Los calcetines de Trudeau



Pantallazo recortado de un insta-story de la cuenta del primer ministro de Candá.


*

Las togas eran blancas con una cenefa púrpura añadida para aquellos que ostentaban cargos públicos. De hecho, la palabra moderna de <<candidato>> deriva del latín candidatus, que significa <<blanqueado>> y hace referencia a las togas blanqueadas que llevaban los romanos durante las campañas electorales para impresionar a los votantes.

(M. Beard, 2016; 32)

Planteamiento:[1]

Trudeau ha sido la imagen de Canadá desde que en 2015 accedió al puesto de Primer Ministro de este estado.
La política de Trudeau se adscribe a un nuevo Modo de hacer política: el candidato marca (Zamora, 2009; Marland, 2016; ídem, 2018) adscrito a un nuevo Tipo de política; la política de la personalidad (Castells, 2009).
Me parece este un caso paradigmático de la alteridad pues demuestra la flaqueza principal de este planteamiento binario unidireccional: da por sentado que una de las dos partes es pasiva en el proceso de representación.
Si cogemos el caso de la presente islamofilia (Prado, 2010; Perednik, 2004; Ídem, 2012; Ídem, prim. 2017; ídem, inv. 2017; Zizek,  2018; Gouguenheim, 2009; Campbell, 2018a; ídem, 2018b; Scabino, 2018; Jahanbegloo, 2012; Fernández, 2002[2]) en multitud de ocasiones se centran en casos de movimientos extremistas que optan por la islamofobia para terminar defendiendo discursos donde se ven en la obligación moral[3] de defender el Islam. Otro buen caso es el de la historia de España y el surgimiento del indigenismo (Martínez, 2018; Veisaga, 2017) que puede alinearse con otros movimientos de carácter regionalista en la península (galleguismo, catalanismo, vasco-cantabrismo, etc.). En respuesta a esto ya emergieron desde el s. XVIII respuestas a aquello que planteaban con desdén la pregunta de ¿Qué ha hecho España por el mundo?[4] (de Cavanilles, 1784; Altamira, [1901]1997; ídem, 1908; ídem, 1913; Pereyra, 1945; ídem, 1920; Méndez y Pelayo, [1882] 2003), y se desarrolló por Emilia Pardo Bazán el concepto de “leyenda negra”. Este es un concepto con mucho interés y con mucho sentido dentro de estudios centrados como los que ha realizado Joseph Pérez (2017) donde se entrecruzan gran cantidad de datos y fuentes para replantear acusaciones como las de Montaigne en su famoso pasaje de “Los caníbales” o la obra de Theodor de Bry (A. Bueno, 2010). La cuestión, sin embargo toma otro cauce cuando se pretende defender que el Imperio Español no cometió ninguna falta, llegando a decir Mª Elvira Roca Barea (2017) que apenas hubieron incidentes durante el gobierno de España en Hispanoamérica. Así pues el análisis dualista que ha interesado a tantos, mucho se han enriquecido los discursos de-coloniales de esta imagen (Dussel, 2015; ídem, 1966; ídem, 1973; Haya, 2018) al igual que a defensores de la reconstrucción de “el imperio”, ha producido una amplísima bibliografía pero de igual modo una distorsión interesada y a la vez involuntaria sobre la cuestión. Después de más de 200 años de disputas obras como la de Éric Taladoire (2017) parecen demostrar que las aguas vuelven a su cauce y ya no se intenta a la desesperada pedir perdón ni exigir disculpas.
El problema de lo planteado es que es la dinámica general a la que se somete cualquier tema bajo la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel, heredada por Marx, por Simone de Beauvoir, y tantos otros. La retórica de la víctima y el victimario fue rota, como un hito poco destacado, por William E. B. Du Bois. Si bien él plantea esta forma de análisis[5] en su obra Black reconsturuction in America (1935), su estudio sobre los negros en Filadelfia (The Philadelfia Negro, 1899) le permitió comprender que las dinámicas de el que excluye y el que es excluido no son tan simples, como reconocería en su autobiografía (The Autobiography of W. E. B. Du Bois, 1968).[6] [7]

El caso:

