Empoderamiento, territorialidad y repsentatividad.



Hace unos meses emprendía unas líneas (Llinares, 2019) para reformular una proposición de trabajo. “Territorio, poder y representación”. El resultado fue el presente título.

Mediante los tres conceptos que encabezan este trabajo vamos a intentar dar una mayor profundidad al documental “La ilha das flores” (1989). No quepa duda que de fondo permanece aquel “Pensar es pensar contra alguien” de Aristóteles o los modos más bruscos de Mateo de declararse en guerra con el mundo[1], bastante antes de que lo hiciera Nietzsche[2].

Empoderamiento

Tal y como ya plantee la cuestión del poder es fluida y variable, en especial si relacionamos este con la libertad.
A mi entender el breve documental atiende a tres dimensiones del poder; la Economía, la Soberanía y la Nuda Vida. Así pues nos encontramos con un elemento común ente presentado como “ingrávido” (Bauman, 2000) como es el mercado, por otro lado en las relaciones internacionales y finalmente los individuos o colectivos de estos.
Atendiendo a la economía nos encontramos con relaciones locales   y globales en un constante fluir de bienes y servicios. El problema se acentúa al tratar a ciertas personas como objetos, o, cuanto menos, inferiores a los animales; negándoles su “ser humano”.
Pero para aquellos que nos declaramos materialistas sabemos que las relaciones del Mercado no son autónomas, como yo sintetizo, desde el mí catolicismo: el reino de Dios no baja a la tierra, nosotros nos encaramos a él.
Así pues las relaciones de poder que se desarrollan desde la economía pueden ir cerrándose, ciertamente, en un campo concreto, con sus términos, herramientas de análisis, ámbitos de estudio e institucionalización. Pero pese a que pidamos cerrar un campo del conocimiento en la economía política, las relaciones reales desbordan tales limites; de ahí que requerimos varias ciencias para estudiar la sociedad, al igual que se da el surgimientos de nuevas disciplinas.[3] Para ser breve con la teoría, a petición explicita sintetizaré con una cita directa:
En la tabla puede verse cómo los sujetos [ sr. Suzuki, Dña. Anita, dueño de los cerdos, mujeres y niños pobres] dentro del campo económico [supermercado, vertedero], representados por los números 1, 2, 3, 4, ..., n, enclasados en las clases sociales o "clases de clases" sociales [campesino, ama de casa, mendigos, “espigadores”, amo de cerdos] también de consumidores [espigadores, ama de casa], productores [sr. Suzuki, propietario de los cerdos], A, B, etc., dentro del Estado [Brasil] E, se relacionan entre sí circularmente (relaciones de producción) a través de mercancías producidas y consumidas por ellos mismos [tomates, perfumes, cerdos] y representadas por las letras a, b, c, d, ..., m, agrupadas a su vez en clases de bienes [comestibles] I, II, etc., clasificación de las mercancías regida objetivamente por el Sistema Armonizado de Designación y Codificación de Mercancías regido y establecido por la Organización Mundial de Aduanas desde la década de 1980 y seguida por cerca de 190 Estados en el Mundo. Este conjunto de mercancías clasificadas representan la riqueza del Estado E, el PIB y el PNB, representada por la letra R, todo ello motor productivo de la sociedad política, las fuerzas de producción. El dinero D sirve como bien, como institución que permite la circularidad de estas relaciones oscilantes entre la oferta y la demanda que dentro del campo económico permite el intercambio de mercancías siempre que éstas puedan, por motivos histórico-sociológicos, puedan hacerse equivalentes a otras mercancías[4] (Bueno 1972, 51). Las fuerzas productivas permiten las relaciones de producción, y al mismo tiempo forman parte de ellas mismas ya que las mercancías que permiten la producción de otras mercancías también son productos históricos cuya existencia influye en el comportamiento de sujetos económicos incluso independientemente de la voluntad de estos [la propia ropa que llevan los sujetos].
Aquí pues vemos una relación económica perfectamente relacionada con una teoría económica, y representada mediante la Tabla 1. Hay quien podría advertir a todo esto que el trabajo del “espigador” se encuentra en una encrucijada en cuanto a la delimitación de su reconocimiento social. A esto el propio Armesilla (2015), escribió una reseña sobre el libro Delincuencia, fianzas y globalización (Armando Fernández Steinko (ed.), 2013), concluyendo lo siguiente, que nos puede servir, ante la brevedad del presente texto, de respuesta a tales reclamaciones;
La composibilidad de factores en el campo económico, incluida la composibilidad con mano de obre, empresas y mercancías ilegales y alegales, no sería posible desconectada de la razón económica y, por tanto, no sería posible sin la dialéctica de clases y Estados.

