Lectura a tres autores sobre: Autoatención.
L. E. Menéndez
(2018). “Autoatención de los padecimientos y algunos imaginarios antropológicos”.
En: Desacatos. Nº 58. Pp.: 104-113.
Define la autoatención como “las formas de atención de los padecimientos,
en las que los sujetos y micro grupos son los principales actores sociales de
este proceso interactivo […] como parte normalizada de su vida cotidiana”.
Así pues, se presenta como una forma de empoderamiento [empowerment], si
bien sujeto a deformaciones epistemológicas y políticas -indianismo-.
La autoatención, aparece en
Menéndez como una «metaatención»: “la
autoatención sintetiza, o por lo menos articula, las diferentes formas de
atención en apariencia incompatibles”. Un campo de mediaciones simbólicas,
actantes y algo más.
Podemos discernir entre autoatención
y autocuidado: “Mientras la
autoatención se refiere al microgrupo y la relación del sujeto consigo mismo,
el autocuidado propuesto por la biomedicina se enfoca en el individuo”.
Es curioso, pues “cuidado de si” es una expresión antropológicamente mucho más
orgánica que “atención de si”: la atención es un fenómeno psicológico[1],
el cuidado es social o directamente antropológico. Se asume un reduccionismo ontológico,
por suerte de la epistemología. Ello puede ser de interés hasta un punto para
generar tensiones teóricas, mas no cuando la mayor parte de la antropología se subsume
a esta dinámica a cambio de omitir la historia o la biología.
Hay dos niveles de autoatención así:
Por un lado, está el asegurarse la reproducción biosocial. Esto es imposible en
la primera parte del término: Bios, pues en biología no existe la
reproducción genuina, existe la multiplicación, la replicación, el desarrollo o
la exaptación junto a muchos más fenómenos (Shubin; 2015)[2].
La reproducción, como indicó muy bien Gustavo Bueno (2018), es un proceso industrial
para la reproducción de monedas primero, y después replicado a la industria ganadera.
Es curioso que en la antropología médica de nuestra facultad se siga la línea
foucaultiana de que la epidemiologia surge del control de plagas animales
-algo, por cierto, falso- mientras que el término “reproducción” ha pasado sin
mayores revisiones. La idea de que la sociedad se reproduce es, igualmente, la
replicación de esquemas económico industriales a la sociología, en especial por
la necesidad de la llamada «ciencia política» (Sánchez Agesta; 1967): pero no
es aplicable a nivel universal, ni como conglomerado teórico ni por sus
diversas vertientes concretas desde la teoría de los “roles sociales” en
sociología a la teoría de la “construcción social de la realidad” en teología.
El otro nivel
sería el de la atención a los procesos de “salud, enfermedad y atención-prevención”
[s/e/a-p]. osease, el propiamente “médico”. El autor indica que existen varios
hechos que justifican esta relación: por un lado, los padecimientos son un
fenómeno constante en la vida de las personas y entorno a estos se construyen identidades
cada vez más fuertes; por otro lado, existe una desproporción entre padecimientos
experimentados o padecidos y la demanda de servicios médicos que solo puede explicarse
por una atención que se da en primera instancia en el ámbito doméstico,
informal o individual[3].
Nótese el estatuto económico de esta segunda argumentación.
el sujeto y sus microgrupos son los que
están al tanto de toda la carrera del enfermo, mientras la mayoría de los
curadores profesionales, que representan las otras formas de atención,
permanecen las tras formas de atención, permanece casi siempre ignorante al
respecto, y sobre todo, de la articulación que los sujetos y sus microgrupos
establecen entre las diferentes formas de atención
En continuidad con la sociología
de nuestro tiempo, parece que la cuestión central es de carácter “cibernético”,
es decir, de comunicación. Es curioso este entrecruzamiento entre comunicación
y antropología: el campo del patrimonio ha sido calve. Así mismo, tanto en el
ámbito del patrimonio, como en la antropología médica de Menéndez aparece la
figura del «curador» [curator].