A todo esto; ¿qué sucede con la representación de la clase política?
Normalmente tendemos a percibir la clase política como los malos de la película. Son los culpables de los males que nos azotan, y sus triunfos no son más que meras migas de pan para unos espectadores famélicos. Así pues, si el análisis tradicional tuviera que ser:
*       Clase Política à Sociedad
O bien,
*       Sociedad à Clase Política
Quisiera replantear este esquema advirtiendo que las noticias que aquí se presentan no son nada más y nada menos que el triunfo de las propias campañas de marketing realizadas por los propios políticos para que la percepción de la “alteridad” sea acorde a su voluntad. A todo esto ya llevaremos a cabo reflexiones al final de este breve ensayo.
Fernando Álvarez Siman (2015) dedicó unas laudatorias líneas a Justin Trudeau cuando este fue elegido como Primer Ministro de Candá. El artículo se puede dividir en cuatro secciones:
1ª: Se hace una introducción del personaje con especial hincapié en la alusión a su padre y madre. Cabe destacar que el padre de Justin Trudeau, Pierre E. Trudeau, fue Primer Ministro entre 1968-1984 con una reelección. Así pues, como indica Alex Marland (2016), la marca política de su padre es algo que debe tener muy en cuenta, e inclusive es un elemento favorable en su introducción al mundo político. Pese a esto debe gestionar su imagen de forma que se diferencie de su padre en tanto que genere una identidad propia y en tanto que no se le considere un plagio de su progenitor. El mejor ejemplo es el uso de una rosa en la solapa de las americanas de su padre; a él este símbolo le está restringido para escasísimas ocasiones (recientemente para la conmemoración del centenario del final de la Gran guerra).
2ª: Plantea sus ideas políticas; es un liberal que, a diferencia de su padre[8], plantea recuperar el estado de bienestar con mayores inversiones en el sector público al igual que desregularizar ciertos ámbitos de la vida ciudadana como el cannabis, una de sus más vistosas reformas. El respeto al medio ambiente es otro de sus puntos fuertes[9], especialmente contra de la minería. En cuanto a la problemática del Quebec, atajó por la propuesta del federalismo y la defensa de una sociedad bilingüe. Esta última reforma es la que muestra con mayor exactitud la política de Trudeau de “no molestar demasiado” a nadie, a priori. El federalismo si no está cubierto de multitud de capas de nacionalismo puede ser un fracaso como en el caso del regionalismo español que, como ya advirtió E. Pardo Bazán en su momento, puede ser el germen de la disolución territorial y política de un estado. Es por esto que advierto que esta política es una mera apariencia. Vemos que Trudeau ha respetado la identificación del Quebec, pero ha reavivado la fuerza del patriotismo canadiense, como ya hiciera su padre, y ha procurado un uso más amplio del francés:
-          La revitalización del nacionalismo canadiense ha ido bien acompañado de  varias cuestiones. Una es la buena imagen que ya tiene Canadá de por sí a nivel internacional. Otro aspecto es la proyección internacional que tiene con personajes del espectáculo como Celin Dion, en su momento, y, ya de forma mucho más masiva, Justin Bieber[10] y Shawn Mendes. Finalmente el hecho de tener a Trump como vecino rabioso hace que cualquiera que sea la posición que tome, siempre sea más suave que la de su vecino, la 1ª potencia mundial[11]. Esto lo vemos reflejado en un par o tres de titulares.
o    El primero (Aniftos, 2018), destaca un tweet de Mendes agradeciendo al Primer Ministro su liderazgo en la causa por la igualdad de género en las escuelas. Aquí entra otra cuestión fundamental que es aquello que Castells (2009) llamó redes horizontales de comunicación multimodales. La información no es unidireccional sino multidireccional. Otro punto más donde empieza a quebrarse el análisis binario de la formación de identidades. Esto aún no se ha producido plenamente, pues Castells advierte mismamente que:
Incluso cuando se cita Internet como principal fuente de noticias, los sitios más visitados son los de los medios mayoritarios, siendo el sitio web de noticias de la BBC el más visitado del mundo, con más de 46 millones de visitantes al mes, un 60% de ellos fuera del reino Unido. Si excluimos Yahoo! News y Google News (que compilan pero no producen noticias), los otros sitios web de noticias más visitados son, en orden decreciente, CNN, New York Times, Weather.com, MSNBC y Reuters.