Tabla 1. Tabla de categorías de la Economía Política (Bueno, 1972: 47). En: Armesilla, 2016.



Es justamente esta incrustación en el sistema lo que nos acerca a la figura de la Nuda Vida, aquella vida cuyo valor reside en su posible eliminación. Esto da buena muestra de la incorporación de toda categoría social en un espacio antropológico “pleno”, donde las relaciones entre las propias personas, entre hombres y númenes (el mercado, el valor, la estética) y, finalmente, la relación del hombre con su ecosistema (Bueno, 1997, 89-114) aguardan en su seno la explicación del proceder mismo de la vida.

Esto último nos lleva a una cuestión fundamental como es la Soberanía. Este es un concepto con sus luces y sus sombras y ampliamente disputado. En ello un análisis pormenorizados y sistematizados resultarían de gran ayuda (Guerrero, 2008; Castro, 2019); pero debido a las limitaciones ya mencionadas nos veremos obligados a un planteamiento general y uno concreto:
1.       La posición que tomo con respecto a este término no es especialmente innovadora, autores como el padre Feijoo o M. José de Larra ya lo plantearon, con respecto a este último recupero una cita que le toma Atilana Guerrero en su artículo (ídem.):
En primer lugar, que el público es el pretexto, el tapador de los fines prácticos de cada uno. […]
Y en segundo lugar, concluyo: que no existe un público único, invariable, juez imparcial, como se pretende; que cada clase de la sociedad tiene su público particular, de cuyos rasgos ya caracteres diversos y aun heterogéneos se compone la fisionomía monstruosa de lo que llamamos público.
En este sentido me desmarco de Bueno por ser excesivamente tajante en ciertos aspectos (nación y pueblo) y derivar su análisis en una aparente politización de la filosofía[5] que nos seria problemática de desarrollar debido a mi propia ignorancia sobre parte de su obra.
2.       Si me acojo a un marco tan amplio se debe aquel giro que denunciaba Tonny Jud (2010) que se da  a partir de la década de 1960 y que hace “de lo privado algo político”. Esto hace que la idea de soberanía que podemos tratar en términos políticos amplios como cuestiones relativas al estado, a la nación o a la patria se empiecen a encontrar en las propias personas; con todo esto encontramos el desarrollo de propuestas que consideran el cuerpo como espacio de acción, citando a Sennett (2019, 34-35):
Plenitud, unidad, coherencia: éstas son las palabras clave en el vocabulario del poder. Nuestra civilización ha combatido este lenguaje de dominación mediante una imagen más sagrada del cuerpo, una imagen sagrada en la que el cuerpo aparece en guerra consigo mismo, como una fuente de sufrimiento e infelicidad[6]. Quienes pueden reconocer esta disonancia e incoherencia en sí mismos comprenden, más que dominan, el mundo en que viven. Ésta es la promesa sagrada en nuestra cultura.

Desarrollar esto demográfica o críticamente sería excesivamente extenso, pero nos permite situarnos en el enfoque adecuado para dar paso al segundo apartado.

Territorialidad

Hablar del espacio en el que se desarrolla la acción de la Ilha das flores es muy elaborado, pues nos movemos con referentes territoriales, cronológicos y personales.
Como ya hemos advertido antes la idea de la Nuda Vida de Agamben, religada con las ideas de Foucault sobre el biopoder nos llevan a una curiosa dicotomía entre cuerpo y alma: cuerpos racializados, cuerpos sexualizados, cuerpos migrados, etc. Esta falsa dictioma es una de las más evidentes en la percepción psicológica, sociológico y antropológica del Hombre moderno. Pero aun siendo falsa, es el marco de referencia en torno al cual se han articulado buena parte de las reivindicaciones sociales (LGTBI, raza, género, feminismo, etc.) y que encuentra su cenit, teórico, en el llamado Giro afectivo (Castro, 2019b).
De todos modos si aplicamos esto al caso etnográfico nos encontramos con individuos cuya inmersión institucional implica su condena al desplazamiento representativo. Este hilo lo seguiremos en un tercer y último apartado.
El tiempo, como lo advertía N. Elias (2013, 40):
Es […] una síntesis simbólica de alto nivel con cuyo auxilio pueden relacionarse posiciones en la sucesión de fenómenos físicos naturales, del acontecer social y de la vida individual.
Esto nos permite dar cuenta del ritmo que se marca, intencionada e inteligentemente por parte del director, de los procesos de consumo, o producción, transporte, etc. Así pues el tiempo como institución se comporta de modo diferente para el sr. Suzuki al momento de plantar sus tomateras, cuidar de ellas y recolectar sus frutos, con respecto a los tiempos que emplea el criador de puercos o, incluso, el ritmo al cual se adaptan las mujeres y los niños pobres de la Ilha das flores ante el vertedero para hacer de espigadores.
En esta sucesión de acciones nos encontramos con que la escala del “espacio” varía con un hilo conductor[7] de la producción y consumo de unos tomates.
El tiempo de los espigadores regulará su alimentación, ya si mismo al crianza y reproducción e las familias. Todos ellos incrustados en un sistema económico global que reproducirá patrones diferentes en sus correspondientes escalas y espacios; recordando, eso sí, que cuando hablamos de espacios nos referimos a algo tan sencillo como que, el tiempo no es lo mismo para el espigador que para el señor Suzuki, el tiempo tampoco lo es ni su noción de territorio.
En este último aspecto es importante acentuar que el territorio será diferente no únicamente en una burda descripción geológica u orográfica, nos referimos al acceso de la tierra, haciéndose esto notar cuando el porquero adquiere su parcela en la Ilha das flores para sus gorrinos.

