Cazadores-Recolectores: Sobrevivir, un objetivo finito.


La vida humana y la cultural no pueden existir si las sociedades no se apropian de la energía disponible en el medio ambiente y la transforman. La cantidad de energía producida y el método de su producción dependen, a su vez, de la interacción entre la tecnología para la producción energética que una cultura posee en un enmonto dado y las características explotables del hábitat […]
(Harris, 1998, 271)
La forma en la que la humanidad organiza su acceso a los recursos (naturales, sociales y culturales) es diversísima. Sin embargo, algunos de estos sistemas tienen hondas reminiscencias en la historia del hombre. Es interesante aquí apreciar el fuerte puente que existe entre antropología e historia mediado por la arqueología, tema que no tratamos, por desgracia, aquí (Barnard, 2004).
La caza-recolección ha ocupado un espacio inmenso en el desarrollo del hombre perdurando a día de hoy en algunos grupos humanos, encontrando sus antecedentes unos 12.000 años ah (Harris, ídem.). De igual modo “ha ocupado el 99,5 por 100 de la historia de la Humanidad, [y] ha alimentado al 60 por 100 de los seres humanos[1]” (Molina y Valenzuela, 2007, 179)
Estos grupos humanos se encuentran dispersos por el mundo, si bien tiene en común la dureza de sus entornos. Así pues, existen muchos mitos entorno a su presunta pobreza o carencias. Sin embargo, hace ya muchos años que desde la academia se han esgrimido argumentos contra ciertos prejuicios entorno a estos postulados.
Atendiendo a que estas deben ser unas líneas que desarrollen una crítica entre varios autores a propuesta del profesor, me atrevo a introducir algún que otro texto más. Así pues las siguientes páginas se dividirán en dos partes. La primera parte es la puesta en juego de los textos, coordinándolos y atendiendoa sus reciprocas criticas y complemetariedades. La mejor critica ques e puede hacer de estois textos, consideramos, no puede ser en la ingravda teoría; hay que mostarr las tensines existentes entre ellos aunándolos y superandolos. Un segundo bloque, mucho ams reducido, tratará de elaborar una metacrítica; pues aquello que Gustavo Bueno (1987, 33-36) llamó “Ilusión etnológica” ha entrado en este tema invitando en alguna ocasión a posicionamientos excesivamente radicales y que omiten, en pro de unas relaciones ecológicas, otros aspectos como el género, la esperanza de vida o la violencia. La critica consiste en tratar una serie de temas de forma muy cocnreta y señalar algunos esgos ams generales que concretos al tratar esta cuestión y que además se relaciona con otros textos y criticas ya relacionadas como al texto de Ana Luz, et al. (2015) sobre el conocimiento tradicional o textos que han buscado dar un tono de veracidad a ciertas cosmovisiones tradicionales/indígenas (por ej. Kopenawa y Bruce, 2013)

El qué:

