Lectura a: “prácticas y estilos de investigación en la historia oral…”
Referencia:
ACEVES Lozano, Jorge Eduardo
(1994). “Técnicas de investigación y manipulación. Prácticas y estilos de
investigación en la historia oral contemporánea”. En: Historia y Fuente Oral.
2, Nº 12. Pp. 143-150.
Síntesis:
En este
breve artículo, Jorge E. Aceves Lozano nos presenta algunas de las líneas
maestras que se perfilaban en la década de los 90 en torno al concepto de «oralidad».
Como él muy bien señala nada más empezar, esta ya no es una cuestión novedosa o
ausente, tanto en la historiografía más amplia como en el caso español.
Comparte
la metodología de la historia tradicional, así pues, su organización
procedimental, no la distingue de otras corrientes. Las instituciones, si bien
no la reconocían en un principio, en la actualidad –del texto- el panorama ya
era otro, y en la actualidad, por fortuna o desgracia, ya es hiperbólico (hasta
un ley se aprueba en estos términos).
El autor resalta 4 rasgos novedosos (Pp.
143-144):
-
Toma a nuevos sujetos
de estudio
-
Toma dimensiones regionales y/o locales
-
Aporta interpretaciones cualitativas
-
Su finalidad es ser útil a las necesidades sociales
Que la trasmisión
de información, testimonios, narraciones, historias sea vía oral hace de este campo
uno de muy compleja articulación ético-profesional (Pp. 145 y 149). Elementos
como al subjetividad hace que algunos autores solamente consideren este espacio
como un «apoyo» antes que un basamento mismo de la investigación.
Este campo historiográfico bebe de múltiples
disciplinas (pp. 146-147):
-
De la Antropología toma su interés por la
construcción y desarrollo de identidades colectivas, al igual que elementos metodológicos
y de práctica.[1]
-
Sociología
-
Psicología, en particular el psicoanálisis.
-
Lingüística
-
Folclore
-
Semiótica.
Así pues,
podemos sintetizar, que, en primera y última instancia, esta «historia oral»
“es más bien, un espacio de contacto e influencia interdisciplinaria” (P. 143).
Finalmente desarrolla una surte de breve teoría
de las actuales intervenciones de la
«historia oral»
-
Técnica
o Archivista
y/o documentalista
o Difusor
populista
-
Metodología
o Reduccionista
o Análisis
complejo
Reseña:
Este
breve artículo posee muy sintetizados materiales entorno a lo que se ha ido constituyendo
como un campo de por sí: la memoria simbólica.
Múltiples
corrientes confluyen, en este caso, tratamos con dos disciplinas: por un lado
la historia, por otro lado la antropología.
¿Por qué
estas dos disciplinas? Sencillamente porque son desde las cuales se abordan los
asuntos en este volumen de la revista Historia
y fuentes orales. Ciertamente, sea dicho, además han sido los campos que más
se han ido ampliando en estas últimas décadas, y de las cuales se desprende una
mayor atención, tanto social, como por nuestra parte.
La sociología también es importante, como lo es
la psicología u otras disciplinas. Esta pluralidad de disciplinas puede
comprenderse en dos órdenes:
-
Multi_disciplinariedad
-
Trans_disciplinariedad
Así pues,
la oralidad como soporte informativo, es un campo de trabajo (no un objeto,
como sostiene Aceves y la mayoría de los que le han seguido la estela) donde
confluyen múltiples disciplinas que se encuentran con materiales similares y
técnicas de trabajo similares. Esta primera exposición atiende a la idea de
multidisciplinariedad.
La otra
versión, transdisciplinar podría ser algo parecido a lo siguiente: la opacidad
da un contenido y una sustancia común a los materiales de que disponemos en
nuestros análisis, dispersos en varios campos científicos, tomando una
identidad propia y desprendiéndose, cada vez más, como un campo de conjunción y
refundición de saberes.
