Cazadores-Recolectores: Sobrevivir, un objetivo finito.
La vida humana y la cultural no pueden
existir si las sociedades no se apropian de la energía disponible en el medio
ambiente y la transforman. La cantidad de energía producida y el método de su producción
dependen, a su vez, de la interacción entre la tecnología para la producción
energética que una cultura posee en un enmonto dado y las características
explotables del hábitat […]
(Harris,
1998, 271)
La forma en
la que la humanidad organiza su acceso a los recursos (naturales, sociales y
culturales) es diversísima. Sin embargo, algunos de estos sistemas tienen
hondas reminiscencias en la historia del hombre. Es interesante aquí apreciar
el fuerte puente que existe entre antropología e historia mediado por la
arqueología, tema que no tratamos, por desgracia, aquí (Barnard, 2004).
La
caza-recolección ha ocupado un espacio inmenso en el desarrollo del hombre
perdurando a día de hoy en algunos grupos humanos, encontrando sus antecedentes
unos 12.000 años ah (Harris, ídem.). De igual modo “ha ocupado el 99,5
por 100 de la historia de la Humanidad, [y] ha alimentado al 60 por 100 de los
seres humanos[1]”
(Molina y Valenzuela, 2007, 179)
Estos
grupos humanos se encuentran dispersos por el mundo, si bien tiene en común la
dureza de sus entornos. Así pues, existen muchos mitos entorno a su presunta
pobreza o carencias. Sin embargo, hace ya muchos años que desde la academia se
han esgrimido argumentos contra ciertos prejuicios entorno a estos postulados.
Atendiendo
a que estas deben ser unas líneas que desarrollen una crítica entre varios
autores a propuesta del profesor, me atrevo a introducir algún que otro texto más.
Así pues las siguientes páginas se dividirán en dos partes. La primera parte es
la puesta en juego de los textos, coordinándolos y atendiendoa sus reciprocas
criticas y complemetariedades. La mejor critica ques e puede hacer de estois
textos, consideramos, no puede ser en la ingravda teoría; hay que mostarr las
tensines existentes entre ellos aunándolos y superandolos. Un segundo bloque,
mucho ams reducido, tratará de elaborar una metacrítica; pues aquello que Gustavo
Bueno (1987, 33-36) llamó “Ilusión etnológica” ha entrado en este tema
invitando en alguna ocasión a posicionamientos excesivamente radicales y que
omiten, en pro de unas relaciones ecológicas, otros aspectos como el género, la
esperanza de vida o la violencia. La critica consiste en tratar una serie de
temas de forma muy cocnreta y señalar algunos esgos ams generales que concretos
al tratar esta cuestión y que además se relaciona con otros textos y criticas
ya relacionadas como al texto de Ana Luz, et al. (2015) sobre el
conocimiento tradicional o textos que han buscado dar un tono de veracidad a
ciertas cosmovisiones tradicionales/indígenas (por ej. Kopenawa y Bruce, 2013)
El qué:
Las
actividades en que ocupan los grupos Cazadores-Recolectores (C-R en adelante) su
abundante tiempo son muy diversas. Cabe advertir, antes de nada, que cuando a
alguno de estos grupos se lo adjetiva con “de subsistencia” “no significa que
produzcan únicamente lo necesario para la mera subsistencia, sino que sus
miembros esperan utilizar lo que producen para atender a sus propias
necesidades y no para cambiarlo por otros bienes adquiridos por medio del
dinero” (Mair, 1975, 161).
Los viajes
entre unidades sociales son habituales, al igual que no es menospreciable el
tiempo invertido en tareas “reproductivas” como el tratamiento de los
alimentos, el cuidado de los niños o el más genérico “trabajo doméstico”. Estas
formas de trabajo, si bien son advertidas por autores como Cashdan (1991) no
aparece en los cómputos de adquisiciones, usos y gastos de la energía o
recursos[2].
Podemos
discernir cuatro diferenciadores claros entorno al qué se adquiere.