Como fuere, su orientación es claramente
política, en relación sociológica. Son los grupos subalternos los que mejor se definen
por su empleo de la autoatención, afirma. Me recuerda a una anécdota de una
amiga brasileña. Haciendo una inspección por favelas en Brasil, iban un grupo
de médicos para hacer visitas domésticas a enfermos varios. Una anciana vivía
en condiciones miserables, su casa estaba llena de humedades, mal iluminada y 0
ventilada. ¿Cómo vivía en una cueva así? Le dijeron que abriera las ventanas,
que eso era fundamental para la renovación del aire y la acumulación de humedad
que le dañaba los pulmones. La anciana contestó: “pero si abro las ventanas
entrarán las ratas”. Hasta ahí llegó la articulación de saberes: el
paciente bien informado, depende tanto de sus condiciones como el paciente mal
informado; y las más de las veces son estas las que se le imponen y no otra
cosa.
Si bien no entra en profundidad
en los “medios” de autoatención, Menéndez sí que destaca momentáneamente como
la medicación está en disputa entre los expertos y los no expertos. No obstante,
es importante recordar que existe desde los 60 o 70 toda una industria de profesionales
de medicinas alternativas, naturopatías o terapias espirituales -meditación, acupuntura,
yoga, mindfulness, reiki etc.-. Y así mismo, como el mismo autor reconoce, no pocas de las medicinas incorporadas en los recetarios populares
han sido dados por los médicos y cuerpos adyacentes -enfermeros, interventores
sociales, psiquiatras, técnicos laborales, etc.- hasta llegar a la
sobremedicación.
Mas allá de la funcionalidad
política de la propuesta de Menéndez, como hemos querido ir descanso, enfrenta
problemas estructurales clave.
BUENO, Gustavo (2018). “Gustavo Bueno.
Feminismo, género y posmodernidad”. Disponible en: <<https://www.youtube.com/watch?v=IJNZvDT0HQM&t=1033s>>
REISS, J. O.; BURKE, A. C.; ARCHER,
C.; DE RENZI, M.; DOPAZO, H.; ETXEBARRÍA, A. ; GALE, E. A.; HINCHLIFFE,J.
R; NUÑO, L.; ROSE, C.; RASSKIN-GUTMAN, D.; MÜLLER, G. (2008). “Pere
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SANCHEZ AGESTA (1968). “La política
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Nº 157. Pp.: 155-160.
SHUBIN, Neil (2018). Tu pez interior. 3.500 millones de
años de historia del cuerpo humano. Madrid: Capitán Swing.
MASSAGUER, GRAU y GOMEZ (2024). "Diferencias en la autolesión en adolescentes y adultos jóvenes con tarstorno del espectro autista: un enfoque de género". En: Revista de neurología. Vol. 29, Nº 2. Pp.: 35-40. Disponible en: << https://neurologia.com/articulo/2024047/esp >>
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“El placer es mío. Cannabis: ¿autoatención o automedicación?”. En: Martínez Oro
(ed.). Las sendas de la regulación del cannabis en España. Barcelona:
bellaterra. Pp.: 219-233.
A asociación entre adicción y
enfermedad se desprende de una disposición epistemológica, social e históricamente
determinada. Muestra de ello, son los cambios que se han dado en el transcurso
de las décadas hasta la actual concepción bioquímica de ala dicción y comportamental.
Se fue paulatinamente asociando toda substancia la heroína, y en consecuencia
se buscaba una sintomatología por deprivación [carving]. De igual modo
persiste una extrapolación de conductas animales -en laboratorios además, es
decir entornos irreales- para los seres humanos.
Como indica muy apropiadamente: “todavía no se han integrado
satisfactoriamente las estrategias y enfoques científicos de carácter
sociocultural que toman en cuenta las relaciones entre sustancias, sujetos y
contextos” (idem.: 223)
Discierne tres usos clave: la
socialización, usos instrumentales y el placer. Es relevante la potencialidad
revolucionaria del placer, por ser el cuerpo un reducto de al acción social y
política, en contra del biopoder. No obstante, también cabe recordar que tiempo
ah este vuelco al cuerpo no se percibió tanto como una revolución social cuanto
una renuncia esa misma revuelta social: como mínimo una postergación del mundo
al modo Ignaciano, que incentiva el perfeccionamiento personal antes de la transformación
del mundo. El discurso Punk (1970-80) es intrínsecamente antihuamnista, al
contrario de la beat generation (1950-60) o los Yippies (1960-70).
