De una lectura heterodoxa a Verena Stolke
Cuando en primero nos hicieron
leer el artículo de Verena Stolke titulado “La mujer es puro cuento” (2004)
estaba contento de poder echarle mano a una autora directamente relacionada con
el feminismo.
Pasar de lo sociológico a lo
filosófico. Ese debía ser el fundamento de dicha lectura.
En esto me recuerda, a día de
hoy, a la cuestión del trap, este
nuevo género musical que sabemos deriva del rap, pero sus letras están
simplificadas, al igual que en la voz se aplica el autotune propio de regatonearos. Un fenómeno social que después
puede formalizarse filosóficamente (véase Castro, 2019).
El feminismo siendo un movimiento
de cierta relevancia no tenía ya mucho de nuevo. Yo mismo era el primero en
haber llevado a cabo mi pequeña lucha dentro del instituto remarcando algunas
figuras femeninas en la historiografía poco nombradas; el caso más flagrante
era, a mi parecer, la perorata que se daba sobre John Reed (1887-1920) en
comparación con la ausencia de Sofía Casanova (1861-1958) quien conoció en
persona a algunos de los más altos líderes de la revolución rusa y quien sin
duda debe atenderse como un hito en la historia de la mujer en el periodismo de
guerra no solo por ser mujer en un mundo de hombres sino por su calidad
literaria (por ej. Casanova, 1917). Tiempo después comprendería que ser mujer y
una avanzada a su tiempo no justificaría sus decisiones políticas posteriores
que la llevarían al ostracismo del periodismo la historia y el feminismo
(Bugallal, 2009; Martínez, 1996; Santamarta, 2018).
Ilustración 1: Esquema retorico de Verena Stolke (2004) en "La mujer es puro cuento". elavoración propia. |
Así pues al encaminarme a la
lectura de Verena Stolke tenía una cierta impaciencia. Sin embargo me extrañó
de buen principio, viniendo yo de una tradición marxista, la ausencia de
nombres como Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo o Alexandra Kollontay. No me resultó
menos extraña la estructura argumentativa que empleó que imitaba la forma de
una serie de pirámides truncadas invertidas y acumuladas la una sobre la otra (Ilustración
1); comprendiendo que de cada planteamiento se llegaba un desarrollo que a su
vez llevaba a otro planteamiento que se desarrollaba hasta otro planteamiento;
sin embrago en todo el artículo no se veía ni una sola aclaración sobre los
problemas que la propia autora advertía en su repaso a la teoría feminista y
encima muchos planteamientos eran excesivos para el desarrollo previo. Junto a
otros problemas como la relación cultura/naturaleza, el papel de la etología en
el estudio de la antropología, y en consiguiente el de las relaciones sexuales,
etc. me encontré con un curioso hecho: un dato falso.
En la tercera página de su
artículo asocia a Alice Schwarzer (fundadora de la revista alemana EMMA) el uso, en la década de 1960, del
concepto “la pequeña diferencia”, sin embargo me encontraba yo leyendo en
paralelo la obra mayor de Joseph Campbell (2016[1959]) Las máscaras de Dios. Curiosamente el antropólogo americano hace
uso de esta misma expresión (en francés) en la página 117 del primero de los 4 volúmenes
de la obra.[1]
Al exponer todas estas cuestiones al comentar el texto de forma pública
la avalancha de críticas que se cernieron fueron inmensas. Sin embargo lo que más
me sorprendió fue el tacto emocional con que se hicieron, pero el tacto no era
para con migo (inexistente), sino para con el propio feminismo.
A ciertos problemas sociales que
se imbricaban de inmediato con tantos otros se omitían por no afectar a
mujeres, los huecos argumentativos ante ciertos problemas en torno a la
relación sexo-genero, transgenro-transexual, etc. no se comentaron al igual que
se omitió una tradición marxista. Las generalizaciones y la vaguedad dominaron,
hasta surgir la estrella de la retórica desde tiempos de Aristóteles: el πάθος (pathos).
La acusación personal ante lo
intelectual. ¿Por qué se tenía antes en cuenta mi sexo o mi orientación sexual
antes que mi planteamiento de los hechos, datos e ideas?
|
Esto se debe muchas cuestiones,
pero ante todo sociales.
Así pues, como sucede con las
leyes de acero de Michels en política, los movimientos sociales también tienden
a jerarquizarse y enfrentarse en su seno y contra otros. ¿A caso alguien puede
negar que frente al marxismo sea el feminismo el que se erige a día de hoy como
potencial fuente ideológica de cambio entre los jóvenes, y otros no tan
jóvenes? ¿Acaso se puede negar que el fracaso del Marxismo político sea lo que
explica que los partidos de “izquierda” se preocupen por ser antes feministas
que marxistas? ¿A caso no es el éxito en la cultura[2]
de los 60 estadounidense la que sostiene a día de hoy la lucha social?