p. 264
o    En cuanto a la comparación con otros altos cargos cabe destacar que Trump le hace el trabajo sucio a Trudeau. Algunos titulares (Agencia AFP, 2018) destacan cómo Trudeau es capaz de lidiar hasta con aquellos personajes más tediosos del panorama internacional. Adjetivos como “manso y suave” le hacen un favor a Trudeau, quien recuerda que él lucha por la “defensa de los canadienses”, pero desde la elegancia política. Un discurso que se retroalimenta[12].
o    Las comparaciones no terminan aquí. También Pedro Sánchez, el otro político de cándida imagen, ha sido comparado con él. Eldiario.es lo ridiculizó cuando dedicó una noticia íntegramente a hablar de los calcetines de Trudeau, remarcando lo sobrio de los calcetines de Sánchez en comparación (eldairio.es, 2018). Si nos dirigimos a la sección de comentarios[13] nos vale rescatar el primero donde un tal pasajero320 dice: “Lo humaniza y un poco de excentricidad, en pequeñas dosis, me parece bien para un político. Identifica su etilo. Bien. El que lo copie, ya, mal”. En resumen aquí tenemos la alteridad de Trudeau, pero volveremos más adelante.
-          Podemos ver en sus redes sociales un uso cotidiano del francés, un símbolo de respeto para con los canadienses de habla francesa, en especial el Quebec. Pero esta estrategia va en dos líneas; la primera es hacer sentir a los separatistas más identificados en los mensajes de Trudeau, el segundo objetivo, más sutil, es normalizar el francés entre sus espectadores. Este 2º punto es fundamental, pues ¿qué independencia va a exigir un territorio sin ninguna característica diferenciadora? Liquidar la diferenciación lingüística es el mejor método de ir, paulatinamente, disolviendo ciertas aspiraciones. En España vemos que la administración del problema ha sido muy diferente; cuando estalló toda la cuestión secesionista se llegó a afirmar que a los niños catalanes había que “españolizarlos”. Esto se entiende muy bien desde un frio raciocinio, pues Trudeau es lo que en realidad ha hecho con sus secesionistas, “canadizarlos”. Pero los catalanes nos sentimos profundamente ofendidos, incluso los unionistas, pues se estaba tratando a los catalanes como gente rara y ajena. Esto fue un impulso para el separatismo y una puñalada para los constitucionalistas. La propuesta de erradicar el catalán agrada a muy pocos. ¿Pero y si cuando un catalán va por España no se tiene que ori eso de “no se os entiende”? Entonces se liquida un problema de forma silenciosa.
Trudeau no es estúpido ni generoso. Sabe que no existe paz sin victoria como diría Gustavo Bueno.
3ª: Destaca en este apartado las partes prácticas que aspira a cubrir Trudeau con su política;
ü  Mayor presencia internacional
ü  Comercio con China
ü  Legalizar la marihuana
ü  Respetar el feminismo
ü  Aumentar los impuestos a los más ricos
ü  Favorecer la exportación de petróleo a EE.UU.
ü  Invertir mas en gasto publico
ü  El medioambiente
ü  Los derechos de los pueblos nativos
4ª: Este último apartado es el más interesante de todos por plantear el surgimiento de “dinastías políticas”, algo que también menciona Marland (2016). Como ya hemos advertido anteriormente, esto es algo de lo que se beneficiaría Trudeau, pero que en realidad podría vincularse con la noción de las formas aristocráticas de gobierno (García, 2018; Michels [1911]2017), un tema que no trataremos por su gran extensión y densidad teórica y práctica.[14] Advierte, de igual modo, que Trudeau se plantea una política abierta respecto a los inmigrantes, algo que le ha dado muy buena imagen. Esto es un aspecto fundamental, la utilización de estos acontecimientos en algo positivo para sí mismo. La gente no vio con malos ojos las fotos de Trudeau con los refugiados sirios, pero no se puede decir los mismo de cuando Pablo Casado fue a Algeciras a “recibir” a los inmigrantes africanos. Esto demuestra, de igual modo, una gestión nefasta por parte de la política española. Lo mismo se puede decir de muchas otras instituciones como La Casa Real Española, con un despliegue en las redes sociales que da vergüenza en comparación con La Casa Real Británica. Finalmente, destaca Fernando Álvarez en su artículo, Trudeau dejará de apoyar a Israel en pro de una diplomacia más equitativa, algo que lo enemista con unos y lo alía con otros tantos. El discurso público sobre Israel es algo muy contradictorio y es por ello que se encuentran tantas voces disidentes como a  favor del horror palestino.