La “autonomía” es aquí esencial
asociada autodeterminación de los procesos de s/e/a-p y a la automedicación. Es
importante, que existe un marco más amplio construido desde la clínica que propone
el “acompañamiento” en el proceso de perfección individual [eugenesia],
dado por los debates trans (Gil-Peterson; 2022 y Parra; 2021). Es interesante
que se vulve a hablar de a la diferencia entre autocuidado y autoatención, peor
ahora si se añaden ejemplos: usar preservativo es autocuidado peor no
autoatención… bueno, excepto para mormones, católicos, musulmanes y un largo
etcétera. También se habal del baño o el cepillado de dientes… lo cuales están
dentro del campo de la higiene púbica y están relacionados a su vez con la
incipiente instrucción pública de finales del s. XIX y el s. XX -ese biopoder
que denunciaba Foucault, y supuestamente veníamos a deshacer mediante el cuerpo
metafórico-.
Diferencia tres usos distintos:
Usos lúdico-recreacionales |
Usos medicinales |
Uso problemático o dependiente |
No se usa como remedio empírico para determinadas dolencias y
padecimientos ni está directamente asociado a un objetivo de salud. |
Es usado específicamente como remedio empírico para determinadas dolencias y padecimientos. |
Responden a la lógica de remedio empírico para determinadas
dolencias y padecimientos. |
Tiene que ver con la gestión de los ritmos
de trabajo y reposo. |
La experimentación de placer no es necesariamente uno de los
efectos deseados. |
La experimentación de placer no es necesariamente uno de los
efectos deseados. |
En muchos casos es un hábito cotidiano. |
Intervienen en la mayoría de los casos expertos y/o médicos e
incluso instituciones. |
No intervienen expertos, médicos ni
instituciones. |
Comprende la activación de redes sociales informales, familiares
o de grupos organizados. |
No implica necesariamente el cultivo de relaciones sociales como
una conducta indirectamente protectora o de promoción de la salud. |
No implica necesariamente el cultivo de relaciones sociales como
una conducta indirectamente protectora o de promoción de la salud. |
Implica prácticas de autocuidado que sugieren la movilización de
redes informales y que tienen que ver con la lógica de reducción de daños y riesgos:
vaporizar, uso de filtros, elegir determinado tipo de producto, conocer los
síntomas y signos de alerta, etc. |
No responde a las características de elemento simbólico en el
contexto de distintos rituales sociales ni en el propio estilo de vida
contemporáneo. |
No responde necesariamente a las características de elemento
simbólico en el contexto de distintos rituales sociales ni en el propio estilo de vida contemporáneo. |
No afecta al desarrollo de las funciones
requeridas en la vida cotidiana. |
Tiene que ver con la gestión de los ritmos
de trabajo y reposo. |
Tiene que ver pocas veces con la gestión de los ritmos de
trabajo y reposo. |
La experimentación de placer es uno de los
efectos deseados. |
No puede considerarse un hábito cotidiano. |
En muchos casos[4]
es un hábito cotidiano. |
No intervienen necesariamente expertos,
médicos ni instituciones |
Puede comprender la activación de redes sociales informales,
familiares o de grupos organizados. |
No comprende necesariamente la activación de redes sociales
informales, familiares o de grupos organizados. |
Implica el cultivo de relaciones sociales como una conducta
indirectamente protectora o de promoción de la salud. |
Implica prácticas guiadas de autocuidado que tienen que ver con
la lógica de reducción de daños y riesgos: vaporizar, uso de filtros, elegir
determinado tipo de producto o principio activo, conocer los síntomas y
signos de alerta, etc. |
No necesariamente implica prácticas de autocuidado que tienen que ver con la lógica de reducción de daños y
riesgos. |
Es principalmente un elemento simbólico en el contexto de
distintos rituales sociales y en el propio estilo de vida
contemporáneo. |
No afecta al desarrollo de las funciones
requeridas en la vida cotidiana. |
Sí pueden afectar al desarrollo de las
funciones de la vida cotidiana. |
GILL-PETERSON, Jules (2022). Historias
de la infancia trans. Barcelona: Bellaterra.