-
Diferenciación sexual: A las mujeres
se les asignan tareas reproductivas (crianza, hogar, etc.) y de explotación de
recursos sedentarios, sean raíces, vallas, mariscos, insectos, etc. Al hombre
quedan reservadas las actividades con objetos móviles como la caza y ciertas
ceremonias relacionadas a los rituales (por ej. los hadaz, en Woodburn, 1983)
de paso entorno a la caza, los cuales además coinciden con ciertas estaciones
concretas lo que Mervyn Maggitt llamó “estación ceremonial” (1962); si bien
dichos rituales son “relativamente poco elaborados” (Johnson, 2003, 67).
-
Acceso: No en todos los paisajes
(ilustración 1[3])
los alimentos son igual de accesibles. Además de que esta organización puede
hacerse desde diferentes perspectivas, así pues no es lo mismo las grandes
llanuras que la variedad en paisajes más verticales como el andino (Murra,
1981) o el de los shoshón (Johnson, ídem.).
Así pues “la caza es más importante en las altas latitudes, donde las
estaciones para el desarrollo son de corta duración y donde, en consecuencia,
los vegetales comestibles son escasos, mientras que la recolección es más
importante en zonas templadas” (ídem, 52-53). Piénsese en el claro ejemplar de
los esquimales, cuya diferenciación sexual del trabajo viene directamente
afectada por las exigencias del ecosistema y las limitaciones en la variedad de
los alimentos. En este caso por ej. podemos discernir entre la caza de focas
por parte de hombres (aunque también, pero en menor medida, mujeres) y un
segunda fase de procesamiento de la carne, las entrañas y la piel del animal
que suele estar coordinada por la mujer[4]. A
esto cabe añadir que “debemos considerar los efectos del clima al obstaculizar
o impedir expediciones de caza y pesca” (Piddocke, 1981, 106)
En este mismos sentido existe una perspectiva más “personal” en tanto que
existen otros dos criterios pero que dependen de las capacidades particulares
del Cazador-Recolector para encontrar un recurso (tiempo de búsqueda) y el
esfuerzo que le implique su obtención (tiempo de manejo) (Cashdan, ídem. 54). De igual modo en esto es
indisociable de la disposición técnica y tecnológica del grupo, si bien en
estos grupos, en concreto entre los !kung, se reconoce una tecnología de
alcance personal, multiusos y portátil como un palo, el arco y la flecha o los kaross (Johnson, ídem.)[5].
-
Gustos: Estos grupos no “comen por
comer”. Así pues en la misma mediada que en nuestra sociedad podemos tener preferencia
por ciertos alimentos lo mismo sucede en estas sociedades. Pero aquí no
hablamos del gusto subjetivo, entendiéndolo como personal. Hablamos de que hay
alimentos cuyas características los hacen más o menos atractivos para cada
sociedad. Así pues esto explica por qué estas sociedades son llamas “cazadoras-recolectoras”
cuando la mayor parte de su aporte en peso es de origen vegetal; la carne tiene
un mayor prestigio y reconocimiento social lo cual hace que dichas bandas se
identifiquen preferiblemente con la figura del “cazador” antes que con el mundo
vegetal. En el caso de los hadza sabemos que (Woodburn, ídem., 29) “Pocos
vegetales son comidos con entusiasmo. Pero la ventaja de los alimentos
vegetales sobre la carne (o la miel), y la razón básica por la que constituyen
la mayor parte de la dieta […], es que pueden ser obtenidos rápida y,
sobretodo, predeciblemente”[6].
-
Propiedades: Cada alimento, de por
sí, contiene variados nutrientes, azucares, grasas, lípidos, etc. Así pues no
es de extrañar que tras los usos de ciertos alimentos existe una evidente
elección en función de alimentos en mayor o menor medida.
Lo que sí
que se puede confirmar es que ante la conjunción de estos cuatro criterios los
alimentos son seleccionados para cubrir las necesidades calóricas diarias de los
miembros de cada familia/banda[7].
