Lectura a: “Introducción: nuevas lecturas de la problemática de la alteridad”.
Referencia:
ESCOBAR, Arturo (2010) "Una ecología de la
diferencia: igualdad y conflicto en un mundo globalizado", a Una minga
para el postdesarrollo. Lugar, medio ambiente y movimientos sociales en las
transformaciones globales, p. 97-126. Lima, Universidad Nacional Mayor de
San Marcos.
Resumen:
Escobar nos plantea la cuestión
de la “igualdad-en-la-diferencia”. El <autor, introduciendo a Todorov, nos
advierte que busca salir de la clásica dicotomía establecida por el antropólogo
ruso-americano entre la dominación o la asimilación de la cultura ajena.
El autor busca resaltar la
dimensión cultural por encima de la ecológica o la económica, considerando que
la cultura como categoría aglutina los grupos locales sin deshumanizarlos sea
vía naturalista o bien sea vía mercantilista. Así el autor analiza varias de
las propuestas que han ido surgiendo, entre las más destacadas la “economía
ecológica” y la “economía ambiental”. El autor omite posicionamientos de
derechas como el ecofascismo.
La cultura, así, se presenta como
una esfera de lucha donde se asientan, y alinean, las protestas de grupo
locales con grupos civiles (género, raza). Así mismo se encuentra la
posibilidad de liberarse de la concepción predada de que lo local parte con
desventaja frente a lo global: pues han dado buena muestra de su capacidad de
alinearse con otras protestas o su capacidad de reasimilar tácticas políticas y
tecnologías contemporáneas a sus protestas y sistemas de movilización.
No obstante, la desigualdad
cultural, que es en lo que se centra escobar, se ve anclada a si misma a la
tierra, al territorio. Así los grupos indígenas creen que la recuperación de su
territorio es lo que les otorgara autonomía y autodeterminación.
El autor cree encontrar un buen
ejemplo de gestión multimodal y multiétnica en el caso de Colombia, donde,
entre otros, el Proyecto Biopacífico ha encontrado inclusive un altavoz
multinacional para sus exigencias.
En concreto la oposición se
articula en torno a un discursos que sitúa en el centro al ·individuo” y los
“genes”; así se consideran conceptos que son tan traducibles al “lenguaje
tradicional” como lo es un aullido de lobo a la lengua aimara.
Cuestiones críticas:
La cultura si bien no deja de
tener su agencia no tiene nada de inofensivo y no se aleja de las esferas
políticas occidentales tradicionales. Nada más hace falta recordar que en el proyecto
de expansión alemán que termina en la II Guerra Mundial tiene como pilar la kulturkampf entre Bismark y el Papa. No
es menos cierta la guerra cultural entre el imperio soviético y el
estadounidense.
Escobar podría dedicar algunas líneas
a recoger la propuesta entre el Gueto y el melting-pot
de Todorov (1988)[1]
quien nunca reconoce una igualdad predada u objetiva en el desarrollo cultural,
y mucho menos en la hibridación. Sin embargo Escobar no solo no argumenta en
contra de Todorov, sino que sus propios presupuestos no van más allá de
voluntarismo: ¿igualdad en qué? ¿Libertad para qué? ¿Política en qué términos?
¿Diversidad de quiénes? Y en especial: ¿Por qué?
La globalización aprece mostrar
su rostro más ameno caudnos irbe de altavoz a movimientos que se
“internacionalizan” como el Proyecto Biopacífico, mientras que lo demás queda
en el ámbito de la “resistencia”. Si bien él niega el esencialismo de lo local,
no duda en emplearlo para definir “lo global”.
La consideración de la tierra es interesante
en tanto que ilustra perfectamente como “la tribu” no existe al margen del estado
ni para oponérsele (faltaría más que cualquiera se opusiera a algo que ignora).
Acunado advierte el interés por la tierra en realidad no redirige al discurso
político más duro y tradicional, se nos habla de lo que G. Bueno llamaba “capa
basal” (en tanto que basamento) del Estado, y así mismo no es de extrañar que
Sunt tzu, citando a Chang Yu dijera en la china del siglo VI antes de cristo:
En todas las
ciudades y prefecturas que se tomen deberéis saquear, en mi nombre, los tesoros
y los almacenes públicos en provecho de
los oficiales y de los soldados. El Estado solamente quiere la tierra.[2]
En términos generales Escobar
peca de antropologocentrismo, en tanto que ha desatendido totalmente la
política y la historia, lo cual hace que sus planteamientos se vean reducidos a
caricaturas cuando ya se han visto ejercitados por instituciones políticas de
primer orden y que nos recuerdan que quizás lo que se están politizando sean
las tribus en vez de a la inversa.
ARTUR LLINARES PACIA
ARTUR LLINARES PACIA
Comentarios
Publicar un comentario