PARRA, Noemi (2018). Historias de afectos. Acompañar la
adolescencia trans*. Barcelona: Bellaterra.
B. J. Feijoo
(1730). “El médico de si mismo”. En: Teatro crítico universal. T. 4.
Madrid: Blar Moran. Pp.: 64-98.
Según Michel Foucault (1987), la clínica
moderna nace en el silgo XVIII. Así mismo, para Elena Ronzón (2015) la antropología
moderna nace igualmente en ese siglo. Esto, igual, pude darnos muestras, de cómo
las dubias sobre la “autoatención”, como mínimo, son tan viejas como todo este mismo
panorama.
El P. Feijoo es una de las
figuras mas eminentes de la ilustración española -por no decir que la más
eminente, pues Jovellanos, Goya, Luzán, Campomanes y muchos otros se quedan muy
por atrás de los conocimientos enciclopédicos del sacerdote; aunque sí que
tuvieron más implicancias políticas: no nos guiamos nosotros por la vulgar fama-.
Para cuando Feijoo abordó la cuestión de ser “medico de si mismo”, ya dos
autores anteriores lo habrían tratado: Paulo Zaquías (Cuestiones
Médico-Legales, 1621) y Gaspar de los Reyes (Campo Elisio); aunque
de forma insatisfactoria.
Cognitio morbi, inventio este
remedii: el que conoce la enfermedad, conoce el remedio, y quien conoce
mejor la condición propia que uno mismo y su complexión. Incluso, aunque se acusare
al médico de amor propio, y por ello reducir sus propios síntomas; por ese
mismo amor propio se creerá antes a si mismo que otro que le diera cualquier
dictamen.
Y aun sube el padre
Feijoo la apuesta:
Pretendo,
pues, que no sólo el Médico puede serlo respecto de sí propio, cuanto está
enfermo; mas cualquiera enfermo puede, y debe serlo en parte respecto de sí
propio.
(ídem.: 70)
Esto es aun más interesante, pues
se adelanta esos sociólogos británicos de “el paciente informado”. Esto es
importante porque a veces parece que los debates a nivel conceptual -ontológico-
se den solo al son de las transformaciones sociales más actuales. No: estructuras
sociales diferentes, dan lugar a problemáticas similares, en eso hay más antropología
que en trasladar estructuras mágicamente y llamarlas “rol”, “embody”, “performance”,
“gender”, u otras. Es ya en este periodo donde se empieza a dar el fenómeno del
paciente informado, reconocido ya por dos médicos coetáneos, el Doctor Gazola y
Monsegnior de la Chambre. Y aun encuentra en Platón un argumento canónico: Non intellecti nulla est curatio morbi.
Los propios enfermos comprenden muchas veces mejor sus propias condiciones que
los profesionales (aspecto este con el que coincide de pleno con el trabajo de
Marta Allué, 2003).
Retomando a Gazola nos recuerda
su triple argumento: “El primero es
la experiencia de su complexión: el segundo la sensación de la enfermedad: el
tercero el apetito o repugnancia a lo que puede dañar ó aprovechar”, y
el mismo asevera “añado, que de los
mismos se infiere, que aunque el enfermo carezca enteramente de las noticias
del Arte, se le puede y debe fiar en parte su curación”. No es tanto que
Feijoo defienda la autocuración completa: “pero
quiero que el Médico consulte también al enfermo, por cuanto éste tiene unos
principios prácticos, conducentes al conocimiento y curación del mal, de los
cuales carece el Médico, y a quienes debe atemperar los axiomas ó aforismos que
ha estudiado”.
Retoma a continuación una
distinción del célebre Padre Malebranche: la Medicina experimental es más
segura que la teórica, pero la Medicina teórica que atiende a la experiencia, y
más la información de los sentidos de los pacientes, es la mejor de todas. El
propio Feijoo recuerda que, en su experiencia, cuando hay una diferencia de
opiniones sobre la gravedad de un mal suele ser el enfermo el que tiene
la razón al final. A continuación, nos resume en cuatro situaciones:
Cuando la opinión del enfermo ha de ser despreciada |
Cuando el criterio del médico ha de ser despreciado |
Un hipocondríaco |
Cuando el enfermo ya ha experimentado que un remedio no le es útil, o
al revés ha experimentado sus ganancias. |
Si las señas son claras, y son revisadas dando conclusiones iguales. |
Cuando se alegan faltas de fuerza para tolerar el remedio |
Tabla 1: Desprecio de opinión de enfermo y de médico según
el ilustre P. Feijoo. Basado en: Feijoo (1753: 76-77).