Un pequeño contra-caso:

¿Sólo se construye un discurso a favor del sr. Trudeau? Esto es imposible:
La personalización de la política tiene consecuencias extraordinarias en las tácticas electorales. Si la posibilidad de una opción política depende de las cualidades que se perciben de una persona, una campaña eficaz realza las cualidades del candidato y arroja sombras sobre el contrario.
(Castells, 2009, 317)
Evidentemente el Primer Ministro de Canadá no deja de tener enemigos. El mejor ejemplo de esto es el libro que se publicó con el título de The trurh about Trudeau (2014) de Bob Palmondo.  Esto no fue un ataque hacia su persona sino un ataque indirecto: iba dirigido a su venerado padre Pierre E. Trudeau. A esta obra se pueden encontrar como libros que re-ensalzan la obra de su padre el libro The batle of London (2014) de Frédéric Bastien. En cuanto a J. Trudeau su propia autobiografía Common Ground (2017) o su biografía “no-autorizada” Justin Trudeau: The Natural Heri (2016) de Huguette Young.
Pero estas obras son irrelevantes. Los libros se producen con  un espacio de tiempo tan dilatado que es muy fácil manipularlos, impedir su publicación, persuadir a los autores o desprestigiar a estos. Lo más curioso es la escasez de artículos criticando  a Trudeau, mejor dicho, criticando su política. Unos de los escasísimos periodistas que lo hacen son Jeffery Roger Webber y Todd Gordon (Mutti, 2016). Esta entrevista ya tiene unos años, por lo cual no sabemos cuánto ha cambiado el panorama en Canadá. Pero se advertía que Trudeau estaba manteniendo una “retórica vacía que funciona como una cubierta de relaciones públicas y nada más”. Creo que se pueden destacar, en síntesis, las siguientes declaraciones:
Un estudio encargado por una organización de la industria, Prospcter’s and Developer’s Association of Canda, concluyó que las compañías canadienses tienen el peor registro en términos de derechos humanos y medio ambiente entre todas las empresas del mudo y por un amplio margen.
De igual modo advertían que: “tiene la capacidad de promover agresivamente los intereses de las compañías de su país […] a través de medios diplomáticos, económicos y de seguridad”.
Existen críticas a Trudeau, a su política. Lo más curioso es, sin embargo, que aquello que ha afectado más a su persona no ha sido su política, sino un error de márquetin.
No longer a fresh face, in 2018 Trudeau and his family faced worldwide ridicule for wearing traditional Indian outfits in blatant photo ops, and his administration was criticized for inviting a Sikh extremist to an official function in New Delhi. One Canadian political talk show host argued that the “far-too-long tour of India by a prime minister looking for campaign-friendly photo-ops has become a cross between the Keystone Cops and Mr. Dressup.
(Marland, 2018)
Este artículo de Marland es la mejor fuente para suplir la falta de artículo con críticas directas a la política de Trudeau. Esto, creo yo, se debe a aquel antiguo dicho de “el fuego con fuego se combate”: así pues, “la imagen, con imágenes se combate”. Cuando un político enfoca su capacidad de ser elegido en base a su imagen debe comprometerse al cien por cien y no cometer ningún error. En España sucedió con el caso del Chalé de Pablo Iglesias, un político de “izquierdas” que criticó los caprichos de políticos de “derechas” y que después se compró un casoplón muy lejos de la capacidad económica de muchos de sus votantes.
Trudeau sigue los pasos de Obama o, incluso, de su padre Pierre. Marland (2018) nos da sustanciosos y actualizados datos:
an Angus Reid Institute survey found that more than half of Canadians believe that Trudeau’s fame is a net positive for Canada […]. However, the same poll found that just as many Canadians think that the Trudeau government places excessive attention on public relations and photo-ops, and that it is not getting things done. Further, the India trip was such a public relations disaster that it may mark the end of the prolonged Trudeau love-in. For the first time, a majority of Canadians disapproved of his performance as prime minister, a level of popularity worse than Harper’s at the same point in their tenures […].