Sin embargo, como ya veremos, de esto se ha hecho una bola de nieve. Es cierto
que se alcanza la ingesta calórica necesaria por persona. Pero se dan periodos
de escasez de alimentos, al igual que existen otros alimentos no calóricos (calcio,
pieles, etc.) que pueden ser difíciles de encontrar y que pueden obligar al desplazamiento
de la unidad o la especialización dada de una parte del grupo de C-R. De igual
modo esto sigue variando mucho por grupo humano, así Piddocke (ídem., 104) nos advierte sobre los
kwakitul que de “esta aparente abundancia de productos, solo algunos eran de
uso corriente: el resto eran adiciones”, lo cual puede reaplicarse a textos más
positivistas como el de Lee (1981) o Johnson (ídem.). Así pues, en este grupo factores como la temperatura y el
nivel del agua alteran notoriamente la distribución de los salmones.
Ilustración 1 Tabla
elaborada por J. L. Molina y H. Valenzuela sobre la "Productividad
[primaria] de los ecosistemas". Fuente:
Molina y Valenzuela, 2007.
Sin embargo dicho grupos no yacen prístinos en la
superficie de la tierra. Sus propios sistemas de comercio/intercambio, punto
que desarrollaremos más adelante, han sufrido alteraciones al entrar en contacto
con el mundo occidental.
También
aquello que se produce o en lo que se trabaja ha cambiado para los grupos de
C-R. Así pues la explotación de café alteró el sistema de movilidad aplicado
hasta la fecha, en pro de una mayor estabilidad y de la pérdida de peso de la
caza. De igual modo implica la introducción del dinero, el cual deviene el fin
del trabajo antes que el cubrir las necesidades de cada cual en sí. Este uso de
mano de obra, cabe reconocer, no es del todo novedoso, por lo que ya
encontramos casos de esclavos bajo la propiedad de grandes poseedores de vacas
entre los san del Kalahari.
El cómo:
Lo primero es
hacer notar que la carne es la menor de las sustancias consumidas por estos
grupos. Así pues en un caso como el de los hadza, de Tanzania, vamos que “hasta
un 80 por ciento de los alimentos […] en peso son vegetales, mientras que la
carne y la miel juntas suponen el restante 20 por ciento. Sin embargo en
términos de calorías, la carne y la miel representan mucho más del 20 por
ciento del total” (Woodburn, ídem.,
26). En el caso de los célebres !kung (Lee, ídem.)
las cifras se acercan, si bien son algo menos drásticas quedándose en un 71%
del consumo calórico y el 64% del consumo proteínico.
Como ya hemos avanzado antes parte de la
organización de esta búsqueda de recursos se encuentra subyugada al sexo y, como
es obvio, la edad. Aspecto este último importante en términos demográficos,
pues para poder mantener el “nivel de vida” estos grupos se ven obligados a
recurrir a una suerte de “eutanasia” de los miembros no autosuficientes. Sin
embargo dicha autosuficiencia solo se produce de cara a la capacidad de cada
uno de transportarse y no atrasar al grupo (Sahlins, 1977). Esto mismo sucede
con los niños, cuyo nacimiento suele espaciarse entorno a unos 4 años (Johnson,
ídem., 82) o bien son abortados, sea
voluntaria o involuntariamente.
Fuera de este
“asalto a la demografía”[8]
los grupos de C-R cuentan con otras técnicas.
-
Estacionamientos: Las unidades de
C-R consumen, inevitablemente, los recursos de su alrededor. Sin embargo el
hecho de no reproducirlos hace que una vez agotada el área de proximidad se
vean obligados a tres opciones: ampliar el radio de rastreo, moverse y cambiar
de localización el campamento, morirse de hambre. Como dice Sahlins (ídem., 24)
“el movimiento es una de las
condiciones de ese éxito”.
De igual modo las familias se agrupan en grupos de mayor o menor
dimensión dependiendo a de la disponibilidad y la accesibilidad de los recursos.
