Algunas [breves] propuestas a los Conflictos Ambientales.

en la última vigésima parte de su historia, el hombre ha empezado a controlar la naturaleza o, por lo menos, ha logrado ejercer su control cooperando con ella.

Childe, 1954 [1936], 85[1]

Esto es lo que Childe rotuló célebremente como “revolución neolítica”: la domesticación de plantas y animales. Conforme más se afianza estas relaciones con el entorno, más se va desarrollando una noción de territorialidad (Dyson-Hudson y Alden, 1983)[2], y esto a su vez es el fundamento para dar inicio a uno de los aspectos fundamentales de la historia del hombre: la guerra (Harris, 1987, 50-68)[3].

Ante todo, nos encontramos ante una descripción histórica de los “modos de producción”. Estos a su vez, implican conflictos de muy diversa índole. Los dos problemas canónicamente estudiados han sido:

-          La dialéctica de clases

-          La dialéctica de estados

En realidad ambas cuestiones han estadio latentes desde más antiguo que el siglo XVIII. No obstante, los asociamos a Marx, el primero, y, el segundo, con los debates sobre el imperialismo y, en general, las organizaciones supra o internacionales; todo ello resultado de los procesos de globalización.

No obstante, las relaciones del hombre no solo se describen entre ellos y para ellos, los hombres. Existen elementos que nos afectan de igual modo y que hemos de saber “superar”. Los conflictos por los medios de subsistencia, por su posesión, se relacionan también con los recursos ecológicos, es lo que se ha dado en llamar «conflicto ambiental»[4] (González y Ortega, 2002, 422)[5]:

los conflictos no pivotan solamente alrededor de la accesibilidad o la restricción a las comunidades rurales sobre la disponibilidad de bienes productivos de importancia para sus estrategias reproductivas, sino que […] gira alrededor del conjunto de tráficos, energías y materias que provenientes del medio ambiente son incorporadas, de forma desigual o no en su distribución, a la actividad productiva y reproductiva de cada sociedad humana.

Osease, aquí no hablamos de las desigualdades “en el proceso” sino de las desigualdades ya dadas “en el proceso in situ”. Todo esto, no obstante, sin negar que siempre nos encontramos en procesos in media res.

Guha y Gadgil (1993, 95-102)[6] plantean dos modalidades de conflictos:

-          Intermodales: estos se producen cuando “un modo de utilización de los recursos entra en contacto con otro modo de organizado sobre principios sociales y ecológicos muy distintos” (ídem., 95). El mejor ejemplo ha sido la “evolución de la sociedad global” (Johnson y Earle, 2011, 377-399)[7] y su efectos sobre cazadores-recolectores y pastores tradicionales.

-          Intramodales: “El flujo y reflujo del conflicto social dentro de los diferentes modos de utilización de los recursos” (Ídem., 99). En los momentos de conflicto en esta dimensión, “las relaciones intranmodales se caracterizan por un lenguaje de conflicto en lugar de uno de colaboración” (ídem., 100). Un buen ejemplo de esto suelen ser los abusos de poder que se piden que sean rectificados sin por ello exigir la superación del régimen dado.

Estos conflictos son muy amplios y variados, y cada autor o corriente ha propuesto ordenamientos diferentes. De igual modo, estos problemas están fuertemente asociados a los problemas de desarrollo en el 3r mundo.

Los usos de insumos artificiales empobrecen las tierras y hacen más dependientes a los agricultores de las grandes empresas internacionales de agroquímicos. Con la tecnología podríamos decir que pasa otro tanto de lo mismo. Esto por no hablar de la directa toma de recursos de estos espacios por parte de los grandes capitales del norte o, en el interior de los países, en las ciudades. No es de extrañar así que en España hayamos tenido problemas de suministro de agua para ciudades en crecimiento como Barcelona, pero también par ciudades emergidas tanto de la especulación inmobiliaria en el sentido amplio como para esos resorts construidos durante los años de crecimiento económico. Esto a su vez se articulará con el sistema político de turno: en el caso español las partidocracias han llevado la batuta de estos procesos de empobrecimiento y desigualdad, en otras áreas con gobiernos inestables, como África pero sobretodo pensamos en Hispanoamérica, se ha ido turnando entre le populismo, el autoritarismo militar y la democracia, y en cada escenario con articulaciones diferentes entre política y economía, y en su defecto ecología también.