Conclusiones:

Dicen Bauman y Raud:
La <<historia de la modernidad>> es también la historia de un <<cierto tipo de yo>>. Pero ¿qué tipo de yo? O más bien, ¿qué tipo de <<modalidad existencial>>? En mi opinión es esto último lo que ha cambiado radicalmente con el advenimiento de la modernidad.
(Bauman y Raud, 2015; en Rodríguez, 2017, 13)
A día de hoy nos cuesta saber cuándo terminó todo lo moderno. Aquel periodo aureolar donde sabíamos hacia donde nos dirigíamos. Francis Fukuyama propuso, en 1989, “The end of history” como el paradigma de partida a partir de la caída del comunismo. Pero ya hace tiempo que se vio que talvez esto fue exagerado. A fin de cuentas muchos autores ya vieron venir la caída de la URRS, un ejemplo de esto sería Cornelius Custodiadas (2005; 1976), uno de los grandes exponentes del socialismo europeo de la 2ª mitad del siglo XX.
Creo yo que lo que dejó más huella fue el ‘68. Hay posiciones muy encontradas al respecto. Hay quien considera mayo del 68 la muestra de una juventud rebosante de bienestar social y que había olvidado las necesidades de la guerra (Jutd, 2010; Ceserani y Federicis, 1988). Por otro lado están aquellos que comprenden esta revuelta resultado de una vida vacía. Aquel vacío de la vida cuotidiana que describió Guy Debort en el manifiesto más importante de los situacioncitas: La sociedad del espectáculo ([1967]2002). Talvez se nos haga más fácil de entender cuando empatizamos con las miradas vacías y los entornos sin vida de las obras de Laurie Lipton (1960).
En la sociedad del espectáculo, el espectáculo es el principio y el fin de la sociedad en sí mismo. Es el motivo por el cual funciona y aquello que produce. El resultado es una alienación social. Una insatisfacción que nos da la sensación de no estar viviendo:
la realidad surge del espectáculo, y el espectáculo es real
(Debort, 2002, 40)
Después del 68 todo parece moverse en una suerte de múltiples dimensiones donde las imágenes, los recursos, la historia, las historias, los grandes relatos, lo concreto y lo abstracto divagan. La ingravidez que Bauman ([1998]2001) describió lo invade todo, relativizándolo todo.
Tal vez es esto lo que percibe Javera Prades cuando advierte que a lo largo del siglo XX la razón ha sido despojada de sus atributos que la hacían casi sagrada. Como consecuencia:
Degradada de su condición divina, hoy es cada vez más habitual reducir la razón a un puro factum, a un dato neurobiológico, al modo de un sofisticado mecanismo cibernético, o considerarla como un puro hecho sociológico, resultado de la autorregulación impersonal de las estructuras sociales.
(Benedicto XVI, et. al, 2008;10)
¿No es acaso un planteamiento retorico donde uno es blanco porque no es negro y uno, a su vez, no es negro porque es blanco?
¿Una era donde no sabemos quiénes somos[15], cómo podemos saber quiénes son los que nos gobiernan?
¿Cómo es la política en la sociedad del espectáculo (Morueco, 2007)?
Esto es lo que he querido plantear en estas líneas. [16]
Hay quien podría pensar que todo está perdido, que puestos a vivir en esta misère tirar la casa por la venta. Creo que ya no estamos en los idílicos tiempos donde los generosos sociólogos como P. Bourdieu (1999) podían invadir nuestros corazones y razones por igual. Vivimos en una época de pasiones desbocadas pero que no sabemos cómo canalizar, creemos que vamos a organizar una revolución con cada paso, cada like, cada pancarta; pero al final todo se disuelve (Zizek, 2018).
Aun así nos queda una esperanza. En el caso de Trudeau y su imagen proyectada:
The old order still dominates world politics. No matter what socks Trudeau wears Canada is simply not the global player that some Canadians imagine.
(Marland, 2018)