(Cashdan, ídem., 59-61). Así se nos presentan dos casos. Los ¡kungs
(Lee, ídem.) durante las estaciones lluviosas
se dispersan en pequeños grupos familiares por el territorio dado el mayor
acceso a las fuentes de agua. Sin embargo durante la estación seca se reagrupan
en grandes grupos dada la escasez de los puntos de acceso al agua. Los g/wis,
en oposición, se cateterizan por hacer justo lo contrario. En las estaciones
secas se separan pues sus centros de agua se han secado y buscan formas
“colaterales” (frutas, raíces, etc.) de hidratarse (Silberbauer, 1983).[9]
A su vez las formas de estacionamiento se dividen en dos grupos;
o
Nómadas: Es el propio de los ¡kung
y los achés y es común en regiones tropicales. Se caracterizan por cambiar con
frecuencia de ubicación su campamento y vuelven cada noche al mismo.
o
Colectores: Es el propio de los
dog4rib. Los recursos más importantes se encuentran a una cierta distancia, por
lo que mandan expediciones especializadas. Las expediciones pueden durar varios
días ya que se instala ahí un campamento temporal.
-
Repartición, acumulación y
visitación: La repartición de los alimentos es fundamental para que las
“diferencias de consumo se reduzcan en alto grado” (Cashdan, ídem., 51). Pero esta no es la única
estrategia que se emplea. Así pues es muy usual la visita a diferentes familias
o grupos, como entre los numaym (Piddocke, ídem.).
El almacenaje de alimentos, dada la naturaleza movediza de estos grupos, es muy
poco eficaz y se usa poco o en ciertos grupos, como hemos visto antes. Este
punto es fundamental para rebatir la observación de Woodburn (ídem., 27) al
decir que “los hombres y las mujeres son desusadamente independientes unos de
otros en lo que se refiere a la obtención de comida”. No tanto para señalar un
error en su trabajo sobre los hadza sino para señalar que este no es el normal funcionamiento
de los grupos C-R. Y es más propio que “en ocasiones [ellas] lleven pequeños
animales al campamento y los hombres les ayuden a llevar la carga de nueces”[10]
(Harris, ídem., 283). No obstante Woodburn (ídem., 31) sí que hace una
observación interesante al afirma que “Comer carne lentamente, conservarla y
almacenarla sería en gran medida un esfuerzo innecesario: otros individuos
pedirán carne cuando hubiera acabado la suya y sería un error negársela”[11].
De igual modo podemos plantear (Harris, ídem., 275) dos tipos de grupos de C-R, siguiendo algunas de las
distinciones previas y que sirven para organizar mejor lo visto dispersamente
en las lecturas:
Simples
|
Complejo
|
Baja densidad de población
|
La densidad de población
|
No dependen del almacenamiento de alimentos
|
Dependen del almacenamiento de alimentos
|
Viven en asentamientos temporales la mayor parte
del año
|
Viven en aldeas la mayor parte del año
|
Débiles distinciones de rango
|
Fuertes distinciones de rango
|
Comparten una ética común
|
Ética común relajada
|
No existe propiedad de los recursos
|
Propiedad familiar de los recursos
|
Tabla 1: Sobre los dos grupos diferenciados de C-R. Reelaboración del Cuadro 12.2 en Harris, 1998 p.
275.
Intercambio
Por lo
general se hace muy complejo “establecer una distinción clara entre el
intercambio de regalos […] y el comercio” ya que “tienen a ser [relaciones]
igualitarias y simbólicas” (Cashdan, ídem.,
71 y 73).
Comercio:
El comercio
moderno pone en tensión las tradicionales relaciones ecológicas. Así pues los hombres
explotan hasta el doble su tierra ante las demandas de algún comerciante. Ya
que en estos casos no nos encontramos con la demanda de satisfacer una
necesidad fisiológica, sino que estos mercaderes buscan poder adquirir el mayor
número de piezas, de lo que sea, posible.
Sin embargo
un uso ecológicamente desatendido no es una novedad. A lo largo de la historia
muchos grupos han desatendido esta cuestión. Uno de los caso más sonados es el
de la implicación de los aborígenes australianos en al desertificación de
Australia por la aplicación abusiva de la “quema-tumba-roza”. En el caso que
nos atiende esto mismo se puede percibir en los Hadza (Woodburn, ídem.) quienes
no regulan su caza de animales más allá de donde les llega la pereza, no miran
de asegurar la reconstrucción de los panales de abeja de donde toman la miel y
lo mismo se puede decir de las plantas.
