de dicho marco opera
la interacción entre grupos de profesionales que trabajan en y entorno a la
salud laboral, si bien con limitaciones y contradicciones que el propio
articulo no resuelve. En la página 109 se afirma que el criterio para la
producción, análisis y distribución de dicha información se hace en base a los
pilares: “guiarse estrictamente por objetivos de prevención de riesgos y de
mejora de las condiciones de trabajo, así como de protección de la salud del
propio trabajador o de terceras personas”. No obstante, dando un carpetazo
sobre la mesa, después se divide directamente entre el trabajo sobre “ciudadanos”
concretos y después sobre “Poblaciones” -informes médicos individuales versus
estudios de agregados-.
Como antropólogo solo puedo
recordar que la “moderna epidemiologia” sabe muy bien cuales son los limites “formales”
de las encuestas, ensayos, experimentos etc. estandarizados o no. Ello no niega
su gran productividad, pero en países en vías de desarrollo elementos como la infranotificación
o infradiagnostificación jamás se superarían en base a esta noción puritana
de salud que se divide entre lo público y lo privado: la
implementación en salud es todavía mucho más dramática frente a los estados
socavados de dichas regiones, que son los entes que de verdad pueden mantener
una discreción entre lo “Público” y lo “Privado” (Theobald, et ali: 2018)[i].
Aspectos como el embarazo, el consumo de drogas, enfermedades degenerativas,
raras u otras son complejas no solo en su detección sino en su gestión. Y esto
no es baladí, dado que son aspectos que cada día están más presentes en las
sociedades occidentales, y en poblaciones que habrán de ser activas
laboralmente.
La idea de que el “personal
médico” puede elevarse profesionalmente, o puede acorralar su campo de trabajo
mediante el “secreto profesional” los asemeja a la figura del sacerdote,
aspecto este que he visto largamente en antropología: entre mis colegas también
se creen que la profesionalidad es encerrarlo todo en la antropología: algunos antropólogos
se jactan de que es la antropología la que conoce por estudiarlo al género humano
y no los médicos quienes solo saben de esquemas sobre patologías y poco más. Yo
niego dicha sorna que se permiten autores como Ángel Martínez Hernández, Esteva
Fabregat o tantos otros.
El médico y el psicólogo tienen un modelo
de normalidad; el antropólogo conoce el modelo de humanidad, conoce la
identidad cultural de los pueblos y puede aplicar estos modelos (…) a todo
diseño de trasformación y cambio social
(Aguirre
Baztán (1983) en Ronzón; 1991: 82, n.)[ii]
No obstante, parece ser que
lo médicos no dudan en replicar lo que algunos antropólogos hacen desde un
gregarismo infantil. Algo lamentable, sin dudas. Y que, todo el mundo sabe por
el propio proceder de la historia de las enfermedades, así como por la historia
de las poblaciones, que no opera de tal modo. Así, existen en la actualidad
seberas crisis éticas sobre categorías como “acompañamiento” o “consentimiento
informado”, y que habrán de hacerse más intensas (Pires, 2017)[iii].
No nos alargaremos en el
debate, pero quede constancia de nuestro desacuerdo total con una noción que es
multidisciplinar en la superficie, pero estrictamente unidisciplinar en su realización.
[i] THEOBALD, BRANDES, GYAPONG et al. (2018).
“Implementation
research: new imperatives and opportunities in global health”. En: Health
Policy. V. 392. Pp.: 2214-2228.
[iii] PIRES, T. (2017). “Global mental
health, autonomy and medical paternalism: reconstructing the “French ethical
tradition” in psychiatry”. En: History of Psychiatry. V. 28, Nº 3. Pp.:
326-343. Este es solo uno de los campos que podemos proponer, aspectos como los
tratamientos paliativos, la eutanasia, el uso de medicamentos experimentales y
en general ese campo convulso de la llamada «bioética» es lo que cualquier
profesional vinculado a la salud puede reconocer fácilmente como adyacente al
debate que presentábamos en el cuerpo del texto.
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