Lo que unió a la generación de la década
de 1960 no fue el interés de todos, sino las necesidades y los derechos de cada
uno. […] No es de extrañar
que condujera a la afirmación general de que <<lo privado[3]
es político>>.
(Judt,
2016, 96-97)
Por no olvidar que estos mismos
jóvenes serían los que botarían a M. Thatcher unos años más tarde, la misma
Margaret Thatcher que puso sobre la mesa la cuestión del “calentamiento global”
facilitando un cambio en el sector energético que restara poder social a los
mineros (Madrid, 2010). Sea acaso casualidad que Greta Thunberg es mujer y
ecologista (al igual que caucásica, de clase media, europea, occidental y
tantos otros factores).
Así pues ante un desarrollo histórico
las circunstancias materiales que permiten el mejor o peor desarrollo de
ciertas ideologías también hacen estas nuevas ideas ocupen las mismas
posicionas oscurantistas que las antecedieron. Un caso fundamental es el de las
ciencias y su presente posición de fuente de todo saber que ocupa a nivel social.
Así pues podemos ver que algunos creen que con la ciencia mueren áreas del
saber cómo la filosofía (el caso de Stephen Hawking) creyendo que por la
química (el “todo es química!”
de Severo Ochoa) o la matemática se puede resolver un golpe de estado o el tráfico
ilegal de personas. De igual modo no es de extrañar que ante “la muerte de
Dios” nos encontremos con nuevas religiosidades que conducen a absurdos como el
destino, la suerte o los chakaras. Sin embargo estas mismas ideas que habían
sido desmovilizadas por la teología cristiana han vuelto a tener gran fuerza en
nuestra sociedad (Carmelitas, 2014; Bueno, 2007). Mismamente en la antropología
no se podría decir lo contrario de la cultura,
palabra que nadie sabe definir con precisión pero que se ha constituido en el mayor
mito de nuestra sociedad junto a la ciencia
(Bueno, 2016).
Así mismo sucedió a la mujer ante
conceptos como feminidad o naturaleza, absolutos que justificaban desde
la elección del nombre hasta el código penal. En la actualidad podemos asistir
a lo mismo ante el concepto de feminismo: ¿Acaso no es paradójico que en España
a excepción de VOX (de forma reaccionaria) y el PCTE (que mantiene la línea marxista frente al
feminismo burgués[4]),
todos los partidos sean feministas?[5]
Esto hace que ante la hegemonía
nuevos problemas se alcen ante nosotros; la sociedad.
Como advertía Pol Willis (2000 [1997]) al concluir su célebre Aprendiendo a trabajar:
[…]Cualquier tipo de
cambio o modificación educacional encontrará sus propias formas no
intencionadas, contradictorias e invisibles de reproducción en complejos
vínculos con las culturas de clase y los requisitos objetivos del sistema
exterior. […].
[…] Debemos preguntarnos de qué forma, para quien, en qué dirección y a través de qué círculos de involuntariedad, y con qué consecuencias reproductivas opera el sistema social en general, se hacen los avances particulares.
[…] Debemos preguntarnos de qué forma, para quien, en qué dirección y a través de qué círculos de involuntariedad, y con qué consecuencias reproductivas opera el sistema social en general, se hacen los avances particulares.
(p. 227)
ARTUR LLINARES PACIA
Bibliografía:
BUENO,
Gustavo (2007). La fe del ateo.
España: Temas de Hoy.
(2016). El mito de la curta. España: Pentalfa
BUGALLAL, Isabel (2009). “Sofía Casanova no interesa a
nadie, no da juego”. En: La Opinión a
Coruña. Disponible en-línea: <<https://www.laopinioncoruna.es/contraportada/2009/12/03/sofia-casanova-interesa-nadie-figura-da-juego/340031.html>>
CAMPBELL, Joseph (2016[1959]). Las máscaras de Dios.
Mitología primitiva. (Vol. I). Isabel Cardona (trad.). Girona: Ediciones
Atalanta.