Las actividades en que ocupan los grupos Cazadores-Recolectores (C-R en adelante) su abundante tiempo son muy diversas. Cabe advertir, antes de nada, que cuando a alguno de estos grupos se lo adjetiva con “de subsistencia” “no significa que produzcan únicamente lo necesario para la mera subsistencia, sino que sus miembros esperan utilizar lo que producen para atender a sus propias necesidades y no para cambiarlo por otros bienes adquiridos por medio del dinero” (Mair, 1975, 161).
Los viajes entre unidades sociales son habituales, al igual que no es menospreciable el tiempo invertido en tareas “reproductivas” como el tratamiento de los alimentos, el cuidado de los niños o el más genérico “trabajo doméstico”. Estas formas de trabajo, si bien son advertidas por autores como Cashdan (1991) no aparece en los cómputos de adquisiciones, usos y gastos de la energía o recursos[2].
Podemos discernir cuatro diferenciadores claros entorno al qué se adquiere.
-          Diferenciación sexual: A las mujeres se les asignan tareas reproductivas (crianza, hogar, etc.) y de explotación de recursos sedentarios, sean raíces, vallas, mariscos, insectos, etc. Al hombre quedan reservadas las actividades con objetos móviles como la caza y ciertas ceremonias relacionadas a los rituales (por ej. los hadaz, en Woodburn, 1983) de paso entorno a la caza, los cuales además coinciden con ciertas estaciones concretas lo que Mervyn Maggitt llamó “estación ceremonial” (1962); si bien dichos rituales son “relativamente poco elaborados” (Johnson, 2003, 67).
-          Acceso: No en todos los paisajes (ilustración 1[3]) los alimentos son igual de accesibles. Además de que esta organización puede hacerse desde diferentes perspectivas, así pues no es lo mismo las grandes llanuras que la variedad en paisajes más verticales como el andino (Murra, 1981) o el de los shoshón (Johnson, ídem.).
Así pues “la caza es más importante en las altas latitudes, donde las estaciones para el desarrollo son de corta duración y donde, en consecuencia, los vegetales comestibles son escasos, mientras que la recolección es más importante en zonas templadas” (ídem, 52-53). Piénsese en el claro ejemplar de los esquimales, cuya diferenciación sexual del trabajo viene directamente afectada por las exigencias del ecosistema y las limitaciones en la variedad de los alimentos. En este caso por ej. podemos discernir entre la caza de focas por parte de hombres (aunque también, pero en menor medida, mujeres) y un segunda fase de procesamiento de la carne, las entrañas y la piel del animal que suele estar coordinada por la mujer[4]. A esto cabe añadir que “debemos considerar los efectos del clima al obstaculizar o impedir expediciones de caza y pesca” (Piddocke, 1981, 106)
En este mismos sentido existe una perspectiva más “personal” en tanto que existen otros dos criterios pero que dependen de las capacidades particulares del Cazador-Recolector para encontrar un recurso (tiempo de búsqueda) y el esfuerzo que le implique su obtención (tiempo de manejo) (Cashdan, ídem. 54). De igual modo en esto es indisociable de la disposición técnica y tecnológica del grupo, si bien en estos grupos, en concreto entre los !kung, se reconoce una tecnología de alcance personal, multiusos y portátil como un palo, el arco y la flecha o los kaross (Johnson, ídem.)[5].
-          Gustos: Estos grupos no “comen por comer”. Así pues en la misma mediada que en nuestra sociedad podemos tener preferencia por ciertos alimentos lo mismo sucede en estas sociedades. Pero aquí no hablamos del gusto subjetivo, entendiéndolo como personal. Hablamos de que hay alimentos cuyas características los hacen más o menos atractivos para cada sociedad. Así pues esto explica por qué estas sociedades son llamas “cazadoras-recolectoras” cuando la mayor parte de su aporte en peso es de origen vegetal; la carne tiene un mayor prestigio y reconocimiento social lo cual hace que dichas bandas se identifiquen preferiblemente con la figura del “cazador” antes que con el mundo vegetal. En el caso de los hadza sabemos que (Woodburn, ídem., 29) “Pocos vegetales son comidos con entusiasmo. Pero la ventaja de los alimentos vegetales sobre la carne (o la miel), y la razón básica por la que constituyen la mayor parte de la dieta […], es que pueden ser obtenidos rápida y, sobretodo, predeciblemente”[6].
-          Propiedades: Cada alimento, de por sí, contiene variados nutrientes, azucares, grasas, lípidos, etc. Así pues no es de extrañar que tras los usos de ciertos alimentos existe una evidente elección en función de alimentos en mayor o menor medida.
Lo que sí que se puede confirmar es que ante la conjunción de estos cuatro criterios los alimentos son seleccionados para cubrir las necesidades calóricas diarias de los miembros de cada familia/banda[7]. Sin embargo, como ya veremos, de esto se ha hecho una bola de nieve. Es cierto que se alcanza la ingesta calórica necesaria por persona. Pero se dan periodos de escasez de alimentos, al igual que existen otros alimentos no calóricos (calcio, pieles, etc.) que pueden ser difíciles de encontrar y que pueden obligar al desplazamiento de la unidad o la especialización dada de una parte del grupo de C-R. De igual modo esto sigue variando mucho por grupo humano, así Piddocke (ídem., 104) nos advierte sobre los kwakitul que de “esta aparente abundancia de productos, solo algunos eran de uso corriente: el resto eran adiciones”, lo cual puede reaplicarse a textos más positivistas como el de Lee (1981) o Johnson (ídem.). Así pues, en este grupo factores como la temperatura y el nivel del agua alteran notoriamente la distribución de los salmones.

