La pandemia como oportunidad: de los géneros sexuales feministas a los géneros humanos. Reflexiones entorno a un artículo de Laura Nuño.
Hace poco, un colega sociólogo en un fórum
del master (URV) proponía analizar la cuestión de la domesticidad y su interacción
con la pandemia. Claro está, y como todos buenamente podemos imaginar, la idea
era prolongar los debates entorno a la reproducción como espacio de la mujer o feminizado
y, más que sus cambios, sus no-cambios. Para mí, esa crítica al estatismo (estático
no estatal) es mala. No por nada, sino porque partir de ella es empezar una exploración
queriendo tener el fin ya demarcado, y eso es engañoso. No obstante, esta es una
condición de toda persona: por más que estos mismos sociólogos y las grandes
organizaciones mundiales reincidan en un hombre que asume "roles" en realidad
el cuerpo termina encarnando una persona antes polifacética que
"multi-enrolada" o, peor aun, “multidisciplinar” –ni que fuéramos
judokas o nadadores-.
Como fuera, a raíz de ello he hecho
un comentario intentando mostrar como la distinción de sexo puede analizarse de
forma mucho más rica en relación a la pandemia si no damos por sentado un campo
tan estrecho como el de la domesticidad y la mujer como encargada de las curaciones,
en buena medida mostrando como el varón antes que matar en esta pandemia es el que
muere. Si bien esto último es casi un titular -que debe complementarse con los demás
(Batthyány (2020), García Calvente et al. (2011) o Marcús, Boy et al. (2020) [bibliografía aportada por
el sociólogo])- lo que me interesa es el método que he procurado ir elaborando par
reconstruir los datos e informaciones varias que tenemos a disposición para
armar una "verdadera" perspectiva completa u holística -miedo me da
el uso de este término sinceramente- sobre la interacción de las distinciones
de sexo y la pandemia -al igual que preguntándome por estas mismas distinciones
desde la base de su construcción, nos siempre realizable-.
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Permíteme que retome tu
planteamiento desde fuera, es decir, sin hablar de género, ni de mujeres ni de
pandemia necesariamente. Prefiero hablar de espacios primero, espacios donde
acontece lo que observas.
Lo primero de todo, y como os habréis
dado cuenta si habéis leído algún otro post mío, la dicotomía espacio público/privado
me parece traicionera. En ello, lo declaro, soy un orgullo heredero de Manuel
Delgado: el derecho al calle lo hemos de
diputar par que no lo fagociten unos pocos -peores aun cuando devienen la «mano
invisible» de Smith-.
José Mansilla (2020: 9-10)
advertía al respecto: "Lo que quisiera añadir es que las circunstancias
excepcionales que hemos padecido han hecho emerger la vigencia de un viejo discurso
anti calle". Ello implica dos aspectos.
"Primero,
durante los meses de confinamiento total, fue el decreto que estableció el
propio domicilio como el único espacio seguro frente a un afuera que se había vuelto
todo él una trampa mortal. [...] Luego ahí fuera -excepto los «convivientes»-
los conocidos o desconocidos con quien coincidiéramos pasaban a ser «malas compañías»,
eventualmente agentes mortíferos inconscientes al servicio de la
epidemia".
Es así como caímos en reincentivar un viejo discurso industrioso según el cual "las paredes del hogar,
entendido como ese lugar en que la familia nuclear cerrada encuentra su certeza
y su salvaguarda ante un mundial ruido ahora
mostrado como letal"
Perdonando ese
"cerrado" último, que nos trae ecos del popperianismo, este texto trasversalmente,
permite retomar de forma muy rica tu comentario. Pues tus líneas caen totalmente
en esta dialéctica excluyente de lo privado-público. Mas vine, que la casa
quede como último espacio de interacción no está nada alejado del "espacio
público", como advierte Mansilla, "fue el decreto [el] que estableció
el domicilio como el único espacio seguro": así, como hace la Beffana en
Italia, parece que una mano mágica entró por nuestras ventanas y nos cerró la
casa desde dentro mismo. Para mi esto último es la magia de la sociedad... pero
esto ya son gustos.