Para
comprender cómo el autor no atiende a la primer característica (multidisciplinariedad)
y cómo llega a abogar por la segunda hay que comprender algo básico: confunde sujeto con informante
la Física de altas energías […] utiliza de una modo esencial, constitutivo, unas
tecnologías muy sofisticadas sin las cuales no sería posible su desarrollo,
entonces, esa ciencia-tecnología es, por razones internas, gnoseológicas, una
actividad multidisciplinar
Alvargonzalez
(2010, p. 7)[2]
Hacen del sujeto una tecnología del trabajo de
campo. Esto es un intento de superar la dicotomía objeto/sujeto. De ahí la
importancia que le daba Aceves a la idea de seleccionar “nuevos sujetos” (P.
143). Como si fueran las personas, o los objetos, los que nos explican la
historia sin más. En esto último cabe advertir que en su “tipología critica” de
procedimientos (técnica y metodológica) de la historiografía oral advierte de
estos posibles malos usos:
|
|
B - La faceta
metódica |
|
|
|
c - Reduccionista |
d- Complejo |
A - Faceta técnica |
a- Archivista/ documentalista |
a-c ¿? |
a-d ¿? |
b- Difusor |
b-c ¿? |
b-d ¿? |
A priori,
nos parece una clasificación con poco potencial, más allá de presentar dos dictiomas
más cerca de la perspectiva interna del propio campo, que no un retrato “desde
fuera” de la propia disciplina:
-
Buen / mal historiador oral
-
Productor / difusor de historia oral.
Y esta segunda
dicotomía tampoco es muy clara en el fondo. Ya que el “archivista” crea el archivo,
la tipología, la ordenación y puede inclusive recoger en primera instancia la información,
pero no tiene por qué ser el comienzo de la disciplina. Un buen ejemplo de ello
es la antropología,[3] la cual se
usa aquí por lo general para atacar a la historia “tradicional”, pero no se
hace el mas mínimo caso de su propia tradición critica sobre el trabajo profesional
(los sociólogos hacen algo similar, si bien no entraremos aquí “al trapo”). La antropología
no fue capaz de sistematizar todas sus “fichas” y “archivos” o “bancos de
datos” hasta, de forma aproximada y nunca completa, la “Muestra etnográfica
mundial” (1957)[4] elaborada
por George Peter Murdock y utilizado
desde entonces hasta la actualidad por un sinfín de autores de múltiples
disciplinas (en especial arqueología y antropología): pero esta era una
herramienta de trabajo. La antropología, junto a otros expertos como
bibliotecarios, biblioteconomistas, archivistas, etc. había creado una herramienta
de trabajo, al igual que se desarrollaron programas de diseño gráfico o se
desarrolló Excel y sus (infinitas) tablas. Pero ¿existe la Excelogía? No.[5]
Así pues,
incluso el desarrollo de una técnica refinada por parte de una ciencia, no
tiene nada que ver con el desarrollo de un campo de trabajo/estudio.
De igual modo pueden existir técnicas muy refinadas
para el estudio de ciertos ámbitos de una misma disciplina, en contraste con
una misma especialidad compartida por varias disciplinas. Si volvemos a la
antropología nos encontramos con técnicas y ámbitos de estudio, de los cuales algunos
han devenido campos autónomos, pero otros sencillamente nunca se han propuesto
como tales:
-
Documentos
-
Restos arqueológicos
-
Leyendas
-
Recuerdos
-
Lingüística
En la actualidad,
en especial en Europa, la antropología se considera una disciplina totalmente
segregable de la arqueología: en la Universidad de Barcelona no se da ni un
triste crédito sobre los materiales líticos, los yacimientos o los marcadores
de estrés, tampoco ni una triste página se dedica a autores de igual modo tan reaprovechables
por los estudiantes de antropología, por ejemplo Lewis Binford o Liev S. Klejn.[6]
En cuanto
a los recuerdos y la información oral, podemos ver como la antropología también
ha reelaborado estos espacios de trabajo. Como es bien sabido, el sistema comparativo
en antropología nace en la 2ª mitad del siglo XIX, a partir de los trabajos y
estudios sobre parentesco.[7] Pero a principios
de siglo se encuentran con un problema: ¿Es seguro recoger la información así?
