Ecologismo y veganismo, breve pero amplia mirada antropológica.

A)     El discurs ecologista, en relació amb la producció de carn, és el mateix que el discurs animalista-vegà?

El discurso ecologista se basa en un abordaje crítico del sistema de producción, distribución y consumo. Atendiendo a que los tres factores [como mínimo] se coodeterminante y no considera el uno sea preferente al otro. Un claro ejemplo de esto nos lo da la investigación de Narotzky (2007)[1] entorno al consumo.

En contraste el discurso antiespecista/animalista se basa en la noción filosófica moderna del sujeto dividido entre su cuerpo y su sensibilidad. Así pues, puede entenderse que su discurso se centre en el llamado “giro afectivo“, encontrando en el binomio placer/displacer, y por ende entre sintiente/no-sintiente, el criterio para determinar la ética.

Podemos sostener que ambos se proponen una crítica del sistema, y en buena medida se proponen modos de producción divergentes. Así pues, estamos ante un conflicto, teóricamente, intermodal (Guha y Gadgil 1993, 95-102) [2]. Pero esto es en apariencia.

La crítica Ecologista critica el sistema  globalmente al igual que sus partes, a la vez que reconoce un sistema industrial que cumple con las necesidades del sistema capitalista de acumulación de capitales. La crítica es sistemática, pero ni monista [no se considera 1 único parámetro como determinante del sistema productivo –la ética–] ni antiespecista, o no tiene necesidad de ello.

La crítica antiespecista, por otro lado, se deriva de la ampliación de la consideración de elemento definidores del espacio antropológico, o inclusive más bien como elementos agentes de dicho espacio, así pues ya no pertenecen al espacio del hombre, sino que es el hombre el que está en el espacio ecológico compartido por todos. Básicamente, se atiende a que como son “seres sociales” y por ende “culturales” pueden abordarse de forma indiferenciada. Esto puede ser cierto hasta cierto límite (Ongay, 2016)[3]. La etología y la zoología, al igual que biología, se ven en la obligación de tratar a los organismos biológicos en un cierto “plano” de igualdad. No obstante, no es lo mismo esto que proponer un abordaje que, de modo que nos recuerda a la propuesta de Latour sobre los “actantes” [una categoría disolvente pero no critica], termine por mezclarlo todo. Un ejemplo claro.

En el video sobre el veganismo no se habla de las plantas como “seres sintiente” cuando ya ha sido demostrado que las plantas poseen sensibilidad, e inclusive son capaces de generar redes de comunicación subterránea mediante sus raíces, al igual que podemos decir que existe una cierta “adaptación cultural” al medio cambiante, algo que comparte con los hombres y con los otros animales (Mancuso y Viola, 2015)[4].

Otra crítica ejemplar nos la da Aristóteles en su Política (Libro 1º, Capitulo 1º):

La voz es una indicación del dolor y del placer; por eso la tienen también los otros animales, ya que por su naturaleza han alcanzado hasta tener sensación de dolor y de placer

En contraste

la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio de los humanos

Como se puede ver, es una disputa menos novedosa de lo que sus protagonistas creen.

 

B) És possible una agricultura sostenible sense producció animal?

Han existido modos de producción de alimentos que solo han atendido a una explotación agrícola sin necesidad de animales, o reduciendo notoriamente la dependencia de estos; un clásico ejemplo histórico (no actual necesariamente) es la población del archipiélago japonés. Por otro lado, no nos engañemos, existen grupos humanos fuertemente dependientes de los animales que crían y de sus derivados con un estrecho margen de comercio para intercambiar estos bienes por otros; dos ejemplos canónicos son los pastores nómadas mongoles y los esquimales.

En realidad, como ya no es novedad, el alto consumo de carne en nuestra dieta es un hecho muy reciente, junto a toda una pléyade de otros productos como el azúcar, el grano, o el café. Cada alimento tiene “su propia historia” por ello y hay que atender a cada caso, a su vez ya son clásicos, así que no entraremos en la bibliografía.

