Desarrollo, desarrollismo y post-desarrollo.



Introducción

La cuestión que nos ocupa es compleja. Se ha abordado desde múltiples perspectivas, desde la historia, la economía, la ciencia política, la ecología o la antropología entre otras.
Nosotros nos inscribimos dentro de esta última disciplina, y aun así el enfoque ha sido diverso. En tiempos recientes podemos presentarlo desde dos planteamientos bien diferentes (Viola, 2000, 27):
-          Development Anthropolgy (cuya traducción aproximada podría ser «Antropología para el Desarrollo»), directamente implicada en el trabajo de las instituciones de desarrollo, a través del diseño, evaluación o asesoramiento de proyectos […]
-          Anthropology of Development o «Antropología del Desarrollo» strictu sensu, que contempla el desarrollo en tanto que fenómeno sociocultural, generalmente desde una perspectiva exterior al discurso del desarrollo y mucho más crítica con sus enunciados y sus prácticas
Estos dos campos se enfrentan por trabajar uno desde una perspectiva Emic. (Antropología para el desarrollo) y otro desde una perspectiva Etic. (la Antropología del Desarrollo), por recuperar la propuesta de Picke (Bueno, 1990). No obstante, la distinción fundamental entre ambos no es una mera cuestión de “perspectiva”, es una distinción del espacio que ocupan dentro del entramado de instituciones, capitales, personas, saberes, etc. en el mundo y sus papeles en los diferentes procesos de globalizaciones[1].
Es así comprensible que esta disputa “no es sustancialmente diferente de la generada en el periodo de entreguerras por la investigación al servicio de burocracia e institutos coloniales” (Viola, ídem.). Pero no es ya simplemente paralela a la disputa deontológica de la II Guerra Mundial, puede inclusive retrotraerse aún más atrás en el tiempo. Al leer los autores que se irán sucediendo en las siguientes paginas me daba la sensación de que si había algo a lo que, por lo general, no se renunciaba, era a una suerte de sistema-mundo, aquella “aldea global” de la que nos habló ya hace más de medio siglo McLuchan (1985 [1968]). Y eso nos lleva a otra disputa; la que hubo entre Las Casas, denunciando el colonialismo[2] en América, y Francisco de Vitoria. Ambos con propuestas diferentes sobre la idea de imperio y cómo este debían funcionar. No es de extrañar que en esos lingüistas misioneros del Nuevo Mundo podamos encontrar los reales antecedentes de la disciplina que hoy nos ocupa, antes que en Montaigne, por más que un bloque académico anglo-francés pretenda apropiarse el origen de una suerte de “perspectiva” antropológica[3], de la cual, desde luego, nadie tiene constancia, o no la suficiente como para crear consenso.
Pero esta cuestión la reservaremos para el siguiente trabajo.
Así pues nos proponemos en el siguiente apartado dar muestras de lo que el “desarrollo” ha implicado a una escala humana. Esto significa que si bien nos interesan las cuestiones ecológicas estas no son desde un antiespecismo, no partimos de la idea de la igualdad entre especies. Nos importa la desertificación en tanto que impide el cultivo y limita la trashumancia, el globalismo en tanto que deja sin gobiernos a personas, la tecnología en tanto que liquida otros saberes “tradicionales”. Ya las cuestiones que trasciendan al hombre deberían ser analizados por etólogos, ecólogos u otros especialistas.
En un segundo bloque entraremos en las observaciones que la crítica del desarrollo ha elaborado en base a algunos textos clave que nos han sido recomendados como “guia de lectura” para tomar una muestra de lo que ha constituido esta Anthropology of development.
Antes de terminar buscaremos comprender qué propone el post-desarrollismo a partir de lo que ha sido criticado bajo el rotulo de “desarrollismo”. Si bien en este bloque no entraremos en las críticas más contundentes y holísticas, si que habrán algunas observaciones evidentes y necesarias, algunas de las cuales, cabe advertir han reconocido otros autores ya.
En la conclusión es donde nos proponemos hacer una criba definitiva de lo expuesto.
Cabe advertir que la cuestión aquí tratada no nos dará espacio a exponer por qué la cuestión del desarrollo no es tan simple como para creer que se limita al último medio siglo y en el fondo es perfectamente trazable una suerte de hilo que se oculta y reaparece en muchos otros procesos que han tenido lugar a lo largo de la historia. Sin embargo si que queremos dar muestras de que estos mismo problemas hay que relativizarlos y ver que en otros contextos históricos ido sucediendo algo similar. Esperemos en el próximo trabajo nos sea posible abordarlo con mayor profundidad.

