Poder, Territorio y Representación.


Empoderamiento, territorialidad y representatividad.
Tal vez la reformulación del título en términos que otorgan un carácter dinámico a estas tres ideas sea más apropiada.
“La isla de las flores” es un ironizante documental que trata de modo muy sucinto una cuestión mucho más amplia como es la segregación (social multimodal) de espacios y procesos a escala global y regional. Buena muestra de ello es que algunos de sus planteamientos ya han sido reorientados por debates más recientes (y otros no tan recientes) como es el caso del trueque como germen del intercambio (una suerte de Galbraith [El dinero] vs Polanyi [La gran transformación]).
Creo que una propuesta  más interesante de breve reflexión no es intentar solapar el título con el contenido del documental sino más bien mostrar cómo se desbordan mutuamente, por indefinidos.
Poder:
Asumimos en primer término que el poder es “la capacidad de intervenir sobre otros individuos de forma individual y/o colectiva, de forma directa o indirecta”. Pero lo más interesante es reorientar este planteamiento a la idea de Libertad, la cual reclama el documental hacia su fin. Así pues podemos entender al libertad como el consenso social que permite la ejecución del poder.
Es importante entender entonces que, como de modo difuso puede llegar a señalar el documental, no es lo mismo la libertad para poder tirar una manzana en mitad de la calle que hacerlo en una papelera. Así pues, por civismo, consenso social, se tira a la papelera y entra en todo un sistema de procesamiento de esa pieza de fruta, junto a muchos otros elementos.
Este proceso tiene múltiples fases y múltiples sujetos que ayudan a desarrollarlo. Con mayor o menor libertad pero siendo una eslabón más en un proceso mayor.
¿Pero este proceso se puede redefinir? Eh aquí los deseos finales del documentalista, como, en el fondo, los que ya se planteaban de antemano; este documental no está hecho para informar sin más.
Territorio:
El espacio de producción es global. Un japonés produce tomates (fruto importado a Europa  [donde vemos el documental mediante una plataforma estadounidense] de América durante la colonización) que consume una familia brasileña y que desecha alguno que otro por su mal aspecto. Los desechos se trasladan donde no se puedan ver. De forma higiénica.
El esquema del documental es muy concreto; un cono acotado invertido. Muestra un proceso global y sus efectos concretos sobre un grupo de personas a nivel local.
Parece ser que la cuestión territorial no tiene aquí mucha importancia, y, ciertamente, en términos políticos no se hace explicita gran cosa. Un aspecto interesante hubiera sido la contienda entre indígenas y estados por la posesión de la tierra y su explotación, que lleva a enfrentamientos con  muertos por en medio:

Ilustración 1: América Latina: conflictos relacionados con proyectos extractivos en el sector de la minería y los hidrocarburos en territorios habitados por pueblos indígenas, 2010-2013. (NN.UU., 2014, 138)[1].
Sin embargo se opta por algo mucho más sencillo como es el resultado a pequeña escala de la propiedad y del nivel de subsistencia de aquellos que se han visto expulsados de la posesión. Un sistema de libertad donde en tanto que se es libre para amasar fortuna se es libre para morirse de hambre, como diría algún marxista si no es que el propio Marx.
Así pues la cuestión sería hasta qué punto la palabra “Tierra” hace referencia a algo concreto. Siguiendo las líneas anteriores ¿La noción de “territorialidad” requiere del estado o se puede construir a sus espaldas?
¿Se habla aquí de territorio o de tierra? ¿Es o no lo mismo? En otra entrega lo sabremos, o no.
Representación:
Sobre esto ya habría que pasar a otro nivel.
Igual se hace sorna con la representación mediática. Esa reproducción del espectáculo de Debord. ¿Pero es lo fundamental? Podría aquí plantearse la cuestión de qué fue primero si los medios o lo mediatizado. Y la respuesta es escasa; ¿acaso no se escribía ya algo antes de llegar a la primera treintena del siglo pasado por parte del señor E. Bernays[2]?
Todo se nos complica y se nos hace bola con estas breves palabrejas. ¿Y si ahora pensamos en representatividad? ¿Hablamos de identidad? ¿La identidad era unidad no?
¿Esa unidad es dada por las ideas, las ideologías, las filosofías o las religiones?

Igual no podemos delimitar en tres palabras el documental de la Ilha das flores. Igual la ilha das flores solo es un síntoma y no el hecho en sí, recuerdo que Ubaldo Martínez Veiga[3] ya intentó algo por el estilo sobre el Ejido, pero no se fraguo nada al final; incluso la ATIME ya ha desaparecido a día de hoy. Igual tres páginas son suficientes para hablar del espíritu, del pueblo, de la lucha, de la injusticia; pero todo en minúsculas. Todo idealizado:
[…]Cualquier tipo de cambio o modificación educacional encontrará sus propias formas no intencionadas, contradictorias e invisibles de reproducción en complejos vínculos con las culturas de clase y los requisitos objetivos del sistema exterior. […].
[…] Debemos preguntarnos de qué forma, para quien, en qué dirección y a través de qué círculos de involuntariedad, y con qué consecuencias reproductivas opera el sistema social en general, se hacen los avances particulares.
Paul Willis ([1977]2000, 277)[4]


ARTUR LLIANRES PACIA



[1] NN.UU. (2014). Los pueblos indígenas en América Latina. Avances en el último decenio y retos pendientes para la garantía de sus derechos.  Disponible en: <<https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37222/S1420521_es.pdf>>.
[2] BERNAYS, Edward ([1920]2010). Propaganda. España: Melusina.
[3] MARTINEZ VEIGA, Ubaldo (2001). “El Ejido, un experimento del capitalismo moderno”. En: MORENO, Paz (2011). Entre las gracias y el molino satánico. Pp. 339-343.
[4] WILLIS, Paul ([1977]2000). Aprendido a trabajar. Cómo los chicos de clase obrera consiguen trabajos de clase obrera. Madrid: akal.

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