Como excelente ejemplo de ello se
da en la alimentación, que además describe uno de los hábitos esenciales de
todo hombre. Incluso, desde su óptica, si se compara con los pueblos de Europa
(franceses e italianos) estos hábitos tan heterogéneos son tan esenciales al
hombre que no hay diferencias físicas notorias ni de esperanza de vida.[5]
No obstante discierne, que sobre la dieta una cosa es el paladar y otra muy
otra el estómago: el paladar es superficial y caprichoso, no debe atendérsele.
El estomago genera una sensación profunda y de gravedad. La prudencia es la
calve, como desde los clásicos se hace precepto en la cristiandad.
Así, tanto ha de consultar el
medico a si mismo, como este al enfermo y el enfermo a sí mismo en las tres
dimensiones de la curación: gradación del mal, uso de remedios y elección de
régimen.
ALLUÉ, Marta (2003). DisCapacitados. Una reivindicación de
la igualdad en la diferencia. España: edicions bellaterra.
[1]
Dirá más adelante Menéndez (ídem: 108): “Cabe
señalar que algunos sujetos y microgrupos deciden no atender al menos un parte
de sus padecimientos debido a causas diversas, lo que también es parte de la
autoatención”. Reafirmamos: “autoatención” es una “metaatención” que
incluye la atención de si y de los demás. Se asemeja mucho a la noción de
“autoetnografía” en fenomenología social.
[2]
Shubin, pese a la alta calidad de su obra, no hace referencia a los trabajos de
un autor español de primer nivel, y además maestro suyo: Pere Alberch. Véase
Reiss et ali. (2008) para comprender su relevancia.
[3]
El concepto “individuo” es menos agraciado en sociología que el de “sujeto”, y
en consecuencia así mismo se traslada la antropología médica. Decir que una persona
es un nudo en una constelación de topoi, por usar términos de Boaventura de
Sousa Santos, tiene sus potencialidades sin dudas. Pero las personas en su día
a día, esa cotidianidad que supuestamente interesa tanto, no están recreando el
mundo en base a «mapas epistemológicos». Eso lo hacen los científicos sociales,
y por desgracia lo replican sobre sus sujetos como si de ellos mismos emergiera -Mays val un hom deificar que mil milia mons crear... decía Ramon Llull-.
Una cosa es la reflexividad que todo hombre tiene por causa del raciocinio, el intelecto
o la sensibilidad -como se quiera abordar-. Otra cosa es que eso tome un
estatuto de 1) objetividad per se y 2) que en ello haya verdad. Y queremos
hacer notar: objetividad y verdad no son propiedades necesarias recíprocamente.
Hay verdades subjetivas -intuiciones, dolores, visiones, etc.-, y
objetivaciones falsas -mapas, teorías, e incluso edificios que se caen-.
[4]
Esta nota aborte es clave: existen los llamados “adictos cíclicos”, que no presentan
una compulsividad o conducta de riesgo de forma cuotidiana, sino en momentos
concretos pasados unos ciclos pautados. Esto, por ejemplo, explica las recaídas
que llevan a las sobredosis, o explica de igual modo los actos de juego
compulsivo que pueden llevar a la ruina económica de la unidad doméstica. Esto
esta integrado en los programas de rehabilitación, véase Mayor (1995).
[5]
Esto en el fondo es muy interesante. Los que han llamado la atención sobre la
“fractura metabólica global”, destacan que esta si se establece de forma clara
a nivel global entre regiones ya no es por sequias, por plagas o factores
similares: existe un verdadero desequilibrio en recursos económicos, pero
también y clave en recursos tecnológicos que generan y prolongan dicha fractura
metabólica. No sabemos hasta qué punto la consideración del padre Feijoo es una
constatación de ello, o una simple muestra de ignorancia estadístico-médica del
polígrafo.
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