La introducción
de la moneda, en este marco, también implica problemas. Ya que el uso de la
monedad como medio de intercambio empieza a generar desigualdades pues no todo
el mundo tiene el mismo acceso a dicho bien y ya que este no se redistribuye a
la forma de los alimentos, bebidas, pieles o lo que fuera. Por no hablar de que
reifica las relaciones de mercado entre estos grupos y el “exterior” pues dicho
medio no tiene sentido fuera del usos de patrón y de pago como reseñó Polanyi
(2011).
Ceremonias:
El Potlatch
sufrió profundas transformaciones debido a la intrusión de los comerciantes
europeos, pues estos “aportaban riquezas diferente a las que se ofrecían
tradicionalmente” (Piddocke, ídem.,
107). Esto llevó a que un ritual tradicionalmente
reservado para los jefes de los numaym empezara a popularizarse entre la gente
corriente, mientras que tradicionalmente la participación popular en este
ritual se hacía de forma indirecta. El líder, a parte de sus bienes, podía
disponer de una suerte de “impuesto” por la gestión. A más a más el pópulo podía
apoyar dicha ceremonia con donaciones voluntarias. Finalmente el jefe aun podía
ampliar mas su puesta en escena exigiendo que se le pagar las deudas para la
ocasión o podía llegar a endeudarse con amigos, familia u otros jefes.
Así nos
encontrábamos con una organización más jerarquizada y reglamentada de lo que
sucedería posteriormente. Los habían tres rangos (noble, plebeyo y esclavo) muy
claros si bien el paso de noble a plebeyo o viceversa podía ser muy fluido al
igual que inclusive voluntario (cosa que solía pasar). Así los que eran jefes
de numaym heredaban un cargo, no solo un título de “cabeza de familia”. Así
pues, normalmente por línea masculina, se heredaba una posición con una serie
de cargos y obligaciones a los que responder. Así se aprecia la función
económica que trasciende a esta institución.
De igual modo
originalmente[12]
el modo de participar en el Potlatch no era solo dando, sino también
recibiendo. De igual modo era un acontecimiento mucho menos severo, dado que se
celebraban normalmente mas como acompañante de algún festejo antes que ser de
por sí un festejo propiamente.
Contrapunto
Desde el Articulo
de Sahlins dedicado a la opulencia de las sociedades C-R han pasado casi 50
años. Aquello que en su momento fue un toque de atención a un descuido sistemático
por parte de la antropología a una realidad palpable ha dado lugar a una suerte
de “mito del buen salvaje” versión eco-friendlly.
¿En qué nos
basamos? En tres publicaciones consecutivas, la más reciente causa de las dos
anteriores.
The new Yorker publicaba en (Lanchester)
2017 un artículo titulado The case against civilization. Did our hunter-gatherer
ancestors have it better?. Ante todo, los autores aquí
mencionados son muy precavido. al momento de considerar que las sociedades de
C-R sean representativas de los sistemas del hombre primitivo (Sahlins, ídem., 17). Pero esta es una mera
anotación, lo importante es la causa de este artículo. Dos libros; Against the Grain, de James C. Scott
(2017) y Affluence without Abundance
de James Suzman (2017).
Ante estas obras William Buckner (2017) emprendió unas líneas
muy críticas y que creemos nos pueden servir, junto a algún otro autor, de
contrapunto a ciertos planteamientos que hemos hecho a lo largo de estas páginas.
Así pues hemos procurado ya ir señalando algunos problemas, pero otros se nos
presentan ahora de frente. Los dividimos en tres breves guiones:
-
Banda: Líneas más arriba (p. 3)
hemos advertido que el categorizar como “banda” a las unidades que funcionan en
un grupo de C-R no era lo más oportuno y que por ello tomábamos en
consideración los comentarios de Johnson (ídem.). Sin embargo Arce (ídem.)
advierte que “Hay noticias de la existencia de gran número de sociedades
nómadas no organizadas en bandas a lo largo de la historia, que se asentaban en
medios productivos dotados de abundantes recursos naturales”.