Como uno ya podrá percibir, aquí lo que nos interesa es destacar como estos conflictos operan a muy diversos niveles de los cuales ninguno es susceptible de ser omitido (inclusive aunque nosotros en estas breves líneas no entremos a hacer un análisis pormenorizado).

Las soluciones a estos conflictos por los recursos han sido muy diversas. Hay críticas desde el desarrollista hasta llegar al posdesarrollo, pasando por revoluciones verdes y otras tantas iniciativas. “A gran escala” un movimiento interesante ha sido la Agroecología. Altieri y Nichols (2012)[8], proponen abordar los problemas derivados del actual sistema de producción industrial en base a tres conceptos:

-          Soberanía alimentaria

-          Soberanía energética

-          Soberanía tecnológica

Sin lugar a  dudas, una de las propuestas más interesantes y completas ha sido la de Cuba (Lepore y van Caloen, 2017)[9], ya que “su Gobierno ha sido el único en el mundo que ha promovido una política de soberanía alimentaria para el país en su conjunto” (Otero, 2013, 70)[10].[11]

No obstante, no solo nos movemos en conflictos entre estados, también dentro de los mismos estados se van a producir movilizaciones diversas. Algunas siendo de carácter intermodal, pero quedándose la mayoría en movilizaciones intramodales.

El mejor ejemplo es el que nos ofrece el OCU (Observatorio del Conflicto Urbano). Si miramos uno de sus últimos artículos publicados en su página web, podremos dar cuenta de algunas cuestiones.

Galvao Debelles (2020)[12] nos habla de los muy diversos proyectos que han ido teniendo lugar en el lado izquierdo del Ensanche de Barcelona. Podríamos dividirlos en dos tipos:

-          Espacio libre para

-          Espacio libre de

Así pues, mientras que en unos se hace especial hincapié en su contraparte al sistema productivo, entendiéndolos como espacios de ocio o, como mucho, de organización social, los primeros se dedican a actividades productivas de tipo subsistente y de tipo local. Es importante resaltar que no todo sistema productivo de subsistencia tiene porque ser local, es el caso de Cuba mencionado anteriormente.

En concreto el antropólogo se centra en el proyecto “autogestionado” de las Germanetes (Hermanitas). Este era un solar vacío donde se realizaban diversas actividades. En la actualidad, como concluye el autor:

Encara hi és l’espai de l’Entrebanc, però ja no és un projecte obert potent i enfocat a incidir sobre el barri. I ara mateix, l’Espai de Recreant Cruïlles està tancat amb clau, gestionat per quatre veïns que hi tenen les seves verdures i au.

En este sentido estamos viendo un conflicto interno pero intermodal: se oponen dos modos de producción, si bien a la misma escala y con un fin no lucrativo. No obstante, la forma de acceso a estos espacios, mediada por el ayuntamiento y las “instituciones oficiales” es lo que pone de los nervios a Debelles. Es ridículo, pero no estamos aquí para centrarnos en lo evidente.

Lo que si que nos interesa de esto es que este tipo de movilizaciones, por otro lado mucho menos original de lo que David Graeber (2019)[13] ha querido plantar, y ya intuyó hace bastantes años Alberto Cardín (1988)[14], son prepoilíticas o tienen un carácter apolítico. ¿En qué sentido? En el clásico del término: el de la administración de la polis.

Lo que demuestran este tipo de proyectos a “pequeña” escala suele ser su fracaso, suelen requerir de inversiones importantes y con un “goteo permeable permanente”. El mayor problema de estos proyectos suele ser su uso, suele estar entre dos mundos y suele vivir a espaldas de ambos en realidad ya que no es capaz de insertarse en ninguna dinámica realista, más que para los que  estos antropólogos interesa. Si, los antropólogos también tenemos amigos.