¿Qué recogemos en cada caso? ¿Por dónde se empieza? ¿De dónde podemos y de dónde
no podemos obtener información?
Para dar respuestas
a estos problemas, y tantos otros, se desarrolló el «método genealógico», que Rivers
sintetizó por vez primera en 1910. Pero este “método” venía a completar/mentar
las metodologías ya desarrolladas de forma previa; y, en especial, nos habla de
la unificación de varios métodos dispersos hasta la fecha. En esto, puede parecer,
es como el “invento” del «trabajo de campo» por parte de Malinowski: él no
inventó nada, formalizó una serie de técnicas de investigación, muchas de las
cuales ya venían practicándose por los misioneros en américa desde el siglo
XVI. Así, por ejemplo, en el caso de Malinowsky es más interesante su contra-relación
con otros antropólogos de la época, como el propio Rivers, pero también con las
instituciones, en concreto las Notes
& Queires, una publicación que
indicaba cómo debían ser los trabajaos y publicaciones de los investigadores.[8]
A nuestro
parecer, ni la memoria, ni la oralidad son dos campos que obliguen al investigador
a abordarlo de tal modo que constituya una ciencia: no hay «historia oral» ni
«memoriología». Aquí atajo ambos términos porque es evidente la relación que
existe entre el “giro oralista” en historia y el “giro memorístico”;[9] esto, a
su vez, tiene mucho que ver con los usos políticos e institucionales de estos saberes
(y su desarrollo). Decía Aceves que, institucionalmente, no había habido un
gran apoyo, en la actualidad son millones de euros los que gastamos en España
en proyectos similares.
Personalmente
me parecen llenos de ñoñerías y soberbia. Yo estudio antropología, no historia,
así que no sé cómo está el patio actualmente, pero sí que procuro informarme.
La unión
entre varias disciplinas para desarrollar una “nueva historia” no es novedosa y
sí que se debe a la incorporación de nuevos materiales como fuentes de estudio históricos
o como factores a tener en cuenta, como mínimo.
Esta ya fue una de las novedades presentadas por la
escuela de los Anales en Francia. Así
lo consideraba Vicens Vives en su prólogo al volumen dedicado a «Oriente y
Grecia antigua» (1981, España: Ed. Destino) dentro de la Historia general de las civilizaciones de Aymard y Auboyer:[10]
Historia social quiere decir que se ha renunciado
al catalejo de la personalidad o de un grupo reducido de personalidades para
otear el horizonte histórico, y que en adelante es preciso hacer un esfuerzo de
imaginación para situarse en el terreno de sus múltiples creadores sociales:
todos los oficios, clases, castas y jerarquías al unísono, en una tensión o
éxtasis mancomunado. (p. 17)
A lo largo de una centuria habían crecido y se
habían desarrollado una gran variedad de ciencias paralelas, cuya aportación
resultaba imprescindible para intentar la empresa de captar el hombre en su
dimensión social […]. Nos referimos, en primer lugar, a la geografía humana […]. Luego a la economía y la sociología […]. En fin, a la demografía […].
[…], y el empleo
bien intencionado del método estadístico para descubrir los inevitables
resultados de masa, pudo aspirar, como decíamos, a elaborar una historia
verdadera del hombre, no una historia del simple evento. (p. 10)
Con
respecto a esto último es interesante que las “historias de” ciertos elementos
sean tan comunes en el XIX como en la actualidad: ¿Quién tiene el valor de negar
la importancia de la Historia de la
muerte en Occidente (1975) o la Historia
de la vida privada (1985) de Aries y Duby, o al Historia general de las drogas (1989) de Escohotado? Por no hablar
de las exploraciones temáticas de algunos antropólogos/sociólogos; un clásico
al respecto es Bourdieu y su Miseria del
mundo (1999, Méjico: FCE), donde en las primeras páginas (9-10) reflexiona
entorno a las miserias, su
diversidad, su abordaje, sus expectativas, etc. este libro del sociólogo
francés es uno de los mejores ejemplos de la importancia de la oralidad como
fuente: su presencia, cuando lo habitual no es incorporar las transcripciones
enteras de las entrevistas, marca la diferencia.[11] Por
compararlo con un estudio de características “similares”, en cuanto al entorno sociológico
escogido, si bien en Inglaterra en vez de Francia, véase el clásico de P. Willis
Aprendiendo a trabajar: contrástense.