 ARTUR LLINARES PACIA

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Post-Bibliografía:

Hay una obra que durante el trabajo no ha sido mencionada como debiera, pero ha sido de gran importancia. Robert Michels presentó en 1911 un trabajo titulado Los partidos políticos; Un estudio Sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna[17]. No he podido entrar en este tema pues ya son demasiadas las páginas que excedo en este trabajo de lo marcado. Pero creo que el actual panorama político en Europa y América tendría que hacernos replantear seriamente la crisis del estado, como diría Bauman, en que nos encontramos. Michels es el primero de una tradición, Schumpeter con su Capitalismo, socialismo y democracia siguió con estas críticas en 1950. Gustavo Bueno publicaba en 2004 su Panfleto contra la democracia realmente existente y, siguiendo en España, Antonio García-Trevijano publicaba en 2010 su Teoría pura de la República. En fechas más recientes, 2013, en la editorial Alianza aparecía Gobernar el vació: la banalización de la democracia occidental[18] de Peter Mair. En mayo de este mismo año en la editorial Deusto ha aparecido Contra la democracia de Jason Brennan.
Algo inquietante sucede a la democracia, ya sea desde los más radicales como Brennan o Michels hasta los más moderados como Bueno o Trevijano, hemos de reconocer que el ascenso de determinados partidos como el 5 Estelle en Italia o candidatos como J. Bolsonaro en Brasil nos alerta de que esta política de fachada se resquebraja. Parte del problema reside en los análisis cortos de miras como el de J. Norberg en Progreso (ed. Deusto, 2017), el aún más negligente, de I. Sánchez-Cuenca e I. Errejón en La superioridad moral de la izquierda[19] (ed. Lengua de trapo, 2018) o, el citado, Repensar la Democracia en el Contexto de la Postmodernidad de Miguel Morueco (2007).
De igual modo en el continente Americano el panorama `político amerita estudios sobre la cuestión. En Cambridge se han tomado esta tarea en serio mediante su serie Perspectives on Politics, presentando artículos con títulos tan sugerentes (para bien o para mal) como; “The Differential Effects of Economic Conditions and Racial Attitudes in the Election of Donald Trump”, "The Trump Presidency and American Democracy: A Historical and Comparative Analysis”, “A Trump Effect on the EU’s Popularity? The U.S. Presidential Election as a Natural Experiment”, entre otros. Todo ellos publicados en 2018 y disponibles en-linea.