Sabemos también que la presencia de la carne en la dieta animal ha sido un aspecto fundamental en su desarrollo y en su capacidad de subsistencia, junto a tantos otros factores como su bipedismo, su pulgar oponible o su capacidad de generar instituciones. Pero no por ello hay que olvidarlo ni negarlo: la carne permitió al Homo expandirse por todo el planeta como especie (Foley, 2001)[5], haciendo de él un (h)omnívoro por excelencia (Fischler, 1995)[6].

De igual modo, y regresando a un análisis antropológico, las actuales exigencias del cambio de dieta no surgen de la nada. Los actúale sistema de producción y distribución facilitan mucho esta imagen. Si nos fijamos, la carne sigue sin ser un elemento de relieve en la dieta de muchas personas, así pues este cambio de hábito se exige para “el norte”. No obstante los actuales problemas de tenencia de tierra, si bien están incentivados sin lugar a dudas por la producción cárnica, no son tales “por la carne”.

Se produce una natural acumulación de recursos (naturales y humanos) que termina por abarcar desde la tierra hasta las recientes vacunas contra la Covid–19: el caso Canadiense ha sido de los más descarados, para una población de unos 40 millones de personas han adquirido 400 millones de dosis. Es sencillamente distópico.

Es aquí donde vemos que la desigualdad alimentaria no solo se debe a la carne, véase para ello el reciente trabajo de Andi Robinson (2019, España: Arpa) titulado, para que se haga una idea rápida el lector, Oro, petróleo y aguacate: las nuevas venas abiertas de América Latina. Ya en el título nos delata que el problema de la desigualdad mundial de recursos es justamente eso: una lucha por recursos antrópicos y anantrópicos en un tablero de escala internacional nunca equilibrado. Los grandes capitales internacionales inundan los mercados regionales y nacionales: alimentos, bienes de salud, bienes de higiene (Barba, 2019, 26)[7], medicamentos, etc. Por poner un ejemplo algo original: la marihuana, tras su legalización a nivel nacional, si no es protegido el mercado nacional y en especial el de productores de cooperativas, se verá irremediablemente inundado por ofertas “innovadoras” [hasta el absurdo, no nos engañemos] pero que poseen la capacidad de resistir a bajos precios durante su inserción hasta apoderarse de él expulsando la producción local y respetuosa con los límites ecológicos, mismo “ecologismo” que suelen promocionar los “hippies”[8] pro legalización de las sustancias psicoactivas (o estupefacientes, en esto ya no entraremos).



[1] NAROTSZKY, Susana (2007). “El lado oculto del consumo”. Cuadernos de Antropología Social. Nº 26. Pp. 21-39. Disponible en Dialnet: << https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5281950 >>. Para ver un análisis aplicado en el contexto español de la pandemia de la COVID-19 puede verse MANSILLA, José (2020). “Desigualdad en los hábitos de consumo en tiempos de pandemia”. En: La pandemia de la desigualdad. Una antropología desde el confinamiento. España: Bellaterra. Pp. 59-69.

[2] GUHA, R y GADGIL, M (1993). “Los hábitats en la historia de la Humanidad”. Ayer. Nº 11. Pp. 49-111. Disponible en Dialnet: << https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=184852 >>

[3] ONGAY de Felipe, Iñigo (2016). “La gnoseología de las ciencias humanas y etológicas desde la teoría del Cierre Categorial”. Studia Iberica et Americana. 3. Pp. 143-164. Disponible en Dialnet: << https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6474094 >>

[4] MANCUSO y VIOLA (2015). Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal. España: Galaxia Gutenberg.

[5] FOLEY, R. (2001. “The evolutionary consequences of increased carnivory in hominids”. En: C. Satanford y H. Biurnn (Eds.). Meat-eating and human evolution. RU.: Oxford University press. Pp. 305-331.

[6] FISCHLER, Claude (1995). El (h)omnívoro. El gusto, la cocina y el cuerpo. España: Anagrama.

[7] BARBA, María (2019). Depilación (definitiva). Un repaso por las técnicas depilatorias de finales del siglo XIX y principios del siglo XX en España. España: Melusina.

[8] Con esto queremos señalar una línea directa entre autores que vivieron la “liberación” de los 60 y los 70. Un claro ejemplo es Antonio Escohotado, eminente autor de varios libros entorno a las drogas y sus usos recreacionales, religiosos, médicos, sociales, históricos, etc.

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