Desarrollo


Ilustración 1 Mapa que ilustra el Índice de Desarrollo Humano según un estudio de la UAB y la Universidad de Radboud (Países Bajos). Disponible en Global data lab. 2018 <<https://globaldatalab.org/shdi/maps/shdi/2018/>>
Como se puede ver en el mapa (Ilustración 1), no son pocos los países que no obtienen el “aprobado” en el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Lo más preocupante de esta ilustración no es, s9olamente, que la mayor parte del planeta tenga serios problemas en uno de los 5 indicadores[4] bajo los cuales se elaboró el mapa. Lo más preocupante es la evolución de este mapa en retrospectiva, con una representación similar que nos hable de los que eran considerados países en vías de desarrollo hace décadas (ilustración 2).
El segundo mapa cuenta con unos factores[5] un poco diferentes al de la anterior ilustración, sin embargo aspectos como la renta o el grado mínimo de formación académica (ilustrado por el grado de analfabetismo por lo general),, al igual que una cierta densidad demográfica, en especial en áreas urbanas en el caso de la segunda ilustración, son factores comunes al momento de analizar el desarrollo humano.
Hecha esta aclaración metodológica, podemos ver que, sencillamente, afirmaciones del calibre “Estamos mejor que nunca” (Norberg, 2017, 19) al momento de hablar del progreso (si es que tal término en singular, de por sí, tiene algún sentido) humano no tienen sentido con cierta visión retrospectiva.
Los factores que han afectado a este proceso entre dos mapas, en exceso semejantes entre sí, han sido múltiples y muy difíciles de delimitar a los largo del tiempo y el espacio, dado lo complejo de coordinar procesos globalizados y procesos localizados. No obstante, en un esfuerzo, queremos situar qué ha estado pasando estas últimas décadas en dos “bloques” geográficos: Iberoamérica y África.

Ilustración 2: Mapa que muestra "Los países en vías de desarrollo (1960-1962). Fuente: Kinder y Hilgemann (2006). Atlas histórico Mundial. Vol. II. 20ª edición actualizada. P. 280.

Iberoamérica:

En este sector vamos a intentar fijar nuestra atención en el “desarrollo” de regiones hispanas y el Brasil durante las últimas décadas, dentro de un sencillo esbozo de la cuestión.
Desde una perspectiva ecologista, vemos que discursos próximos a la llamada Deep Ecollogy, han llevado a una suerte de nueva visión sobre el estado prístino de la naturaleza. Así, si bien se renuncia a la visión del salvaje como próximo a la naturaleza y, en consecuencia, tolerable para el medioambiente, se ha apostado por la creación de una surte de “Edén”. De esto encontramos dos buenos ejemplo.
-          El primero es el caso de la Bahia Samborombón (argentina), donde la ausencia de controles reales en esta área han producido efectos contradictorios al momento de procurar la proliferación de las crias de venado, así pues:
La caza furtiva y el incremento de especies exóticas, particularmente chanchos cimarrones[6] (Sus scrofa), han sido sugeridos entre las causas actuales más importantes que afectan la recuperación de los venados […] se ha sugerido que los chanchos pueden competir y/o excluir especialmente a esta especie amenazada además de no descartarse la prelación sobre crias
(Carpinetti, 2014, 133)
-          El segundo caso nos habla sobre una lucha contra la deforestación de la Amazonía brasileña, donde se aliaron los Kaaypó y algunas ONGs. Sin embargo, habían intenciones opuestas de fondo y a medio/largo plazo:
Para los conservacionistas, el objetivo indiscutible de la campaña era defender la selva tropical, en tanto que pulmón de la humanidad, como espacio natural protegido, tratando de limitar o suprimir cualquier actividad extractiva o comercial; para los kayapó, en cambio, lo que verdaderamente estaba en juego era la autodeterminación de su pueblo y la soberanía sobre su territorio, incluyendo la capacidad para decidir y controlar el uso más conveniente de sus recursos naturales y eventualmente comercialización de parte de ellos.
(Viola, ídem., 31)
Ambos casos nos hablan de la evolución de esta visión hedonista de la naturaleza y del espacio habitado por el hombre. Así pues cuando el ecologismo empieza a darse cuenta de que la explotación de los recursos es amplia en su existencia, inclusive para los indígenas (que igual no emplean ciertos recursos, o en la magnitud que se hace desde grandes explotaciones madereras) dan un paso más allá, buscando ya una “ecología total” directamente antiespecistas[7].
El segundo caso nos lleva a hablar del extractivismo. Para hacernos una idea, entorno al área andina, podemos decir que:
En el Perú, 64 bloques de hidrocarburos (áreas en las que empresas adquieren los derechos a explorar para y, finalmente, explotar el petróleo y gas) incluyen más del 70% del territorio amazónico del país. Once bloques solapan áreas protegidas, 17 incluyen reservas de pueblos indígenas en aislamiento voluntario y 58 extienden sobre tierras a las que pueblos indígenas tienen título.
En Ecuador, aproximadamente dos terceras partes de la Amazonía han sido zonificadas para la expansión de hidrocarburos.
Mientras tanto, en Bolivia, aunque el área concesionada es menor, hasta el momento el 55% del territorio nacional se considera de interés potencial.
(Bebbington, 2010, 290)
Este acceso a los recursos, que puede variar desde una administración directa por parte de los estados nacionalizando dichos recursos y las empresas que los extraen, o bien pueden implicarla privatización e dichos espacios. En cualquier caso esto da lugar a serios enfrentamientos entre la población indígena (llegando a las víctimas [ver anexo 1]) y dichas empresas extractoras, por no mencionar del dónde van estos beneficios, lo cual contribuye a que esta situación genere, similar a lo que sucede en África, “un «desarrollo» con un sesgo de clase” (Gledhill, 2000, 154).
Es así como en términos políticos también es interesante analizar el desarrollo de América, que en buena medida se comprende dentro de las democracias[8].  En este sentido, el territorio sigue siendo un polvorín repleto de ideas opuestas las unas con las otras, enfrentadas. Así pue hay tres factores con los cuales se va jugando en el desarrollo político de Iberoamérica durante el siglo XX:
-          Militarismo; por ejemplo en el caso brasileño iniciado en 1964, quienes “crearon un gobernante «de paja» y una oposición «leal»” (ídem., 172). En este mismo sentido, la reciente elección de Bolsonaro reaviva este fuego, si bien no alcanza a encenderlo, en especial por las fuertes críticas que está recibiendo durante la gestión del COVID-19.
-          Populismo; al cual se ha ido retornando tras periodos de serias crisis de confianza en el gobierno. Un buen ejemplo es el de Fernandoi H. Cardoso quien governa tras el fracaso del anterior suplente del gobierno militarista, Fernando Collor de Mello. Al llegar el colapso financiero, a final de los 90, que llevó a la intervención del FMI[9] (ídem., 173). Un buen ejemplo, más reciente, puede ser López Obrador en las últimas elecciones en México, quien ha demostrado ser un fiel aliado de Trump, tras un paquete varios miles de millones en ayudas, al igual que un gestor dudoso ante la crisis del COVID-19.
-          Fuerzas paramilitares: El mejor ejemplo es el de las FARC y el ELN (Ejército de Liberación nacional). Si bien también cabe hablar de algunos intentos fallidos como el de México: “el intento de crear un movimiento guerrillero al estilo de la década de 1960, el EPR (Ejército Popular Revolucionario)” (ídem., 174).

África:

En el aspecto político África es mucho más complejo, por lo que no lo abordaremos en estas líneas, si bien en muchos aspectos se asemeja a Iberoamérica, pero de forma más dramática y cruzada además por un pobreza que roza lo increíble, guerras abiertas y grupos radicalizados que hacen, entere otros, del sur sahariano un campo de minas para opositores (o no) a grupos como Boko Haram. Solo para dar una muestra Chazan et al. (1992) (en Gledhil, ídem., 153-161) plantea hasta 6 tipos diferentes, y principales, de regímenes estatales en África:
-          Regímenes administrativo-hegemónicos
-          Regímenes pluralistas
-          RR. de partido movilizador
-          RR. de partido centralista
-          RR. Personales coercitivos
-          Populismo
En un marco más amplio, en África podemos hablar de un marcado giro de rumbo del siglo XX al XXI. Menestras que el anterior siglo se caracterizó por una deslegitimación del estado:
en esta primera década del siglo XXI: las exigencias de «menos estado» en África ya no presiden los documentos financieros, y la función estatal vuelve a ser considerada como un garante de estabilidad.
(Iniesta, 2007, 12)
Sin embargo el campo se sigue presentado como el gran monstruo a batir por parte de África. En Sudáfrica la redistribución de tierras a unas 150.00 familias no se había cumplido ni en un 50% en 2007 en el gobierno de Mbeki (ídem., 14). A más a mas esta gestión de las tierras choca con la conjugación entre gestiones familiares y comunales de las mismas, cuya combinación además se aprovecha para diversificar las fuentes en dichas áreas 8idem., 15).
Estos problemas en el campo, como indicaba no son nuevos. René Dumont (1989) en su celebre En favor de África, yo acuso (Pour l’afrique j’accuse) nos hablaba de los inmenso problemas que se van repitiendo, con sus diferencias locales e históricas concretas, por toda África con aspecto al campo, tanto desde el papel infravalorado de las mujeres (ídem., 36), las deudas con poderes internacionales desde las empresas hasta las ONG (ídem., 49-54), las cuestiones políticas (ídem., 228), o el incesante problema del desgaste de los suelos (los cuales “salvo puntos volcánicos, […] son pobres en humus” (Iniesta, 1998, 29)) y la desertización que cruzan desde el principio al final del libro.
En términos generales, con respecto ese El África negra ha empezado mal, que entonaba Dumont en 1961, algunos autores reconocen que:
El Estado africano poscolonial no dispone ni de capacidades ni de medios para definir y financiar, de una manera independiente, las políticas o los proyectos sociales […]
[..] el estado no dispone de medios suficientes para crear las bases económicas de la unidad nacional o realizar el desarrollo económico a escala nacional. Para hacer frente a las fuerzas centrifugas nacidas de esta situación, el estado desarrolla las funciones de gendarme, […] o el autoritarismo y la corrupción de los funcionarios.
(Kabunda, 2007, 43
Lo cual nos puede conducir a esa idea extrema de los Fallen States (Alvarez, 2000) al momento de describir las situación de África en un sistema global que se caracteriza por que los estados son, en apariencia como mínimo, los intermediarios últimos de la realidad.
No obstante los avances y retrocesos en África tampoco han de ser tan rotundos. Kabunda (ídem., 46 y 47) nos ofrece una tabla describiendo las mejoras y los déficits algunos aspectos básicos de la vida africana (Anexo 2). Uno de los más interesantes es el económico. Así pues mientras podemos ver que PIB per cápita ha incrementado notoriamente (de unos 644 dólares a principios de los 60 a unos 1.180 en la década de los 90) vemos que esta misma tasa de crecimiento lleva cayendo desde los 80 hasta finales de los 90.
Esto nos sitúa en el punto de plantearnos cuál es esa continuidad que el desarrollo parece querer plantearnos. ¿Es posible? ¿Ha sido jamás posible?