Por un lado, un problema grave,
no solo presente en este comentario es que solemos olvidar que muchos de estos fenómenos
ya se daban antes: en España e intuyo que en Hispanoamérica aun con más
intensidad que aquí las mujeres suelen ser las primeras en las bajas laborales
por cuestiones relacionadas con el cuidado. Por otro lado, estos cambios
deberán estar relacionados con los diferentes tipos de mujeres y hombres que
configuran diversos "núcleos familiares". Es decir, no todas las mujeres
se dedicaron con más ahínco a las tareas del hogar, ni todas lo hicieron por las
mismas causas. Mismamente en mi casa una familia de clase media de Barcelona,
eso que la historiografía y las sociología anglo ha llamado gentry -Dios me
libre, aunque los científicos sociales son rápidos en reciclar etiquetas
inapropiadas-, más bien lo que se dio fue un proceso de negociación amplio donde
se redistribuyeron tareas de un modo más equitativo. Pero claro, clases medias
urbanas, esa clase universal a la que le hablan desde NNUU hasta la activista
de turno -¿Dónde quedó el proletariado Marxista? ¿Dónde se fue el burócrata
hegeliano? ¿Dónde está el homo
tomista?-.
De igual modo, hay dos modos de plantear
la interacción con la pandemia. Por un lado la pandemia puede ser una suerte de
"marco", que "resalta" ciertos aspectos de la pintura que
sostiene e "inviabiliza"/"debilita" otros. Por otro lado la
pandemia en sí puede ser considerada como un fenómeno o un proceso que choca
con otros y, a la vez que emerge de conflictos, genera otros nuevos. Desde mi
punto de vista hay que verlo desde ambas posturas a la vez: muchos de los
"cambios" acaecidos por la pandemia ya estaban más que en marcha
desde hace décadas, pero por otro lado la pandemia ha obligado a cambios
"reales" en el modo de operar en el mundo para muchas personas por la
obligación de no «morir todos».
En un primer abordaje de la pandemia, al preguntarse sobre desigualdades
entre el varón y la mujer, lo que fue evidente era que los hombres morían más y
se contagiaban más. La primer respuesta fue que las diferencias cromosómicas y
genitales (gen) eran la causa. Esto
condujo a extraños experimentos como tratar con estrógenos o intentar reducir la testosterona de algunos sujetos. Como advierte Nuño (2021; 10):
“[…]
condensaba las aspiraciones del programa reduccionista que ha animado a la
biología molecular desde el descubrimiento de la estructura del ADN en la
década de 1950: la tesis según la cual, toda la información relevante para
comprender la naturaleza de la vida se encuentra codificada en los genes que habitan
el núcleo de las entidades biológicas.”
Y es que
como señalaron Shattuck-Heidorn, Reiches y Richardson (2020) en un artículo en
junio, había que mirar más a los condicionantes sociales que a los biológicos para
explicar los efectos desiguales por sexo de la COVID-19.
“In Connecticut and Massachusetts
there is no sex difference in confirmed Covid-19 fatalities, while in New York
and Florida, men account for about 60 percent of Covid-19 deaths. Globally, the
male-to-female death ratio varies from a staggering 2:1 in the Netherlands to
1:1 in Iran and Canada.”
(idem.)
Pero si es interesante ver estas diferencias espaciales,
dentro de una distinción entre sexos ya dada, es más interesante aun ver como
cuesta de construir inclusive esta misma última. Es decir, y como han señalado múltiples
informes (Global Health, ICRW y APHRC: 2021): no todos los países pueden
analizar de igual modo el sesgo sexual en el desarrollo de la pandemia.