Polany ([1947]2011) Advierte en La Gran transformación que la consideración de mercancía del trabajo, la tierra y el dinero van ser factores determinantes para comprender los cambios que se producen en los sociedades modernas y que forjan la contemporaneidad. Y es que el factor de la mercancía toma aquí un papel protagónico; qué puede ser una mercancía. Los cerdos pueden ser claras mercancía, la tierra, os tomates, etc. Pero qué sucede exactamente con las personas? Es lo que se llamaría, sin atajos, esclavitud, a la consideración de las personas como meros cuerpos posibles o desposeibles. En el documental los espigadores no alcanzan una categoría de esclavitud debido a que no se les declara una propiedad, algo que en la contemporaneidad parece reclamarse mucho [“mi cuerpo es mío”], pero vemos que son peores que aquellos objetos vivos que si se poseen:
[…] puede decirse que la propiedad no es más que un instrumento de la existencia, la riqueza una porción de instrumentos, y el esclavo una propiedad viva; sólo que el operario, en tanto que instrumento, es el primero de todos.
Esto lo dice Aristóteles en su libro primero de la Política, en el capítulo titulado “De la esclavitud”. Lo paradójico que es que los espigadores de la isla no son ni esclavos ni operarios en los términos que describe Aristóteles, por lo cual pueden, en cierto modo, culminar la ilusión capitalista: no están bajo el amparo de nadie, así que son libres; libres para morirse de hambre.

Y es en esta orientación donde nos interesa recordar la relación del individuo con sus instituciones.

Es mediante este proceso, en apariencia lógico donde toma sentido la expresión de “cuerpo institucionalizado” mediante capitales simbólicos y/o culturales como el mismo tiempo. A esto cabe advertir que termina por adquirir, en el pensamiento no académico, unas connotaciones próximas a la idea de la Gracia de Dios[8], con una dicotomía cuerpo alma: acaso no hay tanta distancia intelectual entre Santo Tomás y Bourdieu.

Representatividad

Retomando la frase suelta del anterior apartado, hemos de advertir que se produce un desplazamiento institucional, aquellos “sin historia”, ya sean pueblos o personas individuales sin voz. A esto responden estudios sobre la desigualdad, y a la etnografía se ha planteado como una herramienta útil para dar cuerpo a esas personas cuya situación social estructura un devenir poco agraciado por la cultura.
Aun así el problema persiste en que no se puede dar voz a los individuos y es por ello que se ha procedido a un estudio gremializado de los colectivos, al igual que al exigencia de derechos se reconoce en base a una suerte de facciones, los cuales, evidentemente se pueden ir sumando como los hashtags que describen una cuenta de Instagram: son los dones de la venencia social. Esto ha llevado a un desdibujamiento muy complejo en los movimientos reivindicativos de lo cual dan buena muestra la crisis política actual e intelectual.
Así pues, desplazando el trabajo etnográfico a un tiempo efectivo como es el presente: ¿Quién o quiénes de los que aparecen en el documental habrán votado a J. Bolsonaro?
Como he intentado demostrar mediante estos dos trabajos, las islas del Poder, el Territorio y la Representación exigen un análisis dinámico y en especial que no hagan de estos esqueletos polvorientos. Como muy bien señalaba Benedicto XVI:
Los Padres hablan de los hombres y para los hombres de su tiempo. Pero lo que dicen nos atañe de modo nuevo también a los hombres modernos
(Benedicto XVI, 2008, p. 45)
Y podemos sustituir la palabra “padres” por muchos otros elementos. La Ilha das flores, su análisis no tiene ningún significado sino se encuadrar en el presente de Brasil, en unas relaciones globales latentes y efectivas y que no funcionan al margen de los cuerpos, sino que los integran y a su vez estos mismos los reproducen.