Es en el trabajo sobre Las estrategias de la reproducción social, Bourdieu encontramos uno
de los motivos clave para comprender esta importancia del testimonio (antes sujeto que informante):
Dicha representación se deposita en las palabras
comunes, términos performativos que constituyen el sentido del mundo social
tanto como lo registran. (p. 187)
Pero más allá
de este viraje epistemológico[12] también
hay un cambio de implicación política, así pues:
el dominante es quien llega a imponer las normas
de su propia percepción, a ser percibido como él se percibe, a apropiarse u
propia objetivación, reduciendo su verdad objetiva a su intención subjetiva. […], una de las dimensiones fundamentales de la
alienación reside en el hecho de que los dominados deben contar con una verdad
objetiva de su clase que ellos no han forjado, con esta clase-para-los-demás que se impone a ellos como una esencia, un
destino, fatum, es decir, con la
fuerza de lo que se dice con autoridad (P. 192)
Bourdieu,
en un sentido más amplio, atrapa sus textos entre el refinado análisis
sociológico y la obligación de la movilización política que lo constituyó como
«personaje» del panorama; si bien todo se homogeniza en su característica retórica
francesa.
Esta obligación política la comparte en su visión
con el planeamiento de Vicens Vives (por ej. P. 13) y con Aceves:
[El analista complejo de la historia oral] sostiene que la versión de la historia de la
sociedad que se construye, es tan válida, como podría ser aquella que resulta
de consultar fuentes documentales tales como archivos y expedientes fiscales o
policiales, por ejemplo. (P. 150)
Es mediante esta metodología que se produce una inversión de “roles”, o a ellos se
aspira constantemente:
[La historia oral] procura
destacar y centrar su análisis en la visión y versión que se manifiesta, desde
el interior y los más profundo de la experiencia de los actores sociales (p. 144)[13]
En este
sentido, no obstante, no creo que la historia pueda emplearse, literalmente, para
arreglar algo. Es por ello que esta sustantivación de la historia suele coger partes
suyas y partir de ahí desarrollarse, pero no a la inversa. Ya existe una preselección
delimitada política, sociológica, económica, académicamente, etc.
En este sentido hay dos muy claros ejemplos:
-
Historia visual de X: el concepto de «historia
visual» nos es mucho más común, probablemente por su popularidad pedagógica.
Este “visual” puede ser por el tema a
tratar, pero desde luego, el medio, es fundamental: que garantice la
reproductibilidad gráfica para su visionado, su exposición, su difusión, etc.
En cuestiones
de historia del arte suele haber muchos ejemplos de publicaciones de este
estilo, de igual modo sucede con la historia militar. Nosotros vamos proponemos
el caso del libro de Melquiades Prieto (2020, España: modus operandi) titulado La guerra de papel. Origen iconográfico de
la Leyenda Negra.
Ya para
empezar, señalaremos que “de papel” es un mal término, pues descarta demasiados
materiales donde también se ha reproducido la leyenda negra: por ej., la serie francesa
animada “Érase una vez”.
No obstante,
esta es una historia gráfica o visual entorno
un tema, así pues, lo primero seria advertir que no existe “Historia
oral” sin más, debe circunscribirse a campo, pues al historia oral, no es un
campo, es un medio. El grafismo es el medio mediante el cual nos centramos en
un proceso más amplio, o bien dicho proceso ha sido relevante en ese medio en
concreto, en el caso del libro de Prieto: Tratamos el Imperio español (con los demás
imperios y reinos que ello implica), en concreto sus relaciones
internacionales, pero no necesariamente las diplomáticas, sino las
propagandísticas; y más en concreto aun, un tipo de propaganda sistematizada y
analizada (y etiquetada) por Julián de Juderías y Emilia Pardo Bazán a
principios del siglo XX.