*Es de absoluta necesidad leer todas las notas a pie de página.
[1] Las referencias dadas en este primer apartado deben servir de invitación al lector a prosperar en las propuestas que se plantean en los subsiguientes apartados. Si bien no son directamente vinculantes al caso de estudio de este trabajo, sí que sirven para aspirar a aplicar la misma crítica a otros dos sectores de fuerte controversia en la actualidad.
[2] El mejor planteamiento sobre la doble faceta de esta situación al encontramos en la siguiente descripción:
De cualquier forma, para amplias masas del mundo árabe musulmán, estas fuerzas del fanatismo e integrismo religioso, que llaman a la Guerra Santa, parecerían tanto el último recurso para prevenir la desaparición de la identidad islámica, supraestatal y supranacional (la Umma), contra las dinámicas de la secularización y modernización del capitalismo global, que conllevan además una expansión sin precedentes de la pobreza y exclusión, y, por consiguiente, de la desesperación; como una vía para volver a recuperar la total soberanía sobre los recursos de la región.
[3] Para estos usos de conceptos como la “memoria histórica” o la “identidad”, véase (Cruz, 2018).
[4] MASSON DE MORVILLIERS, Nicolás (1782). “Espagne”. En: Encyclopédie méthodique ou par ordre des matières. Géographie moderne. vol. I, París, Panckoucke. p. 565.
[5] De igual modo (Willis, [1977]2017) puede resultar de interés en esta misma línea.
[6] Este punto puede ser muy controvertido. Pero es una tesis que heredo de un profesor y creo que, si bien puede requerir más explicaciones, es válida.
[7] Para ampliar esta visión propongo la lectura de Etnología y Utopía de Gustavo Bueno ([1971]1987). De igual modo la obra de N. Elías quiebra con las propuestas unidimensionales de clásicos estudios sociológicos (Urteaga, 2013). Para ver un estudio conjugado de ambos autores véase la Tesis Doctoral del sr. Fernando Muñoz (2004) con una potente propuesta de trabajo, cabe destacar que le hubiera podido ser de ayuda la obra que he referido anteriormente de Bueno.
En este trabajo debe notarse la ausencia de Foucault pues considero más completas las propuestas de Elías, si bien, debo reconocer, que las de este último las conozco en mayor profundidad. Para una disputa entre Elías y Foucault véase (Guerra, 1999).
[8] Englobado en las reformas neoliberales de los años 70 con M. Thatcher y R. Reagan a la cabeza. T. Judt hizo un ensayo tratando esta cuestión de forma breve y concisa en Algo va mal ([2010] 2016).
[9] En Comunicación y poder, M. Castells (2009; 412) nos muestra una tabla donde se aprecia la importancia para los canadienses sobre el asunto y el papel crítico que toma el hombre en esto. Castells advierte en la p. 417:
En otras palabras, los medios son esenciales en el proceso de concienciación y una serie de periodistas se han involucrado, profesional e ideológicamente, en el proyecto de despertar la conciencia medioambiental. Sin embargo, la construcción del trema del calentamiento global en los medios ha estado dirigida por la regla fundamental del negocio de los medios de comunicación: atraer a la audiencia escribiendo narraciones que aumentan la preocupación del agente. Y los medios de comunicación se han dado cuenta del drama que encerraban las tendencias del calentamiento global gracias a un movimiento polifacético cuyos principales componentes son los científicos, los famosos y os ecologistas. Los medios son al mismo tiempo productores y portadores de los mensajes del movimiento en un formato que se ajusta a las reglas de su negocio.
[el subrayado es mío]
Aquí empieza la desmitificación del análisis vinario.
[10] Si de Picasso se dice que es el más francés de los pintores españoles, con Bieber podemos decir que es el más americano de los cantantes canadienses.
[11] “The Brand of any Canadian leader is indelibly associated with stereotypes of Canada itself. Canda evockes a nicer, kínder versión of the United States”. (Marland, 2018)
[12] Parte de múltiples focos: Las imagen predeterminada sobre el carácter canadiense, La imagen proyectada por un líder, La imagen que proyectan los medios masivos, Las imágenes que se le contraponen con otros políticos como Trump.
[13] Me parece reseñable metodológicamente destacar las secciones de comentarios en los medios digitales. En multitud de ocasiones podemos encontrar una ingente cantidad de información sobre los interlocutores de los medios de comunicación. Un tipo de información, por otra parte, muy útil a las metodologías antropológicas.
[14] ¿Podríamos, acaso, relacionarlo con las formas de principado que nos presentó Nicola Macchiaveli en la primera parte de El Príncipe? (P. Heredado, P. Mixto, P. Nuevo, P. Civil y P. Eclesiástico) (Macchiaveli, [1513]1944)
[15] Buscando fuentes para este trabajo me encontré con que al introducir la palabra “Identidad” en los buscadores de algunas editoriales, una ingente cantidad de obras emergían. Recomiendo imitar el experimento e identificar las características de las publicaciones que aparezcan.
[16] Procurando evitar dar una forma “escatológico transcendental” (usando sus propias palabras) a mis argumentos a diferencia del sr. Morueco.
[17] En especial el apartado “Causas psicológicas del liderazgo”.
[18] ¿Existe, acaso, una democracia no a la occidental?
[19] A esta pésima obra le puede ser contrapuesta, con una brillante profundidad sobre la cuestión: El mito de la izquierda (2003) de Gustavo Bueno. De este mismo autor puede resultar de interés Zapatero y el pensamiento Alicia (2006).

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