Desarrollismo

El desarrollismo se ha planteado la crítica al desarrollo como una crítica conceptual, desde lo ontológico. Es visto, por recuperar el concepto de Rist (2002), como una “creencia occidental”.
Vemos que la evolución de la sociedad global ha sido compleja. Con algunas mejoras y algunos problemas. Sin embargo el panorama general parecía[10] indicar estancamiento.
No un estancamiento absoluto, mucho han cambiado las cosas desde la época de posguerra. El mejor ejemplo de ello, es el enviste de poscolonialidad que tiene la crítica al desarrollismo, inviable si dichos países desde donde se ejerce la crítica no tuviera algún tipo de sustento desde el cual poder realizarla: universidades, editoriales, relaciones internacionales, etc.
No obstante, y regresando a la cuestión del desarrollo hay algunos contrapuntos que se han presentados a todos estos planes y cuestiones que se han ido desarrollando en el “tercer mundo” desde el último medio siglo.
Así hay quien advierte que se están cerniendo críticas sobre grupos nativos cpor razón de sus explotaciones comunales:
Culpabilizar a la gestión comunal de pastos entre sociedades ganaderas tradicionales de fenómenos como el sobre-pastoreo y la desertización.
(Viola, ídem., 33)
Si bien puede haber críticas infundadas, tampoco se puede caer en una idealización de las gestiones comunes, ni antropológica ni históricamente.
En África nos encontramos que sí que han existido estos problemas. Dumont (ídem., 26-7) advertía de que:
Pero la densidad de población alcanzada en el Sahel ha exigido desde hace tiempo la roturación, el trabajo de su suelo, orientado hacia la producción de cereales. Sin embargo, y a pesar de ello, los pastores mantuvieron como esclavos a los agricultores durante largo tiempo; su relativa riqueza les causa aun el respeto –cuando no la complicidad de los poderes públicos- cada vez que sus rebaños invaden sus cultivos.
[…] A menudo, una parte de estos rebaños vigilados por pastores, pertenecen a los ricos de las ciudades, incluso a los funcionarios locales encargados de aplicar la ley.
Este caso además nos pone sobre aviso de la dividinos entre campo y ciudad es también tramposa al momento de hablar del desarrollo. No es cuestión de negar la diferencia categorial que existe entre la ciudad y otros espacios; más bien negamos la independencia que pueda existir entre ambos y en especial en estos espacios “en vías de desarrollo”, donde se hace aun más evidente que el surgimiento de ciudades produce fuertes enfrentamientos que retroalimentan los cambios ya experimentados. Así pues ¿Cuál es la solución a estas intromisiones? Delimitar el espacio, parcelarlo y dejar clara constancia de quien es el propietario y/o ocupante de dicho espacio para así impedir la invasión de dicho espacio “privado” (?) por otros potenciales explotadores del terreno.
A esto se suma la cuestión de la alta población “indígena” en las ciudades. Por ejemplo:
El 53% de los bolivianos mayores de 16 años que se autoidentificaron etnoculturalmente como quechuas o aymaras vivían en un medio social urbano.
(Viola, 2013, )
En buena media esta idealización del campo se debe a una doble polaridad, históricamente descrita que va desde el pintoresquismo de la campesina inocente y bucólica hasta el campesino rebelde cuya historia pareció desaparecer durante buena parte de la historia contemporánea. Así no es de extrañar que esta narrativa pasara a la descripción del campesino en el tercer mundo, pues:
Mientras parecían esfumarse en el mundo desarrollado, el campesino reapareció en la historia del siglo XX como protagonista de nuevos movimientos revolucionarios. No tanto en Rusia[11] […] como en los países subdesarrollados –en lo que vendría más adelante a denominarse abusivamente el «tercer mundo», como si hubiera más de dos, el de los pobres y el de los ricos-[12]
(Fontana 1997, 257)
En otro orden de cuestiones. En términos culturales, si bien se podría haber creído que empezaríamos a encontrar una humanidad más homogénea al paso de las décadas, el proceso, que tampoco se puede decir perfectamente que hay sido el contrario más bien ha respondido a una suerte de “reculturalización” (Viola, 2000, 21). Con respecto a esta circunstancia desde la perspectiva hindú nos encontramos con que “caste relations had been transformed into power relations in our dealings with whites, the latter occupying the position of power and prestige” (Shrestha, 1995, 271). EN este espacio es donde encuentra mayor empuje la crítica al desarrollismo.
Lo primero de todo es advertir que la cuestión del desarrollo  n fue nunca homogénea desde un principio. Así pues no es lo mismo en los estados comunistas, los países del bloque capitalista o los países que se mantuvieron aislados (por ejemplo España). E inclsuive en la actualidad Escobar y Esteva (2016, 20) reconoce que “las corrientes actuales en torno al desarrollo, que asocia con tres Sachs”:
-          Goldman Sachs; quien defiende el clásico desarrollo orientado al mercado y la mercantilización.
-          Jeffrey Sachs; cree en el capitalismo, pero sí que ve un problema en las hambrunas y desigualdades a escala global. Sin embargo, encentra la solución en “más capitalismo”. Al estilo Bill gates.
-          Wolfgang Sachs; son los más extravagante y por lo general ignorados por las elites. “viven cada vez “más allá” del desarrollo” (ídem.)
Escobar (2005), siguiendo con la cuestión ideológica y la no homogeneidad cultural universal, resalta que a critica posestructrural  al desarrollo se centra en el abordar como “Discurso histórico” y “aparato institucional”. Así pues, aquí se recupera la mayor preocupación de Foucault: la construcción discursiva de la verdad[13]. Comprendiendo aquí discursivo como algo complejo:
An institution is a symbol-based program that regulates social interaction. The institutionalization of a discourse implies the formalization of statements and practices through rules of formation, which bearers of that particular discourse both represent and reproduce through their agency. A discourse refers not only to statements (oral and written) and communicative meaning embodied in non-verbal infrastruc­ture, technology, and practice, but also to aggregates of social practices.
(Lie, 2008, 120-121)
El mayor problema, para Escobar es la exclusión a al que llega la hegemonía del discurso desarrollista moderno y occidental. Un claro ejemplo se encuentra en los sistemas de salud (Viola, 2000, 40-46 y Menéndez, 2016).
Así se denuncia la falta de agencia por parte de los “desarrollados”: “Los profesionales definían las necesidades y éramos clasificados según ellas” (Escobar y Esteva, ídem., 21). LO cual hace de desarrollismo un discurso eurocéntrico.
Ramirez-Cendrero (2017, 24) localiza otra característica más que se le critica al desarrollismo: “la imposibilidad de un crecimiento económico (identificado con el desarrollo) infirió en un planeta con límites físicos, lo que obliga a pensar la economía en el seno de la biosfera”. Esta crítica ha tenido un fuerte desarrollo en Latouche (po rej. 2009) quien ha apostado por un modelo de decrecimiento[14].
También se ha realizado una crítica más sistemática a las herramientas mismas con las cuales funciona el desarrollismo.  Así por ejemplo, Latouche (1996) nos explica como pasar medidas del primer mundo al tercer mundo es contraproducente:
El primer caso ilustra cómo una distribución desigual de la riqueza elimina todo significado de la cifra de un promedio, mientras el segundo ejemplo revela el absurdo de la comparación internacional de índices cuando los estilos de vida son muy diferentes y de hecho no comparables. La economía política no ha sido capaz de construir una teoría satisfactoria del valor objetivo de todas las cosas, haciendo así imposible proceder a una evaluación y una agregación de utilidades objetivas.