Así pues,
la historia oral no puede existir como corriente historiográfica. Hay quien
diría que la “historia visual” es un requerimiento editorial, no de metodología.
Eso es
falso y lo demuestra muy sencillamente una somera lectura al libro de Prieto,
pues no hablamos de un mero alarde editorial. Está tan confeccionado de imágenes
como lo está de entrevistas el libro de Bourdieu La miseria del mundo que comentábamos antes.
Así pues,
quien quiera deslegitimar el libro de Prieto como contraejemplo de una “historia
oral”, deberá primero enfrentar esa misma critica al libro de Bourdieu y preguntarse
si procede o no.
Por otro
lado, y regresando a la antropología, Adolfo Estalella (2020)[14] nos
presentaba recientemente, de forma sintética, los tres usos clásicos de los
dibujos en la disciplina:
El dibujo ha sido incorporado a la práctica antropológica en múltiples
instancias, tanto en el trabajo de campo como, de manera más reciente, la
ilustración etnográfica se ha convertido en un formato de expresión para las
monografías etno-gráficas, de manera sintética hay tres instancias distintas en
las que diferentes antropólogas han hecho uso de la ilustración etnográfica:
(1) como dispositivo de campo en el trabajo etnográfico para la documentación y
el registro, (2) como forma de representación del conocimiento antropológico y
([3][15]) como modo de indagación[16]
Esto
solamente hablando del dibujo, no entrando en otros trabajos igualmente
importantes.[17]
-
La territorialidad: la cuestión de territorio ha
sido estudiada ampliamente, en especial desde los estudios zoológicos y
etológicos. En cuanto al hombre, por lo general, hasta la década de los 70,
aprox., nos encontramos con un mero interés superficial, como resultado de la conquista
política o del modus operandi de una economía.
Es elementalmente
a partir de la ecología que disciplinas como la sociología o la antropología
empiezan a embarcarse en esta cuestión tan humana como animal (Dyson-Hudson y
Alden, 1983)[18].
No obstante,
la cuestión ha avanzado muchísimo, en especial por los estudios de migraciones,
pero no solo: en especial intentando, y cada vez estando más cerca –nos
parece-, superar la dicotomía global-local, un ejemplo claro lo encontramos en
el trabajo de Doreen Massey[19].
Pero este
tema también ha sido de interés para la arqueología, así, en 2004, Fernando
Diez Martin presentaba su Largo viaje.
Arqueología de los orígenes humanos y las primeras migraciones. Donde al
son de las movilizaciones humanas, las presiones ecológicas, los encuentros con
nuevas especies y la perdida de otras nos describen la evolución física, social
y cultural del hombre.
Así, la
territorialidad ha sido estudiada mediante múltiples fenómenos (si no es que la
territorialidad misma es un fenómeno) y múltiples disciplinas: no por ello se
ha convertido en una disciplina segregable, por más estudios especializados en
la materia que existan.
En conclusión; frente a una historia oral, que
confunde sujetos, informantes y testimonio; que se reclama como un “algo” político;
frente a la sustantivación de la historia misma y sus partes; proponemos
regresar a lo que advertía Thompson[20]:
Porque
la historia permanece siempre sin resolver, es como un campo de posibilidades
inacabadas que queda tras nosotros, con todas sus contradicciones y con todas sus renuncias, y somos nosotros, actuando en el
presente, los que hemos de volver atrás para rechazar algunas posibilidades y
dar apoyo y empuje a otras. Nosotros asumimos algunos valores del pasado,
nosotros rechazamos otros. (P. 168)
[1]
Así pues, no de extrañar, que
artículo posterior de Silvia Paggi sea: “A propósito de la entrevista filmada
en la investigación antropológica” (Pp. 163-174)
[2]
ALVARGONZALEZ, David
(2010). “La transdisciplinariedad
como mito milenarista”. En: Encuentros multidisciplinares. Vol. 12, Nº 34. Pp.