Ilustración 1 Tabla elaborada por J. L. Molina y H. Valenzuela sobre la "Productividad [primaria] de los ecosistemas". Fuente: Molina y Valenzuela, 2007.
Sin  embargo dicho grupos no yacen prístinos en la superficie de la tierra. Sus propios sistemas de comercio/intercambio, punto que desarrollaremos más adelante, han sufrido alteraciones al entrar en contacto con el mundo occidental.
También aquello que se produce o en lo que se trabaja ha cambiado para los grupos de C-R. Así pues la explotación de café alteró el sistema de movilidad aplicado hasta la fecha, en pro de una mayor estabilidad y de la pérdida de peso de la caza. De igual modo implica la introducción del dinero, el cual deviene el fin del trabajo antes que el cubrir las necesidades de cada cual en sí. Este uso de mano de obra, cabe reconocer, no es del todo novedoso, por lo que ya encontramos casos de esclavos bajo la propiedad de grandes poseedores de vacas entre los san del Kalahari.

El cómo:

Lo primero es hacer notar que la carne es la menor de las sustancias consumidas por estos grupos. Así pues en un caso como el de los hadza, de Tanzania, vamos que “hasta un 80 por ciento de los alimentos […] en peso son vegetales, mientras que la carne y la miel juntas suponen el restante 20 por ciento. Sin embargo en términos de calorías, la carne y la miel representan mucho más del 20 por ciento del total” (Woodburn, ídem., 26). En el caso de los célebres !kung (Lee, ídem.) las cifras se acercan, si bien son algo menos drásticas quedándose en un 71% del consumo calórico y el 64% del consumo proteínico.
 Como ya hemos avanzado antes parte de la organización de esta búsqueda de recursos se encuentra subyugada al sexo y, como es obvio, la edad. Aspecto este último importante en términos demográficos, pues para poder mantener el “nivel de vida” estos grupos se ven obligados a recurrir a una suerte de “eutanasia” de los miembros no autosuficientes. Sin embargo dicha autosuficiencia solo se produce de cara a la capacidad de cada uno de transportarse y no atrasar al grupo (Sahlins, 1977). Esto mismo sucede con los niños, cuyo nacimiento suele espaciarse entorno a unos 4 años (Johnson, ídem., 82) o bien son abortados, sea voluntaria o involuntariamente.
Fuera de este “asalto a la demografía”[8] los grupos de C-R cuentan con otras técnicas.
-          Estacionamientos: Las unidades de C-R consumen, inevitablemente, los recursos de su alrededor. Sin embargo el hecho de no reproducirlos hace que una vez agotada el área de proximidad se vean obligados a tres opciones: ampliar el radio de rastreo, moverse y cambiar de localización el campamento, morirse de hambre. Como dice Sahlins (ídem., 24) “el movimiento es una de las condiciones de ese éxito”.