Lo interesante de esto es que es algo muy asociado a los movimientos relacionados con  las cuestiones ecológicas. Como muy bien analiza en ese sentido Guha y Gadgil (1993, 99):

Y, puesto que los movimientos ambientalistas modernos expresan el amplio descontento hacia los excesos del modo industrial, no es casualidad que se defienda la religión y al tradición como más prudentes, al fin y al cabo, que los modernos métodos «científicos» en su uso de la naturaleza.

Como los mismos González y Ortega (20020, 434) han de reconocernos:

Más allá de su aparente consideración en la historiografía hasta ahora vigente como mecanismos prepolíticos de respuesta social, nosotros apostamos ya hace tiempo por releer esta protesta contra el modelo estatal de gestión de los recursos naturales como una forma perfectamente organizada de contrapoder, de resistencia a la imposición de una nueva forma de relación entre sociedades humanas y naturaleza. [La cursiva es añadida]

Esto es medio verdad medio no. El problema en esto está en considerar que “lo político” es una conditio sine qua non para poder hablar de la contemporaneidad. En esto sucede lo mismo que con la historia y la crítica de Eric Wolf (2014)[15] a los llamados “pueblos sin historia”. Cuando hablamos de historia no hablamos de algo que haya existido siempre, y no es un problema ni un crimen que un “pueblo” no tenga historia. Esta ha sido la situación de la mayoría de nosotros e inclusive pese a que todos formemos parte, dado el proceso institucional que ello exige, la “historia” a veces parece únicamente estar movida por grandes nombres, o grandes batallas, o grandes descubrimientos. Pero eso no es así.

Tampoco entraremos aquí y ahora en un debate sobre estas cuestiones, hay algo en marcha que ya satisfará las necesidades, pero dentro de uno meses.

Con la cuestión policía pasa lo mismo, la condición mínima para que exista la política son las ciudades. No por nada, sino porque las ciudades son las primeras organizaciones humanas que requieren una centralización de recursos, para la construcción de edificios, de murallas y previsión de servicios varios, etc. El estado puede ser inmenso, y estar en una ciudad mínima, este es el caso del Vaticano, por ejemplo. No es de extrañar que el actual Estado Vaticano sea resultado de dilataciones y constricciones en el poder geopolítico de la Iglesia Católica durante la historia, hasta llegar al actual auspicio bajo el estado italiano y la protección de Suiza. En el fondo es muy complejo e interesante este proceso, así que invito a que el lector se tome esto como un ejemplo superficial, pero sin matices ni gran hondura por mi parte.

Cuando el OACU a lo máximo a lo que aspira es a activar relaciones de pequeña escala, tipo amistad, compadrazgo, u otras (Wolf, 1980)[16] son relaciones de carácter no político. Pese a que están cruzadas por factores políticos. No obstante se olvida que una familia no es política, pese a que se pueda abordar desde esa perspectiva, al igual que tampoco lo es la religión sin necesidad de que no podamos hablar del Papa de Roma como la figura política que es. Pero que podamos abordar desde una cuestión un elemento, desde una ciencia o disciplina, no lo convierte a ello mismo en la disciplina o ciencia.

Si, los antropólogos pueden trabajar en sociedades políticas e inclusive pueden desarrollar estudios sobre como determinadas políticas afectan a las poblaciones, o cómo la política está cruzada por relaciones de otro tipo que no son el mero “interés por la nación”, o lo que sea, ciudad, imperio, principado, reino, etc.

Las crisis ambientales y en especial las soluciones que se proponen desde diversas disciplinas son fundamentales y nos revelan qué está pasando en el mundo. En este caso la dicotomía entre político / prepolítico o apolítico estaba de fondo, cualquiera que lea las líneas dedicadas en este espacio [blog] a indígenas, movimientos desarrollistas, etc. podrá percibir como la “ecología” se ha terminado por ceñir a un discurso de lo tradicional como natural y por ello bueno, que sirve a muy diversos intereses, desde grandes empresas hasta grupos indígenas que quieren reservase para ellos mismos la explotación de determinados recursos (que en el fondo esto es lo que proponen los ácratas hacer en las ciudades, una reducción a conductas étnicas antes que políticas). Las luchas y disputas se seguirán produciendo y se seguirán atajando de modos muy diversos. Por nuestra parte vemos en Cuba el camino a  seguir, junto a  muchos otros países y muchos otros proyectos. Pero desde luego, si bien los proyectos vecinales tienen su relevancia y no debe nunca renunciarse a las “acciones a pequeña escala”, no hay que confundir esto con una surte de “acción directa”, ya que esta no se produce, sencillamente porque obvia todo el sistema coodeterminante existente.