Post-desarrollismo

Esta es la propuesta que queda después del desarrollismo:
La gente [muestra] resistencia y oposición abierta al desarrollo en sí mismo; no solo algunas formas de desarrollo a las que hace tiempo resistían.
(Escobar y Esteve, ídem., 19)
Escobar (ídem.,) sintetiza el postdesarrollismo del siguiente modo:
una concientización de que la realidad puede definirse en términos distintos a los del desarrollo y que, por consiguiente, las personas y los grupos sociales pueden actuar sobre la base de esas diferentes definiciones.

Gustavo Esteve (Escobar y Esteve, ídem., 20) nos dice que para mirar más allá del desarrollismo él piensa en la palabra “hospitalidad”:

El desarrollo es radicalmente inhóspito: impone una definición universal de la buena vida y excluye otras.
No obstante estas dos primeras definiciones, que parecen tan amplias, en realidad el marco al que e acogen es más limitado. Su punto principal es mirar hacia lo no-europeo como ejemplo y guia para oponerse al capitalismo, y eso pese a la trama de autores occidentales que acompañan a sus discurso. A partir de este punto de vista, esta perspectiva se propone la reconstrucción del mundo, o partes de este.
Así pues el planteamiento se hace desde la recuperación de técnicas, de sistemas sociales y de concepciones del mundo mismo. En síntesis, como nos plantea Ramírez-Cendrero (ídem., 26), tiene dos vertientes el postdesarrollismo, la espiritual y la ecológica. La primera, en línea del deconstructivismo ontológico y, la segunda, en línea del desaceleracionismo, de la recuperación de tecnologías adaptadas al medio, etc.

Conclusiones:

Juan Ramón Rallo (2017, 14) a la introducción del libro Progreso de Johan Norberg, afirma:
Pero el capitalismo decimonónico quedó confinado a un selecto grupo de países occidentales que, con el paso del tiempo, pasaron denominarse «países desarrollados». El resto del mundo seguía doblegado por instituciones extractivas, ora mercantilistas ora socialistas, que frenaban cualquier tipo de desarrollo acelerado y sostenido. Desde finales de la segunda guerra mundial [...] muchos de estos países rezagados y subdesarrollados no solo comenzaron a implementar tímidas reformas liberalizadoras […], sino que fueron capaces de acceder expansivamente a los flujos de comercio internacional. Es ahí donde arranca en toda su intensidad el proceso de globalización.
Esto contrasta con la visión de otros autores sobre los países subdesarrollados como la de Robert D. Kaplan (2017, 64), quine al hablar sobre África nos dice:
¿Por qué África es tan pobre? A pesar de ser el segundo continente más grande del mundo, con una superficie cinco veces mayor a la de Europa, la longitud de litoral al sur del Sáhara sobrepasa en poco una cuarta parte del europeo. Además, dicho litoral carece de buenos puertos naturales, aunque los de la costa oriental, que mantienen un comercio intenso con arabia y la India, constituyen una excepción. Pocos ríos tropicales africanos son navegables cuando se accede a ellos desde el mar, ya que llegan a las llanuras costeras desde la meseta a través de una serie de cataratas y rápidos, por lo que el interior del continente queda aislado de la costa. Asimismo, el desierto del Sahara dificultó el contacto humano con el norte durante demasiados siglos, y por tanto África no se vio tan expuesta a las influencias de las grandes civilizaciones mediterráneas, tanto en la antigüedad como posteriormente. Tampoco hemos de olvidar las amplias y densas selvas que se extienden en torno a la línea del sometimiento a fuertes lluvias y calor intenso. Estas selvas no son amigas de la civilización, ni facilitan el establecimiento de fronteras naturales; de ahí que las trazadas por los colonialistas europeos fueran, forzosamente, artificiales. La naturaleza ha colocado demasiadas piedras en el camino de África hacia la modernización.
Así cuando Shrestha (ídem., 268) afirma que ser pobre “meant being “underdeveloped” and lacking human dignity”, cuanto menos, es exagerado, de forma más directa, es victimita[15]. El discurso desarrollista, en su presentación general, no creemos que deshumanice a nadie. Eso si, tomar a la humanidad por un conjunto homogéneo no es algo prescriptivo para ninguna reflexión que involucre a la compleja y diversa especie humana.
Ciertamente existe, entre lo tolerable y lo intolerable existe un factor radical. El hecho mismo de que ciertos sistemas de vida no sean aceptados por ciertas instituciones es digno de denuncia. Sine embargo la idea misma de la plena coordinación entre los diversos sistemas de vida en el planeta tierra es absurda, desde el punto de vista entre especies (ecológica), pero también, y principalmente, dentro de nuestra propia especie (antropológicamente).
En cuanto  a la visión perspectivita que plantean no es tomada de forma radical por todos los autores. Viola (2000, 23) planteando esta misma cuestión desde la perspectiva del indígena nos habla de una negociación:
Son muy cosnci3entes de la necesidad o la utilidad de incorporar –selectivamente- determinadas aportaciones de la tecnología o de la sociedad occidental, siempre y cuando no representen una amenaza para su estilo de vida o se conviertan en un factor adicional de dependencia
Sin lugar a dudas, el mayor peligro para la propia subsistencia del post-desarrollismo ya algunas de sus propuestas (como el decrecimiento), es el hecho de que autores como Latouche (ídem., 160) defiendan una:
Interpretación del desarrollo y el sub-desarrollo como ocultación, destrucción de las culturales por imposición de una cultura exterior, la de occidente.

Esta perspectiva choca directamente con una explicación razonada de la difusión de los sistemas culturales. Inclusive parece retornar a un cierto difusionismo. A ello nos vale recurrir a unos de los arqueólogos que más trabajó en contra de dichas teorías para responder a estos planteamientos:
[…] la hipótesis se basa en la visión idealista de la cultura; es decir, la cultura es una corriente ramificada en redes de transmisión de ideas y de conocimiento cuya cristalización varía en diferentes puntos del espacio y del tiempo. Tal asunción ignora la posibilidad de que existan procesos que actúen de manera selectiva sobre un conjunto de ideas o conocimientos.

Esto en especial me vino a la mente cuando Shrestha (ídem., 272) habla del incremento del consumismo en u entorno hasta tal punto que la producción no puede cumplir con el consumismo. La pregunta es simple entonces: ¿De dónde bien dicho consumismo? O mejor dicho: ¿En qué se sostiene dicho consumismo?
Si el análisis se queda en una suerte de ingrávido plano ontológico perdemos las principales herramientas de las que disponemos. Por un lado de cara al análisis, motivo por el cual no he querido quedarme únicamente en un análisis discursivo de la problemática y he creído necesario hablar de ese desarrollo que se denuncia. Y en un segundo término se pierden las herramientas para cambios efectivos; pero de esto último nos tocará hablar en el próximo ensayo sobre la cuestión.

Anexo 1: América Latina: conflictos relacionados con proyectos extractivos en el sector de la minería y los hidrocarburos en territorios habitados por pueblos indígenas, 2010-2013. (NN.UU., 2014, 138)

 

 



Anexo 2: Evolución de los indicadores de desarrollo humano en África desde las independencias. (Kabunda, 2007, 46-47)

 



Bibliografía:

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[1] Cabe recordar que: La globalización es una operación o conjunto de operaciones, realizadas por un sujeto operatorio o por un grupo cooperativo de sujetos (teniendo en cuenta que cooperación no implica siempre armonía, sino conflicto entre los sujetos cooperantes). Y es una operación de totalización cuyo resultado es la construcción de un «globo». Presuponemos, en esta caracterización, que las operaciones de las que hablamos son manuales («quirúrgicas») y, por tanto, se aplican a cuerpos, sin olvidar que los símbolos algebraicos o los mapas geográficos son también cuerpos que referimos a otros cuerpos; por consiguiente, que una totalización, en cuanto es resultado de operaciones «quirúrgicas» (manuales), ha de entenderse como construcción o configuración de un cuerpo a partir de partes suyas o de términos que una vez constituido el todo, puedan figurar retrospectivamente como partes. (Bueno, 2002)
[2] No el colonialismo en abstracto, esa surte de cajón de sastre que se emplea para describir las tensiones geopolíticas a diestro y siniestro. El colonialismo entendido como el sistema que busca implantar Cristóbal Colon de explotación (esclavismo, realmente) de los indígenas en la tierra que recién había descubierto para el mundo.
[3] Curioso por otro lado que los autores suelan hacer alusión a una suerte de “voluntad” critica antes que no a una metodología, que es lo que de verdad construye una disciplina. De Malinowsky mismamente su “Diario de campo” (1989, edición que nos trajo, por suerte, Alberto Cardín en una colección única) nos revela muchos de sus prejuicios y deseos menos nobles. En este sentido lo mismo se puede acusar a todo autor que sostenga a otro por meras cuestiones morales: por ejemplo, Voltaire y Las Casas tienen en común, por un lado, ser pilares de la moderna defensa de los “derechos humanos” y la “tolerancia” y, por otro lado, blanquear y beneficiarse del tráfico de esclavos negros.
[4] Life expectancy, GNI per capita in thousands of US$ (2011 PP), Expected years of schooling, Mean years schooling y Population size in million. <<https://globaldatalab.org/shdi/2018/lifexp/?levels=1%2B4&interpolation=0&extrapolation=0&nearest_real=0>>
[5] Renta anual por hab. En dólares, % de analfabetismo (entre 20-50% o más del 50%), necesidad de capital y ciudades de más 1 millón de habitantes.
[6] Una suerte de cerdo parecido al jabalí. A parte de lo citado en el texto, hace daño a la superficie de los suelos, dificultando el pastoreo de especies herbívoras.
[7] De aquí mi critica inicial contra otras perspectivas que trataran la cuestión ecológica en ausencia del hombre, donde la antropología nada tiene que de decir.
[8] Lo cual, as u vez, es muy curioso que se defienda sin cesar desde posiciones muy diversas y enfrentadas, pues buena parte de estas comprenden democracia a su manera, inclusive antidemocráticamente, como son los derechos históricos (étnicos) de los territorios liquidadas, en principio, por las garantías de los estados-nación modernos que procuran terminar con lo que, en España se llamaban "fueros", entre otros privilegios feudales (en el caso español, entre otros procesos, cabe destacar el Decreto de nueva planta (1707-1716) y la Constitución de Cádiz de 1812 que igualaba los derechos para los “españoles de ambos hemisferios”)
[9] En este mismo sentido, vemos que argentina sucede algo similar con respecto a la deuda con el FMI, que está poniendo muchas presiones en la reciente política del país hispano. No obstante las negociaciones, parece que el crecimiento de la deuda alcanza cotas seriamente ponibles en duda de ser pagables. En este sentido podemos ver un “desarrollo” en estado puro, permitámonos el sarcasmo.
[10] Si se fija el lector, pese a que hemos procurado analizar un espectro amplio de referencias, la bibliografía aquí empleada no está actualizada a la última década (2010-2020). Fallo este por falta de capacidad de preparar este trabajo con mayor profundidad y por lo que nos disculpamos al lector.
[11] Cabe recordar que el telón de fondo de la revolución rusa es, por lo general, la ciudad de San Petersburgo. No obstante no cabe menospreciar la importancia del campo en este proceso, pues la mayoría de la población vivía ahí (pese a que su voto por los mencheviques seria brutalmente omitido por Lenin y los bolcheviques en su golpe de estado), y su sistema de MIR para gestionar la tierra de forma comunal fue un factor fundamental para el buen encauzamiento de la revolución, que en 1917 solo empezaba a tomar forma concreta.
[12] A lo que yo me atrevería a decir que ni así, un único mundo que compartimos ricos y pobres.
[13] “Pero mi problema ha estado siempre de parte de otro termino: verdad” (Foucault, 1998 en Turner, 1994, 25)
[14] No obstante cabría preguntarse por qué no enfrentarse a las propuestas que proponen radicalmente lo opuesto: el aceleracionismo.
[15] Aunque por lo general, esta forma de explicación de “revelación” en los autores poscoloniales suele ser bastante frecuente, mientras son los primeros en mezclar citas desde el Papa [de turno] de Roma hasta Marx, incentivando, ellos mismos los primeros, el mito de las “naciones universales unidas”.

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