De igual modo las familias se agrupan en grupos de mayor o menor dimensión dependiendo a de la disponibilidad y la accesibilidad de los recursos. (Cashdan, ídem., 59-61).  Así se nos presentan dos casos. Los ¡kungs (Lee, ídem.) durante las estaciones lluviosas se dispersan en pequeños grupos familiares por el territorio dado el mayor acceso a las fuentes de agua. Sin embargo durante la estación seca se reagrupan en grandes grupos dada la escasez de los puntos de acceso al agua. Los g/wis, en oposición, se cateterizan por hacer justo lo contrario. En las estaciones secas se separan pues sus centros de agua se han secado y buscan formas “colaterales” (frutas, raíces, etc.) de hidratarse (Silberbauer, 1983).[9]
A su vez las formas de estacionamiento se dividen en dos grupos;
o   Nómadas: Es el propio de los ¡kung y los achés y es común en regiones tropicales. Se caracterizan por cambiar con frecuencia de ubicación su campamento y vuelven cada noche al mismo.
o   Colectores: Es el propio de los dog4rib. Los recursos más importantes se encuentran a una cierta distancia, por lo que mandan expediciones especializadas. Las expediciones pueden durar varios días ya que se instala ahí un campamento temporal.
-          Repartición, acumulación y visitación: La repartición de los alimentos es fundamental para que las “diferencias de consumo se reduzcan en alto grado” (Cashdan, ídem., 51). Pero esta no es la única estrategia que se emplea. Así pues es muy usual la visita a diferentes familias o grupos, como entre los numaym (Piddocke, ídem.). El almacenaje de alimentos, dada la naturaleza movediza de estos grupos, es muy poco eficaz y se usa poco o en ciertos grupos, como hemos visto antes. Este punto es fundamental para rebatir la observación de Woodburn (ídem., 27) al decir que “los hombres y las mujeres son desusadamente independientes unos de otros en lo que se refiere a la obtención de comida”. No tanto para señalar un error en su trabajo sobre los hadza sino para señalar que este no es el normal funcionamiento de los grupos C-R. Y es más propio que “en ocasiones [ellas] lleven pequeños animales al campamento y los hombres les ayuden a llevar la carga de nueces”[10] (Harris, ídem., 283). No obstante Woodburn (ídem., 31) sí que hace una observación interesante al afirma que “Comer carne lentamente, conservarla y almacenarla sería en gran medida un esfuerzo innecesario: otros individuos pedirán carne cuando hubiera acabado la suya y sería un error negársela”[11].
De igual modo podemos plantear (Harris, ídem., 275) dos tipos de grupos de C-R, siguiendo algunas de las distinciones previas y que sirven para organizar mejor lo visto dispersamente en las lecturas:
Simples
Complejo
Baja densidad de población
La densidad de población
No dependen del almacenamiento de alimentos
Dependen del almacenamiento de alimentos
Viven en asentamientos temporales la mayor parte del año
Viven en aldeas la mayor parte del año
Débiles distinciones de rango
Fuertes distinciones de rango
Comparten una ética común
Ética común relajada
No existe propiedad de los recursos
Propiedad familiar de los recursos
Tabla 1: Sobre los dos grupos diferenciados de C-R. Reelaboración del Cuadro 12.2 en Harris, 1998 p. 275.