[1] CHILDE, V. Gordon (1954 [1936]). Los orígenes de la civilización. México: Fondo de Cultura Económica.

[2] DYSON-HUDSON, Rada y ALDEN, Eric (1983).  “Territorialidad humana: una reconsideración ecológica”. En: Mª Jesús Buxo Rey (ed.). Cultura y ecología en las sociedades primitivas. España: editorial mitre

[3] HARRIS, Marvin (1987). Caníbales y reyes. Los orígenes de las culturas. España: Alianza.

[4] Este no ha sido el único rótulo propuesto, otro de cierta relevancia ha sido «conflicto ecosocial», para ver una discusión Cfr. FOLCHI, Mauricio (2001). “Conflictos de contenido ambiental y ecológico de los pobres: No siempre pobres, ni siempre ecologistas”. Ecología política. Nº 22. Pp. 79-100. Disponible en Dialnet: <<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=153467>>

[5] GONZALEZ, Manuel y ORTEGA, Antonio (2002). “Para una tipología de los conflictos ambientales en perspectiva histórica: estudios de caso”. En: Carlos Forcadell et al. (Eds.). Usos de la Historia y políticas de la memoria. VI Congreso de la Asociación de Historia contemporánea. España: Prensas Universitarias de Zaragoza. Pp. 419-448.

[6] GUHA, R y GADGIL, M (1993). “Los hábitats en la historia de la Humanidad”. Ayer. Nº 11. Pp. 49-111. Disponible en Dialnet: << https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=184852 >>

[7] JOHNSON, A.W.; EARLE, T. (2003). La evolución de las sociedades humanas. Desde los grupos cazadores-recolectores al estado agrario. Barcelona: Ariel.

[8] ALTIERI, M. A. y NICHOLS, C. I. (2012). “Agroecología: única esperanza para la soberanía alimentaria y la resiliencia socioecológica”, Agroecología. Vol. 7 Nº 2. Pp. 65-83. Disponible en: <<http://agroeco.org/wp-content/uploads/2016/01/agroecologia-unica-esperanza.pdf >>

[9] LEPORE; van CALOEN (2017). Agroecología en Cuba. Argentina Cuba: Semillas. Colectivo documental. Disponible en: << https://www.youtube.com/watch?v=O9-awhAqezk >>

[10] OTERO, G. (2013). “El régimen alimentario neoliberal y su crisis: Estado, agroempresas multinacionales y biotecnología”. Antípoda Nº 17. Pp. 49-78. Disponible en: <<https://www.redalyc.org/pdf/814/81429096004.pdf>>  

[11] A este caso le hemos dedicado su espacio en LLINARES, Artur (2020). Desarrollo antropológico. En: <<https://arturllp.blogspot.com/2020/06/desarrollo-antropologico.html>>

[12] DEBELLES, Galvao (2020). “La destrucció de l’Eixample Esquerra”. Observatori d’Antropolgia del Conflicte Urbà. Página web. Disponible en: <<https://observatoriconflicteurba.org/2020/11/13/la-destruccio-de-leixample-esquerre/>>

[13] GRAEBER, David (2019). Fragmentos de antropología anarquista. España: virus.

[14] CARDIN, Alberto (1988). Tientos etnológicos. España: Júcar Universidad.

[15] WOLF, Eric (2014[1982]). Europa y la gente sin historia. México: FCE.

[16]  WOLF, Eric (1980). “Relaciones de parentesco, de amistad y de patronazgo en las sociedades complejas”. En: Michael Banton (Comp.). Antropología social de las sociedades complejas. España: Alianza. Pp. 19-39.

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