70-79. Disponible en: <<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3179534>> Un ejemplo bibliográfico preciso
de esto lo podemos encontrar en ORAL, Ahmet Yavuz; ORAL, Zehra Banu Bahsi
(eds,) (2017). 3rd International
Multidiciplinary Microscopy and Microanalysis Congreess (InterM). EEUU:
Springer.
[3]
Otro buen ejemplo es la arqueología.
En concreto Leroi-Gourhan (1976, [“Las excavaciones y la doctrina de
investigación”. En: A. L.-G. et al. La
prehistoria. España: Editorial Labor. Pp. 149-154], en especial 151-4)
trata muy bien la paradójica relación entre el exploración – registro –
conservación de los yacimientos: “el mejor investigador es a pesar de todo, un vándalo que
destruye su documento consultándolo”, al igual que “El salvamento y el estudio científico son cosas distintas” (p. 153)
[4]
Traducido al español en 1975 en LLOBERA, Josep R. (Comp. Y Prol.) (1975). La antropología como ciencia. España:
Anagrama. Pp. 203-230.
[5]
Hay quien podría proponer la
cibernética, esta opción será revisada y adaptado el texto en consonancia con
las conclusiones.
[6] Es curioso que a la inversa no sucede: en
arqueología se estudian asignaturas de Antropología. <<http://www.ub.edu/grauarqueo/index.php/cat/pla-d-estudis-cat/assignatures>>
Por otro
lado, es preocupante que Martin Almagro en su Introducción al estudio de la prehistoria y de la arqueología de campo
(1973, España: Guadarrama), ya advirtiera lo siguiente:
Estas
actitud anómala de apartar la Prehistoria de la Historia hace, como hemos
dicho, que en muchos países los estudios prehistóricos se hayan excluido de las
Facultades de Filosofía y Letras, seccionando totalmente su enseñanza y su verdadero
carácter de ciencia humanística, solo guiados, quienes tal hacen, por los
métodos empíricos y la necesidad de complejas técnicas que para estudiar tan
remotos tiempos el prehistoriador ha de emplear
(p. 20)
[7]
Particularmente, consideramos que es
aquí donde se ve la diferencia entre antropología moderna (iniciada por
Bernardino de Sahagun ) y la antropología contemporánea (asociada a Bronislaw
Malinowski; a lo cual nos oponemos)
[8]
Este es un tema que he tratado mucho
más en extenso en el artículo titulado “Sobre Bronislaw K. Malinowsky y Ruth F.
Benedict” <<https://arturllp.blogspot.com/2019/03/sobre-bronislaw-k-malinowsky-y-ruth-f.html>>.
[9]
Pensemos en un historiador como
Hayad White y su propuesta de una historiofotía,
al hablar de los modos de registrar la historia mediante imágenes: aquí se ve
bien el anverso de esta “historia oral” de la cual nos habla Aceves.
[10]
Cabe destacar que, lamentablemente,
Vives parece ignorar totalmente el trabajo realizado por autores de la talla de
Polany (Comercio y mercado en los
imperios antiguos, por más críticas a posteriori que podamos hacerle, es
una obra de 1957, trad. al esp. en 1976, España: labor universitaria). De igual
modo hay ciertos aspectos sobre la incorporación de otros saberes a la historia
que, si bien podemos resaltar su evolución y su mayor refinamiento, cosa que
sin dudas también ocurre en la actualidad, no aportaban nada nuevo bajo el sol:
un excelente historiador español como Altamira ya en su Manual de historia de España (2ª ed. de 1946 Argentina: Editorial
Sudamericana) había incorporado explícitamente las condiciones geográficas,
las sociológicas y las tecnológicas a su análisis de la historia
de España.