-
Violencia: Si bien se destaca mucho
la paz de estas organizaciones, como mínimo para no llegar al punto de la
guerra, cabe advertir que Robert Kelly (2013) encontró en un estudio entre 15
sociedades C-R que “11 of these 15 societies have
homicide rates higher than that of the most violent modern nation, and 14 out
of the 15 have homicide higher than that the United States in 2016” (Buckner, ídem.)(Ilustración
2). El propio autor reconoce que el cese de la violencia se debió a la
presencia de fuerzas policiales a partir de 1955. Pero cabe advertir que esta
forma de organización social no garantiza la paz perpetua ni un estadio de no
conflictividad. El conflicto, inherente al ser humano, persiste a menos que se
altere algo. En este caso es interesante porque mientras Sahlins (ídem.) advierte que muchos observadores
antropólogos han caído en la falta de analizar la economía primitiva habiendo
esta sido afectada por las relaciones coloniales no se plantean lo mismo en
otros ámbitos. Esto sucede en otros casos, así pues se ha de recordar
demasiadas veces que en la América precolombina reinos/imperios sometían a los
demás pueblos con la misma o más brutalidad que cualquier monarca europeo, africano
u oriental de la época, por no hablar de las guerras entre tribus.
-
Horas: Sahlins (ídem, 27) afirma
que “los cazadores y recolectores trabajan menos que nosotros, y que, más que
un trabajo continuo, la consecución de alimentos es interesante, dejando mucho
tiempo para el ocio, lo cual redunda en una proporción de sueño durante el día
per cápita y por año mayor que en cualquier otra condición social”. Si bien es
cierto que el trabajo ocupa menos horas en estos grupos, ni mucho menos hemos
de conformarnos con las primeras cifras que se digan.
Como ya hemos advertido al principio (p. 2) existen muchas tareas
diversas que no tiene por qué ser la recolección propiamente o la caza. Así pues
se alcanzan las 40-44 horas semanales de trabajo entre caza/recolección y otras
tareas.
De igual modo en cuanto se refiere a la calidad de vida no todo se resume
en poder dormir y tener tiempo “libre”. Como señala Buckner, siendo toda comparacion
tediosa, desde occidente y, en especial, desde la antropología, tendeos a idealizar
los elementos cualitativos de la vida de los demás sin parar a analizar
detalladamente aspectos como la esperanza de vida o la libertad de elección en
ciertos aspectos. Así pues la edad media de matrimonio entre las niñas de este
tipo de organizaciones ronda los 13,8 años, mientras que los barones se encuentran
en unos 20,7. En cuanto a la esperanza de vida ya hemos advertido el uso del
infanticidio, en especial el femenino. Sin embrago más allá de esto, la
esperanza de vida entre los !kung se encuentra en los 36 años, lo cual es mucho
en comparación con otros pueblos como los Hiwi (27 años) o los pygmy (16-24).
Sin embargo es ridículo en comparación con las sociedades postindustriales.
Lo importante de esto es que si cogemos una línea de menos a más en estos
aspectos no hacemos nada más que plantearlo en un plano evolucionista pero no
del todo. Así pues respetamos que tengan mayor esperanza de vida que otras
organizaciones pero no importa que sea muy inferior a otras. Es una forma de
comparar, cuanto menos, extraña.
ARTUR LLINARES PACIA
Bibliografía:
ARCE, Oscar
(2005). “Cazadores y recolectores. Una aproximación teórica”. En: Gaceta de Antropología. Nº 21.
Disponible en: <<http://hdl.handle.net/10481/7189>>
BARNARD,
Alan (2004). Hunter-Gatherers in
History, Archaeology and Anthropology. New York: BERG.
BUCKNER,
William (2017). “Romanticizing the Hunter-Gatherer”. En: Quillette. Disponible en: <<https://quillette.com/2017/12/16/romanticizing-hunter-gatherer/#_ftn24>>
CASHDAN,
E. (1991) "Cazadores y recolectores: El comportamiento económico en las
bandas", a PLATTNER, S. (ed.): Antropología económica, p. 43-78. Mèxic,
Alianza Editorial.
HARRIS, Marvin (1984). “El macho salvaje”. En: Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas
de la cultura. España: Alianza. Pp. 79-101.