Por otro lado, en relación “las
curas” y su vínculo con el génro tenemos dos datos interesante en función al análisis
que hagamos de la pandemia (que te indicaba lianas más arriba):
-
Analizando la pandemia en si como un fenómeno
que arrasa y produce cambios y organizaciones podemos ver que las mujeres son
las más vacunadas (ídem.) en contraste con los hombres, si bien existe una casi
igualdad factual en su vacunación. En cuanto a otros aspectos podemos resumir
la siguiente tabla:
Fuente: ídem. P.: 6
-
Desde la perspectiva de la pandemia como una
“marco” nuevo o diferente dentro del cual podemos ver continuidades y discontinuidades
de procesos previos hemos de preguntarnos por como estaban configurados los
mercado laborales de la salud (sobrerepresentación de mujeres), pero también
los ajenos a la salud y su relación con los ingresos y su tecnificación o
“virtualización” y analizar dicha relación con el “espacio privado” que la
sociedad capitalista realiza para sus
individuos.
En la intersección de ambos procesos,
creo, toma toda su dimensión la relación sexo-pandemia-género. Si bien, y esto
lo reconozco, para mí el concepto género pierde su fuerza feminista en una
suerte de connotación más “humanista”, recuperando la idea de “el género
humano” pero pluralizándolo: “los géneros humanos”, pero que se construyen
mucho más allá del sexo y puede ser lo que ya nos indica la necesidad
asfixiante de interseccionalidad para hacer análisis coherentes de la realidad
incluso cuando hay una desigualdad entre sexos evidentes –acaso no fuera el
feminismo primeramente el que enseñara que no existe La mujer; irónico que
sigan obsesionados con los “roles de género”-.
Añado también que no estaba del
todo de acuerdo con tu uso de "hecho social total". En general, dado que
conozco las tendencias wagnerianas, ya se dio en Europa una búsqueda antes que realización
de “hechos totales”… como lo hizo la idea de "Geist" por toro lado.
No obstante, si se retoma desde la perspectiva desde la teoría de Latour o el hiperrealismo
de Gustavo Bueno puede ser interesante. Pero en dicho caso sí que se haría insalvable
pasar por el filtro de lo que exponía antes.
Bibliografía:
Batthyány, K. (2020). La pandemia
evidencia y potencia la crisis de los cuidados. Observatorio Social
"Pensar la Pandemia". En CLACSO, 2020.
Garcia Calvente, M et al (2011)
Desigualdades de género en el deterioro de la salud como consecuencia del
cuidado informal en España, GAC Sanit, 25, pp.100-107
Global Health, ICRW y APHRC
(2021). The COVID-19 Sex-Disagregated
data tracker september update report. Disponible en línea: <<chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/viewer.html?pdfurl=https%3A%2F%2Fglobalhealth5050.org%2Fwp-content%2Fuploads%2FSeptember-tracker-update-2021.pdf&chunk=true
>>
Mansilla, José (2020). La pandemia de la desigualdad. Una antropología
desde el confinamiento. Barcelona: Bellaterra.
Marcús, J.; Boy, M. et al (2020)
Cambios en los usos y valoraciones de los espacios públicos y privados en la
Región Metropolitana de Buenos Aires: la vida cotidiana en tiempos de
aislamiento obligatorio por COVID-19, Buenos Aires, abril, 2020. Disponible en:
<<https://drive.google.com/file/d/1gc16c14wtHCV1PwXYnBt7vUwSH0p3ij0/view>>
Nuño, Laura (2021). “La
construcción de la pandemia”. En: Revista
de la SLMFCE: especial: Filosofía en tiempos de Pandemia. Pp.: 8-12. Disponible en Academia: << https://www.academia.edu/45157791/La_construcci%C3%B3n_de_la_pandemia >>
Shattuck-Heidorn, Reiches y Richardson (2020) “What’s Really Behind the Gender Gap in Covid-19 Deaths? When in doubt, look to social factors first, not biology.”. En: The New York Times. 24 de Junio de 2020. Disponible en: <<https://www.nytimes.com/2020/06/24/opinion/sex-differences-covid.html>> Consultado: [5 de noviembre de 2021]
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