Carmelitas Samaritanas
del Corazón de Jesús (2014). “¿Qué es la New Age?”. Ciclo de 16 conferencias:
1)
<<https://www.youtube.com/watch?v=DdD8l-aIFK8&t=1959s>>
2)
<<https://www.youtube.com/watch?v=CcKnBFfsjOo>>
3)
<<https://www.youtube.com/watch?v=bhjAKmA5Lh8>>
4)
<<https://www.youtube.com/watch?v=nW5XPmd-byk>>
5)
<<https://www.youtube.com/watch?v=frFX9Qr9hXo>>
6)
<<https://www.youtube.com/watch?v=ANZ2QrmHncE>>
7)
<<https://www.youtube.com/watch?v=hzC1WthFQ4I>>
8)
<<https://www.youtube.com/watch?v=_mHQRVaixWQ>>
9)
<<https://www.youtube.com/watch?v=rs3RgU0l04M>>
10)
<<https://www.youtube.com/watch?v=P_qI7lLZvIE>>
11)
<<https://www.youtube.com/watch?v=tGDdV5UtjGQ>>
12)
<<https://www.youtube.com/watch?v=w6hb7ucy_lo>>
13)
<<https://www.youtube.com/watch?v=zQN52deT01g>>
14)
<<https://www.youtube.com/watch?v=2OHq7CtotVY>>
15)
<<https://www.youtube.com/watch?v=WqOXnB5vOSw>>
16)
<<https://www.youtube.com/watch?v=ckVgaJgQXC4>>
CASANOVA, Sofía (1917). “La revolución maximalista”. En: ABC. 19/1/1918 Pp. 3-4. Disponible en la
hemeroteca de ABC: <<http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1918/01/19/003.html>>
CASTRO, Ernesto (2019). El
trap. Filosofía millennial para la crisis en España. España: errata
naturae.
JUDT, Tony (2016). Algo
va mal. España: Taurus.
KOLONTAI, Alexandra (2014 [1921]). Mujer, economía y sociedad. Argentina: Cienflores.
MADRID, Carlos (2010). “Filosofía, economía y Cambio
Climático: un mènage à trois muy productivo”. En: El catoblepas. Nº 98. Abril 2010. Disponible en linea: <<http://www.nodulo.org/ec/2010/n098p15.htm>>
MARTINEZ, Rosario (1996).
Sofía Casanova. Mito y literatura. UNED. Tesis doctoral.
SANTAMARTA, Javier (2018). Siempre estuvieron ellas. Galería histórica de hispanas memorables.
España: EDAF.
STOLKE,
Verena (2004). “La mujer es puro cuento: la cultura del
género”. Rev. Estud. Fem. [online].
vol.12, n.2, pp.77-105. Disponible en: <<http://www.scielo.br/pdf/ref/v12n2/23961.pdf>>
WILLIS, Paul (2000
[1977]). Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase obrera consiguen trabajos
de clase obrera. España: Siglo XXI.
[1]
Hay quien recriminaría que no es mucha la diferencia de 1959 a 1960, sin
embargo Campbell deja bien claro que el libro se había escrito en el transcurso
de algo más de una década atrás: “Cuando
echo la vista atrás, hacia los doce satisfactorios años dedicados a este empeño
[…], encuentro que su principal
resultado […] ha sido la
confirmación de una idea que he mantenido larga y confiadamente”.
CAMPBELL, Joseph. “Preámbulo. Conclusiones a la conclusión de Las máscaras
de Dios”. En: Op. Cit. Pp. 17-22.
[2]
El motivo por el cual uso el término
“cultural” es por la propia forma en la que EEUU institucionalizó la lucha ideológica
durante la guerra fría, mediante el “Congreso por la libertad cultura”, de cuyo
programa, por cierto, bebe mucho la ideología en la antropología contemporánea.
A este respecto véase el artículo que se le dedica en Filosofi.org y el libro
de la historiadora británica Frances Stonor Saunders (1999), La cia y la guerra fría cultural.
[3]
En esto se suma la concepción del
cuerpo como espacio apropiado, o reapropiado desde el individuo: “mi cuerpo es mío”
nos habla más de la capacidad de comerciar con el cuerpo, y por ende con uno
mismo, que la readaptación discursiva de los límites del sujeto (nunca agotable
en el individuo). A este respecto es un buen ejemplo grafico el trabajo de la
ilustradora Barbara Kruger (1945)
con carteles con mensajes del tipo “Money can buy your love” o “I shop
therefore I am”. Esto a su vez conecta con los tres grandes temas
del feminismo contemporáneo: aborto, prostitución y vientres de alquiler que
trataremos en el próximo trabajo.
[4]
Véase Kolontai, 2014. En especial la
conferencia titulada “El movimiento de las feministas y la importancia de las
trabajadoras en la lucha de clases” (pp. 141-166).
[5]
Esto hace más compleja la pánfila
idea de que el feminismo es de izquierdas mientras que para la derecha queda el
machismo. Esto a su vez parte de una distinción entre izquierda y derecha nada
definida que parte del célebre trabajo de Norberto Bobbio, cuya mayor critica
se encuentra en el mismo Lenin: “¿Libertad para qué?”
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