Intercambio

Por lo general se hace muy complejo “establecer una distinción clara entre el intercambio de regalos […] y el comercio” ya que “tienen a ser [relaciones] igualitarias y simbólicas” (Cashdan, ídem., 71 y 73).
Comercio:
El comercio moderno pone en tensión las tradicionales relaciones ecológicas. Así pues los hombres explotan hasta el doble su tierra ante las demandas de algún comerciante. Ya que en estos casos no nos encontramos con la demanda de satisfacer una necesidad fisiológica, sino que estos mercaderes buscan poder adquirir el mayor número de piezas, de lo que sea, posible.
Sin embargo un uso ecológicamente desatendido no es una novedad. A lo largo de la historia muchos grupos han desatendido esta cuestión. Uno de los caso más sonados es el de la implicación de los aborígenes australianos en al desertificación de Australia por la aplicación abusiva de la “quema-tumba-roza”. En el caso que nos atiende esto mismo se puede percibir en los Hadza (Woodburn, ídem.) quienes no regulan su caza de animales más allá de donde les llega la pereza, no miran de asegurar la reconstrucción de los panales de abeja de donde toman la miel y lo mismo se puede decir de las plantas.
La introducción de la moneda, en este marco, también implica problemas. Ya que el uso de la monedad como medio de intercambio empieza a generar desigualdades pues no todo el mundo tiene el mismo acceso a dicho bien y ya que este no se redistribuye a la forma de los alimentos, bebidas, pieles o lo que fuera. Por no hablar de que reifica las relaciones de mercado entre estos grupos y el “exterior” pues dicho medio no tiene sentido fuera del usos de patrón y de pago como reseñó Polanyi (2011).
Ceremonias:
El Potlatch sufrió profundas transformaciones debido a la intrusión de los comerciantes europeos, pues estos “aportaban riquezas diferente a las que se ofrecían tradicionalmente” (Piddocke, ídem., 107). Esto llevó a  que un ritual tradicionalmente reservado para los jefes de los numaym empezara a popularizarse entre la gente corriente, mientras que tradicionalmente la participación popular en este ritual se hacía de forma indirecta. El líder, a parte de sus bienes, podía disponer de una suerte de “impuesto” por la gestión. A más a más el pópulo podía apoyar dicha ceremonia con donaciones voluntarias. Finalmente el jefe aun podía ampliar mas su puesta en escena exigiendo que se le pagar las deudas para la ocasión o podía llegar a endeudarse con amigos, familia u otros jefes.
Así nos encontrábamos con una organización más jerarquizada y reglamentada de lo que sucedería posteriormente. Los habían tres rangos (noble, plebeyo y esclavo) muy claros si bien el paso de noble a plebeyo o viceversa podía ser muy fluido al igual que inclusive voluntario (cosa que solía pasar). Así los que eran jefes de numaym heredaban un cargo, no solo un título de “cabeza de familia”. Así pues, normalmente por línea masculina, se heredaba una posición con una serie de cargos y obligaciones a los que responder. Así se aprecia la función económica que trasciende a esta institución.
De igual modo originalmente[12] el modo de participar en el Potlatch no era solo dando, sino también recibiendo. De igual modo era un acontecimiento mucho menos severo, dado que se celebraban normalmente mas como acompañante de algún festejo antes que ser de por sí un festejo propiamente.