Bibliografía:

ARMESILLA, Santiago (2015). “Capitalismo, crimen organizado y transformación política y social”. En: Crónica Popular. Semanario digital.
(2016). “Ciencia y razón en la economía política desde la teoría del cierre categorial. Los conceptos de composibilidad y rotación recurrente”. En: Nómadas. Revista Critica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Nº 47.
BARFIELD, Tomas (ed.) (2001). Diccionario de Antropología. España: bellaterra.
BAUMAN, Zygmunt (2000). La globalización. Consecuencias humanas. México: FCE.
BENEDICTO XVI, Su Santidad (2008). “El mundo tiene necesidad de Dios”. En: AA.VV. Dios salve la razón. España: Encuentro. Pp. 43-49.
BOURDIEU, Pierre (2011). Las estrategias de la reproducción social. España: siglo veintiuno.
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(2019b): ¿Qué es el giro afectivo?. Conferencia pronunciada en la Facultad de Bellas artes de la Universidad Complutense de Madrid. Disponible en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=RY24m9PwL18
ELIAS, Norbert (2013). Sobre el tiempo. México: FCE.
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JUDT, Tony (2016). Algo va mal. España: Taurus.
KUPER,  (2001). Cultura. La versión de los antropólogos. España: Paidós.
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SENNETT, Richard (2019). Carne y piedra. El cuerpo y al ciudad en al civilización occidental. España. Alianza.
STOCKING, George W. (coord.) (1983). History of anthropology. 7 Vols. EE.UU.: University of Wiskonsin Press.

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ARTUR LLINARES PACIA



[1] No tenéis que pensar que yo haya venido a traer paz a la tierra: no he venido a traer paz sino la guerra; pues he venido a separar al hijo de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de sus suegra; y los enemigos del hombre serán las personas de su misma casa.
(Mateo, X; 34-36)
[2] Qué me importa el resto? –El resto no es más que la humanidad-. Hay que superar a la humanidad en fortaleza, en altura de alma –en desprecio…
(Nietzsche, ….,….)
[3] Un buen ejemplo es la propia antropología. Siendo una materia institucionalizada en el siglo XIX en el mundo anglosajón, pero ya practicada de forma embrionaria por Bernardino de Sagunto (Curioso que se empiece por Montaigne (Harris, 1985)). De igual modo esto se deberá a la aparición del pensamiento antropológico; que analiza al hombre moderno a partir del siglo XVI. Esta tesis de Bueno (1976) y planteada más accesiblemente por Elena Ronzón (2015) se opone a Foucault y, en cierto gran grado obliga a replantear a Agamben, entre otros.
[4] Esto permite entender que cuando se habla de Dinero (D), no hablamos de Dólares, Euros o Rupias necesariamente. Lo cual no descuadraría con las investigaciones de la antropología económica al momento de estudiar ciertas formas de cambio como puedan ser el kulah con sus collares (soulava) y pulseras (mwali) o el uso del cauri, superando así los problemas planteados por parte de buen numero antropólogos (Moreno, 2011, 331).
[5] En este sentido no se trata de sojuzgarlo, pues no existe acaso autor alguno que no caiga en estos errores, empezando por el mismo Paltón y su rey filósofo. De igual modo, dentro de las referencias de esta asignatura, Schmitt parece ser más conocido por su implicación en el nacismo que por su obra jurídica.
[6] Podemos entender, a modo de comentario, que Sennett hace una sutil referencia a la idea de Hegel de que los retratos del Cristo crucificado son el inicio de una tradición de representación del dolor en el arte occidental.
[7] Este puede variar a voluntad del autor, e incluso en el propio documental se insertan otros aspectos como la categoría de “lo humano” que es una constante para dar un fondo critico social.
[8] Explica Elena Ronzón (ídem.) que el concepto de la Gracia de Dios es usado por el padre, para expresar la diferencia que existe entre hombres y animales. Esto formaría parte del proceso de constitución del hombre moderno, es talvez por ello que los autores llamado posmodernos sean más modernos de lo que aparenten; llevando acaso resonancias de la expresión de algunos eslóganes de “I can’t belive I still have too…”o “a estas alturas del siglo XXI…”.

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