(1998). Introducción a la
antropología general. España: Alianza.
(1993). Jefes, cabecillas, abusones.
España: alianza.
JOHNSON,
A.W.; EARLE, T. (2003) "Los cazadores recolectores de nivel
familiar", a La evolución de las sociedades humanas. Desde los grupos
cazadores-recolectores al estado agrario, p. 63-98. Barcelona, Ariel.
KELLY, R. (2013).
“From the Peaceful to the Warlike: Ethnographic and Archaeological Insights
into Hunter-Gatherer-Warfare and Homicide”. En: Douglas P. Fry (ed.). War,
Peace, and Human Nature: The Convergence of Evolutionary and Cultural Views.
Reino Unido: Oxford University Press.
KOPENAWA,
David; BRUCE, Albert (2013) The Falling Sky. Words of a Yanomami Shaman.
Londres: Harvard University Press. Disponible en línea: <<https://www.hup.harvard.edu/features/the-falling-sky/>>
LANCHESTER,
John (2017). “The case against civilization. Did our hunter-gatherer ancestors
haveit better?”. En: The new yorker.
Disponible en: <<https://www.newyorker.com/magazine/2017/09/18/the-case-against-civilization?verso=true>>
LEE, R.B.
(1981) "La subsistencia de los bosquimanos !kung: un análisis de
input-output", a LLOBERA, J.R. (ed.): Antropología económica. Estudios
etnográficos, p. 35-64. Barcelona, Anagrama. [obligatòria]
LLINARES,
Artur (2019). “lectura a: “la subsistencia de los bosquimanos ¡!kung…”.
Disponible en: <<https://arturllp.blogspot.com/2019/10/lectura-la-subsistencia-de-los.html>>
LUZ, Ana C.
et alt. (2015) "El conocimiento tradicional como forma de adaptación al
medio". En: Reyes-García y Huanca (eds.). Cambio global, cambio local.
La sociedad tsimane' ante la globalización. Barcelona: Icaria. p.
305- 330.
MAGGITT, M.
(1962). Desert people: a study of
Walbiri aborigines of central Australia. Chicago: Chicago University press.
MAIR, Lucy
(1975). Introducción a la
antropología social. España: alianza.
MOLNA, J.
L; VALERNMZUELA, Hugo (2007). Invitación
a la antropología económica. España: edicions bellaterra.
MURRA, J. V. (1981)
"Los límites y las limitaciones del "archipiélago vertical" en
los Andes". En: Maguare. 1:
93-98.
PIDDOCKE,
S. (1981) "El sistema potlatch de los kwakiutl del Sur. Una nueva
perspectiva", a LLOBERA, J.R. (ed.): Antropología económica. Estudios
etnográficos, p. 101-122. Barcelona, Anagrama.
POLANI,
K. (2011). “El sistema económico como proceso institucionalizado”. En: Paz
Moreno. Entre las gracias y el molino
satánico. España: UNED pp. 205-233
SAHLINS,
M. (1977) "La sociedad opulenta primitiva", a Economía de la
Edad de Piedra, p. 13-53. Madrid, Akal.
SCHEPER-HUGHES,
Nancy (2000). “Demografía sin números. El contexto económico y cultural
de la mortalidad infantil en Brasil”. En: Andreu Viola (comp.). Antropología del desarrollo. Teorías y
estudios etnográficos en América Latina. pp. 267-299.
SILBERBAUER,
G. (1983) "Socioecología de los g/wi", a Cazadores del
desierto. Cazadores y hábitat en el desierto de Kalahari, p. 297-344.
Barcelona, Mitre.
WOODBURN,
James (1983) "Introducción a la ecología hadza", a BUXÓ, M.J. (ed.)
Cultura y ecología en las sociedades primitivas, p. 23-35. Barcelona, Mitre.
[1] Hay algunas cifras algo
más positivos con respecto a estos datos sin embargo parecen apresurados, en
especial dados los inmensos cambios geográficos y climatológicos que ha ido
sufriendo el planeta Tierra a lo largo de la historia de la humanidad que
afectan tanto a su desarrollo como especie en términos demográficos como su
acceso a ciertos recursos.