E inclusive la arqueología ya estaba influida por
otras ciencias como la sociología. En Rusia, nos cuenta Leo S. Klejn ((1993). La arqueología soviética. Historia y teoría
de una escuela desconocida. España: Critica. P. 17), a mediados de la
década de 1920 se continuaron las líneas abiertas por investigadores como
Vladimir A. Gorodtsov, M. N. Pokrovsky o Vladimir M. Friche.
[11]
En este sentido, se muestra a la
perfección como un trabajo tan amplio como el que presenta Bourdieu pasa
perfectamente por la clasificación de Aceves sin recibir clasificación/critica
alguna, sencillamente “pasa los estándares de calidad”.
De todos modos, es fundamental destacar que
Bourdieu advierte en la primera página de su gran obra: “los previos planteos
metodológicos o los análisis teóricos que, en nuestra opinión, son sin embargo
completamente indispensables para una justa comprensión de las entrevistas.” (p. 7); si bien estos análisis, a
nuestro parecer, son excesivamente breves [por mas retórica francesa que sea],
y es ahí donde se resalta –aún más– el
papel de la entrevista como trascripción de la expresión/comunicación
oral y gestual [Cfr. Ernesto Castro (2019). “¿Cómo se hace una entrevista?”
disponible en: <<https://www.youtube.com/watch?v=-WsOQroefCM>>]. Es importante que el aspecto
gestual no lo trata Aceves
[12]
Ver GONZALEZ-ABRISKETA, Olatz; CARRO-RIPALDA, Susana (2016). “La
apretura ontológica en la antropología contemporánea”. En: Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. LXXI (1). Pp.,
101-128. Disponible en: <<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6969532>>
[13]
Toda esta referencia a la
interioridad del hombre, como si la voz del pensamiento no fuera más que una
mera reconstrucción cognitiva de las mecánicas del cuerpo para comunicarse,
puede retrotraernos a abordajes más psicológicos de lo antropológico (si bien
esto puede llevarnos hasta una antropología
neuroevolutiva, como hizo Lamote de Grignon). Para comprender el alcance de
esta disciplina en la antropología contemporánea, puede leerse: REYNOSO, Carlos
(ed.) (2008). “Presentación”. En: El
surgimiento de la antropología posmoderna. España: gedisa.
[14]
ESTALELLA, Adolfo (2020). “El dibujo etnográfico. Delinear modos de indagación”.
Open#doc. Disponible en: <<http://estalella.eu/open-doc/el-dibujo-etnografico>>
[15]
Por lo que entendemos era un error,
en este espacio en el texto original hay un “2”.
[16]
Más allá del elemento técnico, es también
interesante que Estalella recupera la dimensión del “hacer”, la “operatoriedad del
sujeto corpóreo”. En este sentido recuperamos a Le Breton [(2018). La sociología del cuerpo. España: Siruela]
cunado advierte que “La memoria de una comunidad humana [no hay memoria
subjetiva, solo individualizada] no reside solo en las tradiciones orales y
escritas, sino que también está entretejida en efímeras habilidades corporales”
(P. 64).
[17]
Por ejemplo, Hasan G. López Sanz
(2019, España: concreta) en Zoos humanos,
ethnic freaks y exhibición etnológicas nos da buenas muestras de uso del
cine, el cartel ismo u otros medios para hablar de “lo salvaje”, en concreto
desde su patrimonialización.
[18]
DYSON-HUDSON, Rada y ALDEN Smith,
Eric (1983). “Territorialidad humana: una reconsideración ecológica”. En: Mª
Jesús Buxo Rey (ed.). Cultura y ecología
en las sociedades primitivas. España: editorial mitre. Pp. 151-185.
[19]
Cfr. ALBET, Abel y BENACH, Núria
(Comp.) (2012). Doreen Massey. Un sentido
global del lugar. España: Icaria.
[20]
En FONTANA, Josep (2014). “La
evolución de E. P. Thompson”. En: (2018). Sobre la història i els seus usos públics. España: PUV. Pp. 157-168.
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