Contrapunto

Desde el Articulo de Sahlins dedicado a la opulencia de las sociedades C-R han pasado casi 50 años. Aquello que en su momento fue un toque de atención a un descuido sistemático por parte de la antropología a una realidad palpable ha dado lugar a una suerte de “mito del buen salvaje” versión eco-friendlly.
¿En qué nos basamos? En tres publicaciones consecutivas, la más reciente causa de las dos anteriores.
The new Yorker publicaba en (Lanchester) 2017 un artículo titulado The case against civilization. Did our hunter-gatherer ancestors have it better?. Ante todo, los autores aquí mencionados son muy precavido. al momento de considerar que las sociedades de C-R sean representativas de los sistemas del hombre primitivo (Sahlins, ídem., 17). Pero esta es una mera anotación, lo importante es la causa de este artículo. Dos libros; Against the Grain, de James C. Scott (2017) y Affluence without Abundance de James Suzman (2017).
Ante estas obras William Buckner (2017) emprendió unas líneas muy críticas y que creemos nos pueden servir, junto a algún otro autor, de contrapunto a ciertos planteamientos que hemos hecho a lo largo de estas páginas. Así pues hemos procurado ya ir señalando algunos problemas, pero otros se nos presentan ahora de frente. Los dividimos en tres breves guiones:
-          Banda: Líneas más arriba (p. 3) hemos advertido que el categorizar como “banda” a las unidades que funcionan en un grupo de C-R no era lo más oportuno y que por ello tomábamos en consideración los comentarios de Johnson (ídem.). Sin embargo Arce (ídem.) advierte que “Hay noticias de la existencia de gran número de sociedades nómadas no organizadas en bandas a lo largo de la historia, que se asentaban en medios productivos dotados de abundantes recursos naturales”.
-          Violencia: Si bien se destaca mucho la paz de estas organizaciones, como mínimo para no llegar al punto de la guerra, cabe advertir que Robert Kelly (2013) encontró en un estudio entre 15 sociedades C-R que “11 of these 15 societies have homicide rates higher than that of the most violent modern nation, and 14 out of the 15 have homicide higher than that the United States in 2016” (Buckner, ídem.)(Ilustración 2). El propio autor reconoce que el cese de la violencia se debió a la presencia de fuerzas policiales a partir de 1955. Pero cabe advertir que esta forma de organización social no garantiza la paz perpetua ni un estadio de no conflictividad. El conflicto, inherente al ser humano, persiste a menos que se altere algo. En este caso es interesante porque mientras Sahlins (ídem.) advierte que muchos observadores antropólogos han caído en la falta de analizar la economía primitiva habiendo esta sido afectada por las relaciones coloniales no se plantean lo mismo en otros ámbitos. Esto sucede en otros casos, así pues se ha de recordar demasiadas veces que en la América precolombina reinos/imperios sometían a los demás pueblos con la misma o más brutalidad que cualquier monarca europeo, africano u oriental de la época, por no hablar de las guerras entre tribus.
-          Horas: Sahlins (ídem, 27) afirma que “los cazadores y recolectores trabajan menos que nosotros, y que, más que un trabajo continuo, la consecución de alimentos es interesante, dejando mucho tiempo para el ocio, lo cual redunda en una proporción de sueño durante el día per cápita y por año mayor que en cualquier otra condición social”. Si bien es cierto que el trabajo ocupa menos horas en estos grupos, ni mucho menos hemos de conformarnos con las primeras cifras que se digan.
Como ya hemos advertido al principio (p. 2) existen muchas tareas diversas que no tiene por qué ser la recolección propiamente o la caza. Así pues se alcanzan las 40-44 horas semanales de trabajo entre caza/recolección y otras tareas.
De igual modo en cuanto se refiere a la calidad de vida no todo se resume en poder dormir y tener tiempo “libre”. Como señala Buckner, siendo toda comparacion tediosa, desde occidente y, en especial, desde la antropología, tendeos a idealizar los elementos cualitativos de la vida de los demás sin parar a analizar detalladamente aspectos como la esperanza de vida o la libertad de elección en ciertos aspectos. Así pues la edad media de matrimonio entre las niñas de este tipo de organizaciones ronda los 13,8 años, mientras que los barones se encuentran en unos 20,7. En cuanto a la esperanza de vida ya hemos advertido el uso del infanticidio, en especial el femenino. Sin embrago más allá de esto, la esperanza de vida entre los !kung se encuentra en los 36 años, lo cual es mucho en comparación con otros pueblos como los Hiwi (27 años) o los pygmy (16-24). Sin embargo es ridículo en comparación con las sociedades postindustriales.
Lo importante de esto es que si cogemos una línea de menos a más en estos aspectos no hacemos nada más que plantearlo en un plano evolucionista pero no del todo. Así pues respetamos que tengan mayor esperanza de vida que otras organizaciones pero no importa que sea muy inferior a otras. Es una forma de comparar, cuanto menos, extraña.

Ilustración 2: Tasa de homicidios entre 15 sociedades C-R. Fuente: Kelly, 2013, p. 153.