[4] Este mismo ejemplo que
tomamos tiene sus propias variantes. Así pues por ejemplo se caracterizan por
un uso fundamental del almacenamiento, lo cual les “permite manear ambientes
altamente estacionales” (Cashandi, , 62) a diferencia de la mayoría de los
grupos C-R.
[6] Tal y como podemos ir
viendo los autores se van complementando antes que contraponiendo. En este
fragmento vemos perfectamente la conjunción de varios de los puntos que vamos
expandiendo en este trabajo. Así hay que destacar
[7] El motivo por el cual
planteamos este desdoblamiento es por la oposición que encontramos entre el
texto de Cashdan (1991) y Johnson (ídem.).
Así pues creemos que Johnson (ídem.,
67) tiene razón al afirmar que: “La banda en el sentido de un campamento existe
sin duda entre los cazadores-recolectores […]. Sin embargo, la banda como un
grupo corporativo territorialmente definido que regula los matrimonios y el uso
de los recursos parece inapropiado para los cazadores-recolectores, ya que ello
restringiría la flexibilidad de movimiento del que depende su superioridad”.
Sin embargo no creemos poder posicionarnos claramente al respecto más allá de
una impresión en exceso superficial.
[8] Como nos recuerda
Johnson (ídem., 63): “la eficiencia
de una estrategia de subsistencia está inversamente relacionada con su
intensidad; cuanta más gente hay buscando […], más difícil es”. Johnson en
concreto es el autor que más nos insiste, acertadamente, en la importancia de
que se esté tratando con grupos demográficamente reducidos (p. 64). En otros
términos Marvin Harris (1984) propuso que el infanticidio femenino es una
manifestación de la supremacía del varón. Sin embargo las tesis más
demografistas que psicologistas de Johnson o de Nancy Schefer-Hughes (2000) nos
parecen más realistas.
[9] Las estaciones no son
solo relevantes por la unidad que tome el grupo. También lo es para variar los
alimentos que cada grupo aspira a encontrar. En el caso de los hadza (Woodburn,
ídem.) en la estación seca recolectan bayas y cazan animales grandes, mientras
que en la estación húmeda se buscan raíces y se cazan animales menores.
[10] Ciertamente en este
fragmento Harris describe a los !kung. Sin embargo creemos que en esta breve
sentencia Harris nos ayuda señalar dos
aspectos. 1) Que la separación sexual del trabajo es marcada pero tiene un
margen con el cual se juega en función de las necesidades y 2) que sí que
existe ayuda mutua entre los grupos C-R. este aspecto es importante destacarlo
para no perderse en una antropología del individuo que olvide la exigencia de
cooperación. De igual modo esta crítica ya se realizó de cara a la
consideración de R. Lee (1981, 36) de que los animales son unidades
autosuficientes a diferencia de los hombres (Llinares, 2019). Finalmente cabe
recordar que Johnson (ídem., 70) sostiene que “a pesar de que los recolectores
pueden trabajar juntos para tener compañía, no hay nada inherente al trabajo
que haga necesaria la cooperación”; sea esta probablemente la tesis con la que
nos quedemos.
[11] En este caso entendemos
que lo describe desde una perspectiva Etic. pues sabemos que este tipo de
abusos no son tolerados largamente por los grupos. (por ej. Harris, 1993) De
igual modo es de importancia recordar Woodburn sostiene una tesis muy
individualista y que puede opacar ciertos aspectos más generales sobre los
grupos C-R.
[12] Al dar comienzo a su
artículo, el sr. Piddocke usa la frase “perturban el estado de equilibrio
original especificado en el modelo” (p. 102). Esta nos parece una frase hasta
cierto punto peligros e inclusive contradictoria con el propio planteamiento
del trabajo. ¿Qué equilibrio hay que encontrar en un sistema más jerarquizado y
donde reconoce que el hambre no era algo del todo ignorado por la población?
Como estadio paradisíaco no es aceptable, y como categoría todavía más
metafísica (el punto 0) menos aun.
Comentarios
Publicar un comentario