ARTUR LLINARES PACIA


Bibliografía:

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[1] Hay algunas cifras algo más positivos con respecto a estos datos sin embargo parecen apresurados, en especial dados los inmensos cambios geográficos y climatológicos que ha ido sufriendo el planeta Tierra a lo largo de la historia de la humanidad que afectan tanto a su desarrollo como especie en términos demográficos como su acceso a ciertos recursos.
[2] Tal y como la propia autora reconoce en la p. 49 de su artículo.
[3] Paj. 4
[4] Este mismo ejemplo que tomamos tiene sus propias variantes. Así pues por ejemplo se caracterizan por un uso fundamental del almacenamiento, lo cual les “permite manear ambientes altamente estacionales” (Cashandi, , 62) a diferencia de la mayoría de los grupos C-R.
[5] La “tecnología en estas sociedades no es tan rudimentaria como limitada” (Arce, 2005)
[6] Tal y como podemos ir viendo los autores se van complementando antes que contraponiendo. En este fragmento vemos perfectamente la conjunción de varios de los puntos que vamos expandiendo en este trabajo. Así hay que destacar
[7] El motivo por el cual planteamos este desdoblamiento es por la oposición que encontramos entre el texto de Cashdan (1991) y Johnson (ídem.). Así pues creemos que Johnson (ídem., 67) tiene razón al afirmar que: “La banda en el sentido de un campamento existe sin duda entre los cazadores-recolectores […]. Sin embargo, la banda como un grupo corporativo territorialmente definido que regula los matrimonios y el uso de los recursos parece inapropiado para los cazadores-recolectores, ya que ello restringiría la flexibilidad de movimiento del que depende su superioridad”. Sin embargo no creemos poder posicionarnos claramente al respecto más allá de una impresión en exceso superficial.
[8] Como nos recuerda Johnson (ídem., 63): “la eficiencia de una estrategia de subsistencia está inversamente relacionada con su intensidad; cuanta más gente hay buscando […], más difícil es”. Johnson en concreto es el autor que más nos insiste, acertadamente, en la importancia de que se esté tratando con grupos demográficamente reducidos (p. 64). En otros términos Marvin Harris (1984) propuso que el infanticidio femenino es una manifestación de la supremacía del varón. Sin embargo las tesis más demografistas que psicologistas de Johnson o de Nancy Schefer-Hughes (2000) nos parecen más realistas.
[9] Las estaciones no son solo relevantes por la unidad que tome el grupo. También lo es para variar los alimentos que cada grupo aspira a encontrar. En el caso de los hadza (Woodburn, ídem.) en la estación seca recolectan bayas y cazan animales grandes, mientras que en la estación húmeda se buscan raíces y se cazan animales menores.
[10] Ciertamente en este fragmento Harris describe a los !kung. Sin embargo creemos que en esta breve sentencia Harris nos ayuda  señalar dos aspectos. 1) Que la separación sexual del trabajo es marcada pero tiene un margen con el cual se juega en función de las necesidades y 2) que sí que existe ayuda mutua entre los grupos C-R. este aspecto es importante destacarlo para no perderse en una antropología del individuo que olvide la exigencia de cooperación. De igual modo esta crítica ya se realizó de cara a la consideración de R. Lee (1981, 36) de que los animales son unidades autosuficientes a diferencia de los hombres (Llinares, 2019). Finalmente cabe recordar que Johnson (ídem., 70) sostiene que “a pesar de que los recolectores pueden trabajar juntos para tener compañía, no hay nada inherente al trabajo que haga necesaria la cooperación”; sea esta probablemente la tesis con la que nos quedemos.
[11] En este caso entendemos que lo describe desde una perspectiva Etic. pues sabemos que este tipo de abusos no son tolerados largamente por los grupos. (por ej. Harris, 1993) De igual modo es de importancia recordar Woodburn sostiene una tesis muy individualista y que puede opacar ciertos aspectos más generales sobre los grupos C-R.
[12] Al dar comienzo a su artículo, el sr. Piddocke usa la frase “perturban el estado de equilibrio original especificado en el modelo” (p. 102). Esta nos parece una frase hasta cierto punto peligros e inclusive contradictoria con el propio planteamiento del trabajo. ¿Qué equilibrio hay que encontrar en un sistema más jerarquizado y donde reconoce que el hambre no era algo del todo ignorado por la población? Como estadio paradisíaco no es aceptable, y como categoría todavía más metafísica (el punto 0) menos aun.

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